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Fallece Lola Rodríguez de Aragón, maestra de grandes cantantes españoles

En la madrugada de ayer murió en una clínica de Pamplona, en la que seguía tratamiento, la profesora Lola Rodríguez de Aragón. Su cuerpo será enterrado en Madrid, adonde fue trasladado ayer. La capilla ardiente será instalada en la Escuela Superior de Canto. Nacida en 1910, se presentó muy joven como cantante, acompañada por el compositor Joaquín Turina. Estudió en Alemania con Elisabeth Schumann y tras largos años de desempeñar la cátedra de Canto en el Conservatorio de Música madrileño fundó en 1970 la Escuela Superior de Canto y el Coro Nacional, que dirigió hasta su jubilación, hace cuatro años. La discípula más célebre de Lela Rodríguez de Aragón es la mezzosoprano Teresa Berganza, cuyo último recital tuvo lugar el pasado sábado en el teatro Real.

La personalidad de Lola Rodríguez de Aragón sobrepasó los límites de un magisterio largamente reconocido. Por su formación, por su carácter, por su inteligencia plena de intuiciones y por su voluntariosa tenacidad, Lola Rodríguez de Aragón influyó notablemente en no pocos aspectos de la vida musical española de tres décadas.A comienzos de los años cuarenta el público madrileño empezaba a descubrir con Lola el mundo del lied, infrecuente antes si salvamos algunas actuaciones extranjeras en la célebre Sociedad Filarmónica. Lola Rodríguez de Aragón, ahijada de Joaquín Turina -alguna de cuyas obras estrenara en París en los años treinta, acompañada por el compositor- y estudiada exegéticamente por el entonces joven crítico Federico Sopeña, reclamaba desde sus recitales la atención hacia el mundo más íntimo del romanticismo. Al mismo tiempo se erigía en propagandista máxima de la música mozartiana. Uno y otro dato, romanticismo y Mozart, le venían aclarados por quien había sido su maestra fuera de España: la legendaria Elisabeth Schumann. Muchos han tratado de minimizar tal discipulaje relacionándolo con la mayor o menor asiduidad de las lecciones. Ser discípulo es cosa un tanto misteriosa que supone en primer lugar una elección del modelo y, en segundo, una voluntad de fidelidad y un cierto poder de asimilación. Entonces, Lola Rodríguez de Aragón pudo denominarse discípula de la Schumann y hasta su embajadora plenipotenciaria en España.

Desde su voluntad universalista, la cantante enseñó e hizo ver con claridad el camino para la más recta interpretación de la música española: Falla, Turina, Guridi, Halffter, Toldrá, Montsalvatge, Leoz. Incluso contribuyó a la creación de no poco repertorio, dedicado a ella o a sus alumnas -las lolitas-. No se ha comentado suficientemente la insistencia con que Falla escogió cantantes extranjeras para sus obras, lo que parece un contrasentido. No era tal, pues desde aquí se le daba lo que menos quería: excesivo popularismo y hasta casticismo de rompe y rasga. Quizá estaba demasiado cerca el sainete y el género chico.

Teresa Berganza -la discípula de Lola Rodríguez de Aragón de mayor proyección mundial-, castiza por naturaleza, luce sin cortapisas su madrileñismo para la Menegilda, de Chueca, pero estiliza hasta el máximo el Polo, de Falla, o Cantares, de Turina. Para Lola escribió Joaquín Rodrigo el Romance del comendador de Ocaña, con texto trabajado por Antonio Tovar, y para las lolitas nacieron los Cuatro madrigales amatorios, obra con la que el autor del Concierto de Aranjuez alegra las pajarillas a nuestro renacentismo. Poco interés tendría detallar aquí los éxitos de la cantante cuando el personaje se alza con mucha más fuerza.

Gaditana por voluntad, se decía nacida en Cádiz el 29 de septiembre de 1910, aunque la verdad es que vino al mundo en Logroño el 30 del mismo mes y año. Y a partir de ahí supo hacerse, paso a paso, toda su biografía con un empecinamiento capaz de derribar murallas. ¿No era hazaña desproporcionada con el medio español la creación en 1970 de la Escuela Superior de Canto? Sin duda, pero ahí está, y su actual director, Rafael Pérez Sierra, y su colaboradora Remedios de la Peña comentaban "mucho admirábamos su valía profesional, pero quizá nos impactaba más la extraordinaria fuerza de su voluntad: imaginativa, tesonera, infatigable".

Entre las creaciones de Lola hay que contar una serie de grupos vocales de cámara, antes de forzar -ésta es la palabra- el nacimiento del Coro Nacional. Con Roberto Pla de colaborador, los Cantores Clásicos de Radio Nacional iniciaron un trabajo de musicología viva que continuaría en las siguientes formaciones corales o en el trabajo de Pla para la antología de Hispavox.

Como maestra, la sola lista de sus discípulos destacados alargaría demasiado este trabajo. Las Higueras, Aragón, Pérez Íñigo, dentro de su propia familia; Ana María Iriarte, Pérez Durías, María Morales, una Malibrán qué pasó como una ráfaga por el universo de la lírica-, Blanca Seoane -excepcional Trujamán-, Isabel Penagos, Toñy Rosado, Ángeles Chamorro, Inés Rivadeneira, Teresa Tournié. Cada una es un capítulo en la biografía de Lola Rodríguez de Aragón, apasionada y polémica, lógica y mágica a la vez.

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