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Lo sagrado y lo profano en EE UU: un irónico contraste con el compromiso de Kennedy

Todo suena horriblemente familiar. Un portavoz de la derecha religiosa declara que sus seguidores "decidirán a quién se elige" presidente. En la Convención Nacional Republicana se hace la revelación de que God (Dios) se escribe en realidad GOP (las siglas del Grand Old Party, como se denomina tradicionalmente al Partido, Republicano norteamericano). Una carta de un senador republicano a sacerdotes fundamentalistas tocaba un único punto: ni la paz, ni la piedad, ni la justicia, sino el si un candidato está tan unido a un grupo religioso que podría utilizar su influencia como presidente para hacer destacar a ese grupo y sus ideas políticas sobre las del resto. Parece que estamos otra vez en 1960.En 1960, estos dirigentes, de la derecha religiosa se oponían en voz alta a la elección de John F. Kennedy, acusándole, por su condición de católico, de carecer de la independencia necesaria para mantener su política oficial separada de los preceptos de su Iglesia. En 1984, estos mismos dirigentes apoyan de forma estrepitosa la reelección de Ronald Reagan porque durante: Cuatro años, de forma continua, ha utilizado la oficina Oval para fomentar sus opiniones religiosas y políticas.

Algo personal

Hace 24 años, en un discurso ante el clero protestante de Houston, Kennedy contestó a sus acusadores. Proclamó su profunda oposición a cualquier intento de falsear la presidencia "convirtiéndola en instrumento de un único grupo religioso". Declaró su enérgica defensa de un Estados Unidos "en el que ninguna organización religiosa pretenda imponer su voluntad de forma directa o indirecta sobre la población en general o los actos públicos de sus representantes"; un Estados Unidos en donde las ideas religiosas de su presidente sean exclusivamente algo suyo personal: ni una prueba para ocupar un cargo público ni una imposición del Gobierno, sobre. sus ciudadanos.

Resulta irónico que esos mismos santos predicadores que lograron obtener tales promesas de John F. Kermedy apoyen ahora a Ronald Reagan por romperlas todas. Resulta irónico que un presidente que defendió durante su campaña la necesidad de limitar el papel del Gobierno se haya metido tanto en cuestiones reservadas en otro tiempo a la, esfera de la conciencia individual y de la familia.

Kennedy, en su discurso de Houston y posteriormente en la Casa Blanca, respondió a preguntas más específicas sobre las relaciones Iglesia-Estado: si pensaba enviar un embajador al Vaticano, conceder ayuda económica a las escuelas parroquiales, anular la decisión del Tribunal Supremo sobre el rezo en los colegios, disminuir la ayuda exterior a los países que pusieran en práctica métodos de control mográfico o "subvertir las garantías de libertad religiosa de la Primera Enmienda".

Rechazó todas estas posturas. El presidente Reagan las ha adoptado todas.

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Reagan cree, y tiene razón, que los valores religiosos y morales son cuestiones que atañen a Cualquier consideración de los asuntos públicos. Está, además, en su derecho de buscar votos de cualquier grupo religioso, y cualquier clérigo, tanto el reverendo Jerry Falwell como el reverendo Jesse Jackson, están en su derecho de tomar parte en debates de, cuestiones políticas y públicas. Pero cuando el presidente y sus seguidores utilizan la religión como espada para herir a sus oponentes políticos y escudo de sus opiniones políticas, cuando califica a quienes no están de acuerdo con él de intolerantes o de ir contra la religión, cuando utiliza la Casa Blanca para imponer los valores de determinado grupo religioso en los asuntos nacionales, está socavando los principios básicos adoptados por el país en 1791 y eficazmente reforzados en 1960.

Rencor religioso

Tras la división y el destructivo, rencor religioso de la campaña electoral de 1960, la mayoría de ciudadanos norteamericanos tenía la sincera esperanza de que el discurso de Kennedy en Houston, su elección y su conducta en la presidencia hubieran dejado zanjada "la cuestión religiosa", que ningún presidente y ninguna mayoría religiosa, ni siquiera una autoungida Mayoría Moral, se atrevería más a poner en tela de juicio o a coaccionar las ideas religiosa s o políticas de nadie. Reagan, al destrozar esas esperanzas, ha abierto una caja de Pandora, liberando a la atmósfera, oscuros elementos de fanatismo, desunión, falta de civismo y odio; todo menos esperanza.

¿Qué se puede hacer? Cuando a Kennedy se le preguntó en 1963 sobre los efectos potencialmente negativos de la decisión del Tribunal Supremo prohibiendo rezar en las escuelas públicas respondió: "El remedio es bien fácil: hay que rezar más en los hogares". Para reparar el muro derruido que se levanta entre la Iglesia y el Estado seguimos disponiendo de ese fácil remedio, que se puede hacer más eficaz si se aplica junto con. otro remedio básico: el derecho a votar.

Theodore C. Sorensen fue consejero especial del presidente John F. Kennedy.

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