_
_
_
_
_
Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Krystian Zimerman, un pianista asombroso

La presentación del pianista polaco Krystian Zimerman en el Teatro Real ha constituido uno de los grandes acontecimientos de la temporada. Nacido en Zabrze, en 1956, y formado en su país, Zimerman gana el Premio Chopin cuando todavía no había cumplido diecinueve años. En poco tiempo, el mundo entero conoce la existencia de uno de esos poco elegidos que, con su labor renovadora, van haciendo la historia de la interpretación musical.Decir que Zimerman es un fenómeno, que su visión de las obras es fascinante, que su técnica es arrolladora, es decir muy poco, pues hoy en día las oleadas de pianistas jóvenes, capaces y bien formados, auténticos virtuosos, son considerables. Lo difícil, precisamente, es lo que distingue a Zimerman: su singularidad, tener palabras propias que decir, poetizar desde in mundo sonoro tan personal como bellísimo; y además, asumir las interpretaciones, desentrañar y exponer la tercera sonata de Brahms o la segunda de Chopin con una madurez que, por lo regular, se venía reservando a los artistas de mayor edad. Esta sí que puede ser la gran revolución: llegar a la idea de que la madurez es cosa de jóvenes o, al menos, que puede serlo con cierta frecuencia en las personalidades más representativas, en los líderes de las jóvenes promociones.

Sonatas de Chopin y Brahms, mazurcas de Szymanowski

Pianista: K. Zimerman. Teatro Real, Madrid, 23 de noviembre.

La Sonata en fa menor, op. 5, contiene toda la sustancia característica de Brahms, formidable heredero y amplificador del legado schumanniano. Zimerman, a partir de un ideal sonoro tan preciso rico en gradaciones, conseguido por una increíble técnica de ataques, un legato casi vocal y una medida flexibilidad, llega a resultados novísimos. Los pedales, manejados sabiamente, contribuyen a la creación de ese ideal sonoro, pero en primera y última instancia manda un concepto precioso y trascendente: desde cada sonata, Zimerman parecía explicarnos la historia entera de piano, pues la técnica y el criterio asumen todas las aventuras del gran instrumento a lo largo de su existencia. La expresividad del fabuloso pianista se movió dentro de un cuadro sutilmente romántico, impresionistamente romántico, en el que la libertad está controlada y la cantabilidad equilibrada por los valores tímbricos.

Versiones como las de Zimerman no se olvidan, porque hacen historia. Casi estrenamos la Marcha fúnebre de Chopin, y quedamos atónitos ante un cuarto tiempo entendido con tal virtuosismo y unidad de intensidad en el piano que parece avisarnos sobre modos actuales de pensar la música.

Otro tanto podía decirse de las estupendas mazurcas de Szymanowski (1882-1937), en las que impresionismo, folklore, herencia chopiniana y apuntes expresionistas se concilian. Ante un público absolutamente entregado, que no veía el momento de abandonar el Real, Zimerman tocó varios bises. Krystian Zimerman toca esta semana con la Orquesta Nacional el segundo concierto de Franz Liszt. No se lo pierdan.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_