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Una pica en la arena

Los históricos la pusieron en Flandes. Los inútiles, en la arena. Ocurrió en el primero de la tarde. A pesar de que veía con dificultades, acudió de lejos al caballo montado por Pimpi de Albacete inventando una nueva suerte: picar en la arena. El funo le descolocó y el del castoreño, imitando al Tenorio: "clavo la puya en, la tierra y así de chulo soy yo". ¡Pobre albero! Más de un minuto clavado. Menos mal que en la segunda vara se enmendó y bajo la ley de que to es toro alanceó en cualquier parte. Dámaso González le sacó y extrajo los pocos pases que tenía, en su línea profesional y honrada. En el cuarto aplicó su tauromaquia, llena de valor, poder y temple.Yiyo hizo dos buenas faenas, aunque fueron de más a menos. Con buen gusto, sentido de las distancias y un aromilla de torero rancio y ortodoxo. Con el percal intervino frecuentemente en quites artísticos, dibujando lances, medias y verónicas cadenciosas y suaves, junto a un par de chicuelinas para esculpir.

Albacete

11 de septiembre. Cuarta de feria. LlenoSeis toros de Benírez Cubero, bien presentados, con poca fuerza. Dámaso González. Ovación y una oreja. Niño de la Capea. Ovación en los dos. Yiyo. Una oreja y vuelta.

El Capea, que parece enchufarse a la red de 220 voltios, así estuvo: eléctrico, violento, correoso y con voluntad en dos labores que no pasaron de anodinas y vulgares.

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