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Tribuna:El español desnudo / 3
Tribuna
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La princesa Smilia

La fiesta era en Can Gregus, hacia el interior escarpado de la isla, entre campos de golf, y llegamos con noche y luna, en un cochecillo rojo. Fernando Rey con suéter de verano abrochado en el hombro izquierdo:-Ya sabes, Umbral, que yo prefiero el veraneo del norte, el clima del norte, pero a mi mujer le gusta mucho esta isla; aquí hemos comprado una cosita de nada y aquí venimos todos los veranos. Claro que, lo que hay que hacer, es no entrar en la rueda. Yo te aconsejo no entrar en la rueda, Umbral, porque entonces es la fiesta girante, la orgía continua, el acostarse por la mañana y el no hacer nada ni disfrutar de la isla.

Uno no quiere decirle a Fernando que uno, quizá, ya ha entrado -ay- en la rueda. La bellísima/madrileñísima Esperanza, con quien hablamos de su ex/Zapata, un Zapata con el que yo tuve negocios en Madrid. La hermana de Ursula Andress, perfectamente recambiable por la famosa. Está con la mujer de Niki Lauda, que ya ha salido en estas crónicas de verano, y que es de una belleza joven, ingenua y sabia. Los arquitectos municipales de la isla, que dimitieron cuando el triunfo socialista: "Antes de que nos echasen". Ibiza se va benidormizando por culpa de un turismo salvaje, familiar y millonario. El dueño del Diario de Ibiza. "Este periódico, antes, tenía cuatro hojas; ahora es todo un periódico". Rossetta, que lleva un poco la fiesta. Y Smilja, que se ha vestido de tules sobre tules, de transparencias sobre transparencias, como en una primera comunión por la otra punta de su vida. Las velas, la cubertería y el menú son de una suntuosidad nocturna y ociosa, pero los moscones se desprenden del cielo de julio/agosto, como estrellas negras, y nos caen en el vino.

Smilja viene a mi mesa, para tomar el café conmigo (pido té) y Maspons, buido e irónico, nos hace muchas fotos juntos. Al fondo, un grupo de samba que corrobora casi tautológicamente el costado tropical de esta isla, que tiene otros costados mucho más escarpados y como desertizantes o africanizantes. Uno seguirá el hilo de estas crónicas de verano o elipse de los días felices y penúltimos, pero uno guarda en el pecho la conjuración unipersonal y secreta de volver a Ibiza ¿para quedarse? Ni siquiera uno lo sabe.

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-¿Y ese reloj, princesa?

-Es un reloj de golf Cartier.

-Aquí nadie va adlib, salvo tú misma.

-Pobrecillos: se han quedado en Dior, Saint-Laurent y Elsa Petetti. Todavía profesan la religión de las firmas.

Las frases de la princesa son así. El hijo de Gunter Sachs va de judoka por esta isla tan pacífica, donde nadie quiere pegarse con nadie. Daryl Hannah, la protagonista de Splash, habla de Michael Jackson, como si se lavasen los dientes todas las noches con el mismo cepillo.

Giannina Facio (ya se ha contado) viene dejando por la isla un rastro cinemático de imágenes de sí misma. Todas la imitan como un día -tan remoto- se imitó a BB. Brasilio, lleno de bonhomía y ojos claros, sale todas las mañanas con su velero de vela adlib, reventón de turistas, y recorre el perímetro entrañable y duro de la isla hasta el atardecer. Me invita a travesía y paella a bordo, pero paso. Brasilio vive del charter y los que no son charter van en yate propio o de los amigos. Brigitte Greggory es una mujer de perfil agudo, ojos decididos, elegancia casi hiriente, de tan escueta, y gran melena rubia y como de un afro metido en razón. De vuelta por las carreteras de la isla, tan cabrerizas como la última vez que vine, el personal se sigue matando jovialmente en los recodos de la noche.

Es grandioso orinar a cincuenta metros de pinos sobre el Mediterráneo, cuando todo. el mar es un negro lobo de mar que parece darle caladas a la candela de un faro.

El masajista de esta mañana se anuncia en inglés, pero antes fue librero local, trabaja en una playa la celulitis del español desnudo (mayormente, de la española: Rosa, tan líricamente delgada y con tan pocos años, me dice que ya tiene celulitis).

-Pues no te queda sitio para tener otra cosa, rica.

Lo amo/la amo.

El masajista, Ivan (Vishnu) Muller Rasmussen (aquí hay que llamarse cosas así, lo que, por otra parte, tampoco cuesta nada), se trabaja asimismo el iris derecho e izquierdo, área sexual, bajo vientre, alto vientre, etc. Le he pasado unas cuantas amigas por el rodillo y me las devuelve igual de sentimentales. También se trabaja, don Iván, los pies y la reflejología. José Luis Anabitarte me espera en Ku con un cococoloco. Creo más en el cocoloco que en el masaje extremoriental de don Iván.

-Venga ese cocoloco, José Luis.

Me lo trae Juan Carlos, el copto apócrifo paellero y con pluma ("jujuiii"):

-Toma, malo. Como tomas tantos, te traigo ya directamente el segundo. Jujuiii...

Sentadito en mi club, mientras tomo el cocoloco, los marineros de Ibiza duermen la honrada órgía del Carmen, Eva Hollud, de 18, sale Miss, se retrasan todos los vuelos nacionales, los escolares insomnes leen Llengua i cultura, libro para niños pitiusos, Rovira Beleta, el realizador maudit de los 60, vuelve a la isla después de veinte años, viejo y de gafas, cantan los bingos, pestañean las whiskerías, se desliza el windsurfing, triunfan los ballets ibicencos, mueren los sacerdotes, se contaminan las playas, se desnudan los españoles y las españolas (los extranjeros venían ya desnudos: el Ayuntamiento y la Prensa, mientras, debaten dónde debe instalarse un campo nudista, cuando toda la isla es ese campo: yo he encontrado el mío preguntándole al guardia de tráfico).

Sentadito en mi club, mientras tomo el cocoloco, hace su prosa desesperada Álvarez Solís. Preside jurados Cándido. Pasa por Ibiza el presidente de la Junta de Canarias. Presenta un libro Gómez Ballard. Navega el conde de Barcelona. Germán Álvarez le lleva el chal a Victoria Vera (como Stendhal se lo llevaba a las contesinas italianas, atento siempre a "los detalles exactos"). Dice cosas Emilio Romero. Hacen huelga los presos de la isla. ¿Pero cómo se puede encarcelar a nadie en el último paraíso (urbanizable) de la libertad ulisaica? El PC de Santa Eulalia se unifica. Hace su ingenio Mónica Randall.

Sentadito en mi club, mientras tomo el -¿cuarto, quinto?- cocoloco, pasan todas estas cosas y más en Ibiza. Ibiza para quedarse. El imperio adlib de mi querida princesa Smilja donde se ve, más que en sus grandes cenas, es en la calle, "barrio de los hippies", como lo llaman desde cuando entonces. Tiendas adlib, maniquíes. adlib, desnudos adlib, vestidos adlib, muchachas adlib, una manera de vestirse en libertad que, sin embargo, pasado el manierismo hippy, se va esquematizando por la comodidad y el calor. Como ya se ha dicho aquí, la carne es atuendaria y el español ha descubierto que uno va vestido de su cuerpo desnudo, tan decente, y encima va fresco. La española, que no renuncia al trapito, lleva una falda adlib por todo llevar, mientras vigila la libertad buchona de sus pechos, por primera vez desnudos en muchos años, torrefactos de mar y sol, como dos palomas pertinaces entre el humo de las pizzerías, el cintilar de las velas, el rock de las tiendas, la gasolina en polvareda de los meharis y el suspiro, poderoso y azul/negro del mar.

Los pechos son palomas mensajeras que no saben a quién le llevan el mensaje. Esto lo saben mejor los ojos, y por los ojos de la mujer, española o charter, distingue uno si el mensaje es para él o para otro. Suele ser -ay- para otro.

La chica de la pizzería (las dan por un ventanuco, a 125 púas) resulta que es de Madrid y quiere un autógrafo:

-¿Cuándo has venido, tía?

-Llevo aquí todo el verano.

-¿Se da bien lo de la pizza?

-Te la voy a dar especial.

-Que digo que si se da el tema.

-Sólo se da regular. Yo sudo como una puta.

-Chao, amore.

-Yes.

Y sigue despachando.

Este año se liberan mediante la pizza (la mujer de algún amigo mío se ha ido/venido a eso). En mis tiempos se liberaban con Marcuse. En todas las tiendas, que tienen más existencias en la calle que en el interior, la moda paracaidista para tías/tíos. En mitad de la calle, un listo hace el juego de los naipes. El tío de los souvenirs resulta que también es de Madrid y quiere darme la mano:

-Cuánto bueno por aquí, señor Umbral.

-¿Otro de Madrid? Esto parece la Paloma.

-¿Pelotazo whisky, señor Umbral?

-Deje. Ando con el cocoloco.

-Cosas de la isla. Ya sabe usted que lo castizo es el whisky.

El español desnudo se ha liberado de su violenta y bifronte Historia sólo con quitarse los calzoncillos. Luis Cervera y Rossetta tienen una casa en blanco absoluto, con cuadros de estatuas clásicas, música de discoteca, criado cojo, libros de arte y una piscina interminable, iluminada y nocturna.

Rossetta es dulce y distraída como una heroína de Jardiel.

Rossetta echa de cenar col bien guisada, cordero jugoso, tartas variadas y licores mara-villosos. La princesa Smilja ejerce en Ibiza un printipado espontáneo, hospitalario y eficaz. En el puerto también dan buenas paellas. Can Gregus está cerrado, pero lo van a abrir pronto. Los campos de golf huelen a recién segados. Esperanza Bernat va de única, de mujer/enigma, de madrileña al margen.

En Ibiza, cuando no está el que no está, está su hermana o su mujer. Ibiza ha visto pasar tantos famosos que fabrica múltiples en su espejismo de mar y cielo, con bisel de luz. No es la Ibiza de hace unos años, claro, porque uno tampoco es ya el mismo. Pero la benidormización de la ciudad, de que ya se ha hablado, ha pasado de la pseudocasita ibicenca convencional al apartotel babilónico, de una Babilonia hortera.

-¿Y ese reloj, princesa?

-Pues ya no me acuerdo, Umbral. Debe ser el que me regaló Polanski en París.

-Aquí nadie va adlib, salvo tú misma.

-Lo adlib está ya integrado en la isla.

Brasilio, ligón y entrado, está al loro de lo que le manda la princesa:

-Brasilio, garçon...

-Princesa.

La princesa Smilja Mihailovitch se va quitando sus sortijas, una por una, y las va guardando, para dormir. Las muchachas de Ku se van quitando su pendiente único, para vivir. Pero no con uno, ay. "Juan Carlos, ese cocoloco, amor". "Jujuiii...".

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