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José María Amado, director de 'Litoral', recibe en México el Premio José Vasconcelos

Juan Cruz

Éste hubiera sido un año glorioso para el poeta José María Amado, madrileño de 65 años, emparentado con Carlos Arniches, director de Litoral, revista que resucitó de su mano en Málaga en 1968 y que se ha convertido "en la revista más católica de España, porque sale cuando Dios quiere", si en un día final de agosto no se hubiera muerto en Donosti José Bergamín, su "herido maestro". De resto, 1983 ha sido un año apoteósico para Amado: le dieron en Suecia lo que él llama "el Nobelito" porque la Academia Sueca le invitó a hablar en su sede y a presentar su revista poética; en Málaga, su tierra de adopción, le concedieron la Medalla de Oro de la ciudad, y ahora, en México, le acaban de reconocer su labor de apoyo a la literatura en castellano con el galardón que lleva el nombre de un gran escritor mexicano de este siglo, José Vasconcelos.

Desde Málaga, donde vive, la voz de José María Amado suena siempre con la euforia o la rabia de los poetas. Una vez se le quebró, cuando llamó a este periódico para dar la noticia de que se le había muerto su amigo del alma, José Bergamín, miembro de la generación del 27, cuyo consejo y ánimo, "y su clarividencia", fueron siempre su norte. Ahora, cuando viaja a Madrid, a Amado se le nubla el norte. "Me encuentro como un marciano, incapaz de entenderme con nadie. ¿Tú crees que es un país serio el que permite que haya un pugilato entre Luis Rosales y Bergamín para ganar el Cervantes?"Viene de México convencido de que la política cultural española cara a América "sigue siendo la del viejo Instituto de Cultura Hispánica, con Isabel la Católica como estandarte. Continúa el error de la idea imperial, y el actual Instituto de Cooperación Iberoamericana no se ha despojado del patriarcalismo que siempre retuvo". En cuanto al premio que lo han concedido en México, su. satisfacción no es sólo personal, sino que la traslada a la labor de su revista, fundada en 1926 por Manuel Altoaguirre, muerta en 1929 y resucitada por él en mayo de 1968. Sus compañeros en la nómina del galardón subrayan la importancia del premio José Vasconcelos, que ha sido ganado desde 1968 hasta esta fecha, entre otros, por León Felipe, Joaquín Montezuma de Carvalho, Salvador de Madariaga, Jorge Luis Borges, Diego Abad de Santillán, Alfonso Camín y José Jurado Morales.

El brillo del último año no ha puesto sobre la cabeza de Amado ninguna amenaza de empavonamiento. Sigue teniendo la voz eufórica y rabiosa de un poeta disconforme. Dice que es "un hombre liberal en el buen sentido de la palabra; situado más allá del partido comunista, y en general más allá de todo lo que esté muy allá, porque este pecé parece la madre abadesa de las Clarisas". Llora a veces porque cree que "en la vida se nace llorando; éste es un caer y tropezar. Para definir mi personalidad yo recurriría a una copla de Bergamín: 'Cómo te vas a encontrar si no te sabes perder; / hay que perderse primero para encontrarse después'".

Él se ha perdido muchas veces desde que nació hijo de un monárquico que se fue a vivir de Madrid a Málaga cuando en España se instauró la República; en la guerra mataron a su hermano "en lo que entonces se llamó zona roja"; luego se hizo falangista, "pero fui oscilando y me di cuenta de que todo lo que me habían enseñado era mentira, y cayendo y tropezando cambié mi manera de sentir". Su tío, Carlos Arniches, que le pagó los estudios, "me enseñó que la vida son dos aceras y que hay saber cambiarse sin permanecer en el centro de la calle, porque ahí te matan los coches, los tanques y los guardias". En medio de la oscilación, Amado sufrió el mismo confinamiento que padeció otro falangista de la primera época, Dionisio Ridruejo, y regresó a la libertad como un hombre cambiado; el que es hoy, una especie de niño asombrado que aún no ha podido ver todos los juguetes.

Su juguete principal, el que sí conoce, es Litoral, que mima en Málaga como a la niña de sus ojos. Se mantiene sin subvención oficial alguna, gracias, sobre todo, a las 600 universidades y centros extranjeros que están suscritas; de España, dice con los ojos que pone para hablar de este país, hay cuatro universidades suscritas. Da por bien empleado el esfuerzo que en estos, últimos 14 años le han costado su dinero, el secuestro administrativo, las multas, los expedientes, el temible Tribunal de Orden Público... por "la inmensa satisfacción de haber contribuido a difundir en España la voz de gente que en esos largos años eran malditos, desde Miguel Hernández a Alberti, Bergamín, León Felipe" y los que hoy son historia de la lírica española.

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