_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Medicina deportiva y preventiva para todos

Entendemos la medicina deportiva como la aplicación del arte y la ciencia médica a la práctica de deportes y actividades físicas en general, a fin de controlar sus posibilidades preventivas y terapéuticas en el mantenimiento de un estado de salud, evitando cualquier daño que pueda derivarse de un exceso o defecto de ejercicio físico.Partiendo de este amplio concepto, resulta claro que el objetivo de la medicina deportiva no se circunscribe a la actividad realizada por los atletas, sino que se extiende a toda persona sana o aparentemente sana, e incluso a personas enfermas, abarcando todos los grupos de edades.

Desde antiguo se acepta como una realidad palpable que el ejercicio físico ejerce una influencia beneficiosa sobre casi todas las estructuras y funciones del cuerpo humano. Pero esta especie de mensaje higiénico-social que nos han dejado pasadas civilizaciones no parece que sea entendido en toda su significación en la sociedad actual; e incluso cuando es aceptado no es considerado adecuadamente.

Ausencia de actividad

Caracterizan al hombre moderno no sólo la tendencia a reducir al mínimo los más comunes acontecimientos que fomentan las relaciones humanas, sino incluso el tiempo dedicado a los deportes y ejercicios físicos. Pero lo que es todavía más alarmante es que aquellos que en su juventud se dedicaron al deporte no escapan a la peligrosa tendencia de la inactividad.

Todo esto hace que hablemos ya de una enfermedad hipocinética, provocada por una ausencia de actividad física. Esta enfermedad representa un factor de alto riesgo en la patogénesis u origen de enfermedades más serias de tipo metabólico, cardiaco o circulatorio en mayor medida que sobre una afectación propia del aparato locomotor, por posible anquilosis.

Hoy conocemos con seguridad que los individuos con escasa actividad física son propensos a padecer con más frecuencia accidentes coronarios, enfermedades degenerativas de la circulación periférica, etcétera, con el agravante de que esta patología es más seria, sorprendentemente, en jóvenes.

La valoración biológica que debe hacerse entonces del ejercicio físico y el deporte estará orientada a resaltar los beneficiosos efectos preventivos sobre las nefastas consecuencias de la enfermedad hipocinética y considerarlo fundamentalmente como elemento preventivo de posibles riesgos patogénicos y garantía de salud.

Alarmante

Pero hay un aspecto todavía más alarmante en todo esto, y es que esta falta de actividad física se aprecia de forma importante en niños y adolescentes. La carencia de una actividad física educativa en colegios y universidades es un auténtico desastre sanitario, y más todavía cuando esto ocurre en ciudades con un grado de aglomeración urbana importante, donde este nido o adolescente se encuentra sometido constantemente al riesgo de mantener posturas forzadas que conducirán a una gran incidencia de dismorfismos funcionales, como escoliosis, cifosis, pies planos, etcétera. El panorama estoy seguro que sería todavía más desolador si realizáramos algunas de las pruebas de valoración de la capacidad física, tales como consumo máximo de oxígeno, pruebas dinamométricas, comportamiento de la frecuencia cardiaca durante y después de un esfuerzo, etcétera; solamente: así obtendríamos una auténtica dimensión del problema.

No es solamente el aspecto de la prevención de enfermedades lo que hace del ejercicio físico una ,actividad recomendable, sino que sus beneficios son igualmente bien, conocidos como favorecedores del crecimiento, de la actividad laboral y del equilibrio psicológico, por poner algunos ejemplos. Todo ello hace más que recomendable cualquier iniciativa que estimule y promueva actividades deportivas, con un alcance cuanto más amplio mejor. En este contexto pueden enmarcarse las cada vez más frecuentes pruebas populares de maratón. La promoción de este tipo de celebraciones está más que justificada, no sólo desde el punto de vista científico, sino también desde el punto de vista de mejora personal y colectiva de la salud.

Control

Ahora bien, los aspectos positivos de la actividad física pueden convertirse en riesgos graves si no se realiza un control de dicha actividad.

Tres aspectos debemos destacar en este necesario control:

1. Selección de la actividad deportiva más afin con las características del individuo.

2. Control de un estado físico óptimo que permita la actividad física sin riesgos.

3. Conocimiento de, las capacidades personales de rendimiento para, entonces, establecer los programas de entrenamiento.

Este esquema, perfectamente aplicable tanto a aquellos que realicen un deporte de competición como norma (atletas, jugadores profesionales, etcétera) como a cualquier individuo que realice un mínimo de actividad física como simple hobby, debe estar controlado por el trabajo conjunto y complementario del técnico en la actividad deportiva correspondiente y el médico deportivo.

Es precisamente el control médico de la actividad deportiva el aspecto más olvidado y, sin embargo, fundamental para su éxito. Solamente el médico especialista en medicina deportiva está capacitado para realizar una selección de la actividad deportiva más recomendable según las aptitudes personales de cada uno y sus capacidades innatas para la obtención de un grado mayor menor de calidad mediante entrenamiento. Una vez realizada esta primera selección, es también el único capacitado para realizar los controles y el tratamiento.

Control en centros

Este control deportivo, que debe ser continuado y necesariamente multidisciplinario, deberá realizarse a ser posib5 en centros de medicina deportiva, en donde un equipo de especialistas de distintos aspectos médicos del deporte -como internistas, traumatólogos, cardiólogos, psicólogos, endocrinólogos, etcétera- puede complementar y coordinar su actividad. De estos centros deberían irradiar los consejos sobre medicina preventiva, tratamiento, orientaciones de salud y educacionales; así como las investigaciones científicas aplicables al deporte.

La dimensión social que la actividad deportiva va adquiriendo debe ser, pues, estimulada, dado los beneficios que para la salud reporta; ello hace aconsejable la inclusión del aspecto médico-deportivo en los posibles centros de salud comunitaria, puesto que si el clásico eslogan de Deporte para todos queremos que se haga realidad, debe hacerse también bajo la seguridad de un control sanitario de esa actividad, tan necesario en el atleta como en el deportista, digamos, de tiempo libre.

Juan José Domínguez Reboiras es especialista en medicina deportiva y jefe de la sección de Traumatología y C. Ortopédica en la Ciudad Unitaria La Paz.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_