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Conciliador discurso de Felipe González ante la policía

El presidente del Gobierno, Felipe González, fue reiteradamente aplaudido ayer por un amplio auditorio, compuesto esencialmente por policías, al decir con cierto énfasis que los miembros de los Cuerpos de Seguridad del Estado tienen el mismo derecho que los demás ciudadanos a ser presentados como inocentes hasta que no se demuestre lo contrario. Con ello Felipe González ha tratado de cerrar uno de los asuntos más polémicos con que se ha enfrentado Interior en la etapa socialista, y que ha tenido como protagonistas al ministro José Barrionuevo y a los sindicatos policiales, con descalificaciones y frases insultantes de por medio.

La asistencia de Felipe González a los actos conmemorativos de la festividad del patrono de la policía tiene, a juicio de diferentes observadores, una importante lectura política, con aires conciliadores. La simple presencia del jefe del Ejecutivo en el acto policial, al que acudieron como invitados representantes de los tres sindicatos legalizados, ha sido interpretada como un respaldo al ministro Barrionuevo, que hace unos días tuvo a gran parte de la policía en su contra por unas declaraciones en las que salió a relucir el término indeseables. Lo mismo ha ocurrido con el discurso presidencial dirigido a los policías, lleno de frases gratas, en las que no faltaron calificativos de admiración, respeto o agradecimiento.Los actos presididos por Felipe González tuvieron como escenario la plaza de Colón, de Madrid, y, posteriormente, el Centro Cultural de la Villa, situado en sus sótanos. En la plaza, el presidente del Gobierno pasó revista a una compañía de la Reserva General de la Policía Nacional y se trasladó posteriormente frente el mástil allí existente, donde presenció, ante los acordes del himno nacional, la izada de una bandera.

Curiosamente, la revista tuvo que pasarla el presidente junto con el mando militar de la policía, en este caso, el general inspector de la Policía Nacional, Félix Alcalá-Galiano, que tiene dependencia civil, lo que obligó a que, tras González y el citado general, figuraran el ministro Barrionuevo; el director de la Seguridad del Estado, Rafael Vera, y el director general de la Policía, Rafael del Río, algo inusual en este tipo de ceremonias. El subsecretario del departamento, Carlos Sanjuán, se encontraba en la fila de autoridades.

En el Centro Cultural de la Villa, junto a los ministros del Interior y de Justicia, el alcalde de Madrid y los principales mandos policiales, se procedió primero a la entrega de 51 condecoraciones, y a continuación, al capítulo de discursos, que tuvieron como protagonistas a Barrionuevo, al alcalde Enrique Tierno y al propio presidente González, que asistía por primera vez a un acto policial. Justamente cuando se acababan de imponer las primeras condecoraciones saltaron los primeros aplausos, dirigidos a los tres únicos policías que recibieron medallas de plata: los comisarios José Luis Fernández Dopico, ex director general de la Policía; Benjamín Solsona, jefe superior de Policía de Baleares, y el inspector Juan Carretero, hoy excedente del Cuerpo tras largos años en la Brigada Antiterrorista, de donde fue desplazado hace unos meses a una comisaría de distrito.

Barrionuevo pide disciplina

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Barrionuevo, que calificó de "honrosos" y "honrados" a los miembros de las corporaciones policiales que celebraban su festividad, dijo en su disertación que las condecoraciones constituyen un símbolo claro de la política de cambio que se está patrocinando y que está orientada por la idea del mejor servicio al ciudadano, objetivo que, en su opinión, justifica la existencia de los Cuerpos de Seguridad del Estado. El ministro pidió lealtad y disciplina, a la vez que incitó a intensificar el trabajo y la abnegación.

Manifestó que la guía de actuación policial la constituyen la eficacia y la profesionalidad, valores esenciales en los cuerpos de seguridad, y añadió que no valen aparentes solidaridades basadas en un falso corporativismo, que persigue ocultar la ineficacia de unos pocos. "Tampoco es nuestra guía burdas descalificaciones por actividades pasadas, porque solo es descalificable en el pasado una falta profesional".

En medios policiales fue interpretada esta última frase como una reiteración del propósito de Barrionuevo, hecho público días pasados, de incorporar al mando policial operativo a algunos policías que fueron desplazados de sus puestos con la llegada del equipo socialista al Ministerio del Interior, caso de los comisarios Manuel Ballesteros y Joaquín de Domingo Martorell, a los que el ministro pretende recuperar.

Tras una lección filosófica del profesor Tierno, en la que glosó la doble condición del policía como habitante de la ciudad y, a su vez, custodio de la convivencia de ésta, intervino el presidente González, que se presentó como un hombre que conoce a la policía, tanto como ciudadano, como gobernante. El presidente se dirigió a los asistentes con "emoción, satisfacción y amplio orgullo", y recalcó que hay una aspiración en España, que es la de vivir en paz, "que significa ese dificil compromiso entre sentirse seguro y sentirse libre, que es sentirse persona, lo cual está en manos de los Cuerpos de Seguridad del Estado".

Felipe González fue más explícito al definir la situación actual, a la que calificó de dificil, ya que todavía no se ha completado el cuadro constitucional y se atraviesa una etapa de cambios legislativos. En este sentido, recordó que cuando escucha hablar de inseguridad, también piensa en la inseguridad de los funcionarios de los cuerpos de seguridad, que no se sienten protegidos con el inacabado ordenamiento. Luego hizo la comparación entre el ciudadano de la calle y el policía en cuanto a la presunción de inocencia, y pidió perdón, "porque a veces lo olvidamos".

El jefe del Gobierno concluyó transmitiendo "mi admiración y mi respeto, no adulación", al policía, ya que, según sus palabras, a éste no hay que agradecerle los servicios sino reconocérselos. Por último, pidió a los asistentes que se sintieran orgullosos de estar sirviendo a la sociedad, y definió sus trabajos como imprescindibles. Una fuerte ovación por parte de los policías asistentes cerró el acto.

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