'La letra escarlata', una obra fundada

No fue afortunada la experiencia de Wim Wenders rodando en España La letra escarlata (1973). Él mismo confesó su disgusto ante el resultado asegurando que los coproductores habían variado sustancialmente el montaje final de la película. Son declaraciones que recoge Antonio Weinrichter, biógrafo de Weriders: "La decisión de convertirme en propio productor fue en gran parte el resultado de mi experiencia con La letra escarlata", ya que, según la misma fuente, la productora española hizo un nuevo montaje cortando directamente sobre el negativo, aunque el productor Elías Querejeta afirma que "tal versión de los hechos es radicalmente falsa".Lo cierto es que el filme, que se basa en la novela de Nathaniel Hawthorne, es una obra frustrada. Weinrichter considera que esta crónica de la intransigencia casa mal con las preocupaciones habituales del autor, así como el hecho de que su protagonista sea una mujer y, finalmente, la acción se sitúe en el siglo XVII cuando es en el presente donde Weriders encuentra su mejor inspiración.

La historia de esa mujer que debe lucir una letra cosida en su vestido -la A de adúltera- mientras no revele la identidad del padre de su hijo, es el punto de arranque de una crónica sobre la hipocresía que, aunque situada en la sociedad inglesa de aquel siglo en América del Norte, quiere tener una prolongación crítica a nuestros días.

El ambiente extraño y misterioso con que se quiso ilustrar la narración solo fue logrado en los primeros minutos, perdiéndose luego por los caminos más trillados del melodrama, en los que dificilmente podía mantenerse idéntica distancia poética.