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La reconciliación magrebó sigue pendiente de que se solucione el conflicto del Sahara

Emisarios de Argelia y Tunicia explicarán a partir de hoy al rey Hassan II de Marruecos el alcance del tratado de amistad y buena vecindad entre los dos países, firmado durante la reciente visita del presidente argelino Chadli Benyedid a Túnez. El monarca alauí recibió ayer en Fez al ministro tunecino Beji Caid Essebsi, y después a los emisarios argelinos, a cuyo frente iba el secretario general de la presidencia y miembro del comité central del FLN, Larbi Beljeirm. En los medios políticos de Rabat parece evidente, no obstante, que la reconciliación magrebí no será posible sin solucionar previamente el contencioso del Sahara occidental.El tratado ha sido acogido con gran interés en Marruecos. La Prensa y los otros medios oficiales de información le atribuyen una gran importancia en la vida de la restauración de la confianza entre países magrebíes. Adquiere, además, para Marruecos un significado especial, ya que está prácticamente calcado del tratado de Ifrane, de enero de 1969, entre Argelia y Marruecos, que nunca entró en vigor al no haber sido ratificado por Rabat, pero de cuya ratificación se habla en estos días.

El ministro marroquí del Exterior, Mohamed Bucetta, dijo hace unos días en una entrevista a la BBC, que el problema del Sahara podría quedar solucionado, en principio, en las próximas dos o tres semanas. Se cree que Marruecos aceptaría ahora negociar con el Polisario, aunque a través del consejo consultivo saharaui, creado por el rey Hassan II en marzo de 1982, e integrado exclusivamente por saharauis.

De acuerdo con las mismas, fuentes políticas, una alternativa al referéndum de autodeterminación podría ser la devolución al Polisario del Ued Dahab o río de Oro, atribuido por los acuerdos de Madrid de 1975 a Mauritania, pero anexionado por Marruecos al retirarse unilateralmente en agosto de 1979 aquel país, para que allí constituya un Estado independiente, federado, no obstante, con el Sahara marroquí, pero bajo una cierta influencia argelina.

La reconciliación magrebí comenzó a ser considerada por el dirigente libio, Muamar el Gadafi, como dirigida contra él. En consecuencia, ha respondido enviando a su vicepresidente, Abdel Salam Jalud, a Moscú, para intentar lograr un tratado protector de la URSS -al cual Yuri Andropov ha dado su acuerdo de principio-, y enviando a su ministro de Relaciones Exteriores, Abdel Ati el Obeidi, el lunes pasado a Túnez, a solicitar ser incluido en el tratado argelino-tunecino.

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