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Miguel Boyer niega que existan discrepancias entre él y el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra

"Siempre se supone que existe una tremenda contradicción entre Alfonso Guerra y yo; no es así la cosa", dijo ayer el ministro de Economía, Miguel Boyer, quien, durante un encuentro con periodistas extranjeros, aseguró que las últimas versiones aparecidas en la Prensa sobre la preparación de una crisis en el Gabinete "no tienen el menor parecido con la realidad". Sin embargo, Boyer no rechazó en ningún momento que hubiese existido la intención de proceder a una remodelación, y ni confirmó ni negó que el presidente Felipe González le hubiese consultado en algún momento en tal sentido.

Los rumores que hablan de sus enfrentamientos con el vicepresidente Guerra, dijo Boyer, "se basan en que somos personas que parecemos distintas y utilizamos maneras de expresión distintas". Pero añadió que "cualquier parecido con la realidad" en lo publicado últimamente por algunos medios de Prensa -la portada de una revista le presentaba esta semana peleando físicamente con Guerra- "es pura coincidencia". El ministro de Economía en ningún momento se refirió a las diferencias internas en el equipo de Felipe González sobre cuestiones económicas (véase página 35).Pese a las insistentes preguntas en este sentido, Boyer se negó a responder con un o un no cuando se le interrogó acerca de si el presidente González le había consultado en el pasado sobre la rumoreada remodelación. "Hacer crisis o no es algo del dominio propio del presidente del Gobierno y no pienso, por tanto, pronunciarme sobre esa materia, que no es de mi incumbencia". Las versiones sobre la crisis "se difunden y se autoalimentan porque ustedes, los periodistas, se leen a ustedes mismos y dan como bueno todo lo que se escribe".

La OTAN

Tampoco se pronunció acerca de si su posición, como militante socialista, es o no favorable a la permanencia de España en la OTAN. Esa materia no me incumbe, y, además, sobre ella se pronunciará el Gobierno en su momento", se limitó a señalar. En general, trató de centrarse en temas económicos, esquivando cuestiones políticas.

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El ministro de Economía minimizó el alcance de las fricciones con los sindicatos, e insistió en la necesidad de una política dura. "A veces, la política de cambio consiste en hacer una labor más rigurosa, más dura". Tal dureza, admitió, "tiene un coste personal, que es verse en los carteles del propio público de uno". Sin embargo, se mostró satisfecho de la marcha del equipo gubernamental hasta ahora. "Este Gobierno puede presentarse al congreso del PSOE y a cualquier sitio porque los resultados obtenidos hasta ahora son bastante buenos". Cuando alguien le observó la escasa frecuencia de sus sonrisas, el ministro respondió: "En la Edad Media se perdieron siglos discutiendo si Jesucristo se había reído alguna vez o no. Lo que tengo que hacer es tan horrible que si me riese podrían pensar que soy un majadero. Tener que reducir un 45% de la plantilla de los astilleros españoles no es como para reírse, aunque tampoco estemos tan mal".

Aunque fuentes consultadas en la Administración socialista insistieron en que el último y maratoniano Consejo de Ministros puso de relieve las diferencias existentes entre distintos departamentos en torno a temas presupuestarios, en su conversación con los periodistas Boyer en ningún momento dejó traslucir la existencia de tales desacuerdos. De acuerdo con portavoces oficiales la cuestión tampoco se trató ayer en la reunión de la comisión ejecutiva federal del PSOE, que duró dos horas más de lo habitual.

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