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Castillo Puche, Premio Nacional de Novela con una obra sobre la liberación colectiva

El Premio Nacional de novela, dotado por el Ministerio de Cultura con un millón de pesetas, ha sido concedido este año al escritor y último presidente de Editora Nacional, José Luis Castillo Puche, por su novela Conocerás el poso de la nada, con la que terminaba la Trilogía de la liberación. El premio de este año ha sido recibido con escepticismo por el mundo de la cultura, cuyas críticas van dirigidas más a la composición del jurado y a la organización general del premio, dirimido entre novelas presentadas, y no entre editadas, y poco claro acerca de sus finalidades y objetivos reales.

José Luis Castillo Puche, escritor y periodista murciano de 63 años, profesor de Estilo en la Facultad de Ciencias de la Información, fue ya anteriormente Premio Nacional, en 1958, por su novela Hicieron partes. Considera Castillo Puche que la premiada ahora, Conocerás el poso de la nada es la culminación de su novelística, y que este premio "le permite solventar los garbanzos familiares por un año", lo que le ayudará a terminar la novela, enteramente escrita en primera versión, con la que está ahora. Una novela, según él "distinta en mundo, en personajes y en estilo a todo lo que he escrito hasta el momento".

Un escritor tradicional

Aunque Castillo Puche se considera a sí mismo "un hombre independiente", lo cierto es que el mundo de la cultura le ve como un escritor más bien tradicional formalmente, y oficial, seguramente por haber obtenido premios estatales y haber desempeñado cargos públicos en Televisión Española y en Editora Nacional, cuya presidencia le dio Ricardo de la Cierva, cuando éste fue ministro de Cultura, y en cuyo puesto estuvo hasta que el cargo desapareció, siendo ministro Iñigo Cavero."Las trilogías", dice Castillo Puche, hablando de la que concluye la novela premiada, "son muy poco compensatorias económicamente, y es una penitencia escribirlas. Son pocos los escritores que se comprometen en este sentido: quizá, después de Pío Baroja, que casi las instituyó como unidades de mundo novelístico, y de las torrenciales de Sender, no se habían practicado, con la salvedad maestra de Torrente Ballester".

En este caso, haber concluido con un premio importante en prestigio y en dinero, es una especial satisfacción para José Luis Castillo Puche, "porque llega justo cuando mi obra está siendo reconocida, curiosamente más fuera de España que en este país. La editorial Gredos prepara un volumen crítico sobre mis novelas, y de esta última siguen apareciendo reseñas en revistas importantes no sólo españolas sino de Puerto Rico y Estados Unidos, por ejemplo".

El tema de la novela es uno de los que más ha trabajado este escritor "existencialista católico", según la definición de Juan García Hortelano. "Es", dice Castillo Puche, "la historia de una liberación. De la liberación propia, de la infancia, que ya estaba dibujada en los dos libros anteriores. De la liberación del seminario, obligatorio para una familia católica y tradicional, y de la liberación de la guerra, tras la muerte de la madre. El muchacho, que tiene un hermano en cada España en guerra, salta las tapias del seminario y se mete en el río, peregrinando no se sabe hacia qué fuentes, sin saber de qué lado, de qué frente va a aparecer".

Cambiar la política de premios

Las reacciones en los medios culturales consultados han sido de escepticismo y de esperanza de que la próxima Administración cambie el sentido de los premios. Lo primero que se ha cuestionado ha sido la propia naturaleza del premio nacional, "nada claro para la opinión pública", según José María Guelbenzu, porque no se sabe si se premia la mejor novela publicada este año, o al conjunto de una obra de autor que publique este año". Guelbenzu critica también el método: "Un premio nacional empieza a ser un poco absurdo si hay que presentarse". Y en este tienen que hacerlo el autor o la editorial. Y puede ocurrir, y de hecho ocurre, que buenas novelas se quedan, por pereza de los autores o despiste de los editores, sin concurrir. Es el caso, este año, por ejemplo, de Gramática parda, de Juan García Hortelano.

Premiar a Lindberg

El jurado, constituido por representantes de las instituciones culturales y de la Administración, también ha sido contestado por los intelectuales. Presidido por el Director General de Promoción del Libro, Matías Vallés, estaba constituído por el académico Manuel Halcón, el catedrático de Literatura, Alberto Navarro, Gregorio Gallego, como representante de la Asociación Colegial de Escritores, Juan Salvat por el gremio de editores, y el crítico de Abc Florencio Martínez Ruiz, además del premiado anterior, Gonzalo Torrente Ballester. "Con ese jurado", comentaba Juan Benet, "lo mismo se podía premiar a Castillo Puche que al coronel Lindberg".

Siete novelas

Siete han sido las novelas presentadas al Nacional: además de la premiada, La única libertad, de Marina Mayoral; Urraca, de Lourdes Ortiz; La ballena, de Jesús Torbado, Pesebres de caoba, de José María Requena, y Las naves quemadas, de J. J. Armas Marcelo. Lourdes Ortiz, una de las novelistas presentadas, ha dicho: "No me sorprende el fallo del jurado: es la cosa vinculada a lo que ha sido siempre. Cuando cambie, si cambia, se dará a gente por sus valores literarios más que nada".Según las declaraciones recientes del diputado socialista Salvador Clotas a este periódico, es idea de los socialistas "corregir la política de gestos con que se están llevando los premios y ayudas a escritores".

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