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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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El nuevo Gobierno, ante la cooperación internacional

Emilio Menéndez del Valle

El objetivo prioritario de la política exterior de todo Estado es defender los intereses nacionales de la comunidad comunidades a que representa. Cierto es que pueden darse diversas interpretaciones del concepto interés nacional y que un Gobierno de izquierdas podrá graduar o enfocar el concepto de forma diferente que un Gobierno de derechas. Pocos Gobiernos, sin embargo, :negarán su compromiso, al menos teórico, con los propósitos de las Naciones Unidas. A saber, el mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales, el fomento, entre las naciones de relaciones de amistad basadas en el respeto a la libre determinación de los pueblos y la realización de la cooperación internacional mediante la solución de los problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario.Cosa distinta es dónde poner el acento en la consecución de la paz (no es lo mismo la paz y el orden que han pretendido imponer los invasores israeIíes en Líbano que una paz justa para todas las partes) o dónde ponerlo en la realización de la cooperación internacional (no es igual el establecimiento de una relación neocolonial entre un Estado europeo y una antigua dependencia que la consolidación de una situación de verdadera cooperación entre dos socios estatales soberanos que intenta un beneficio equilibrado para ambas partes, por ejemplo, mediante la aceptación mutua de lo que el ministro francés para la Cooperación y su equipo entienden como contrato de codesarrollo).

En cualquier- caso, los objetivos-marco primordiales de un Gobierno progresista en las relaciones internacionales han de ser el mantenimiento de una paz justa (lo que lleva implícito el respeto a la autodeterminación) y la contribución al establecimiento de un nuevo orden económico internacional, lo que implicará Ia mejora de los pueblos y de los individuos en los campos social y cultural. No cabe duda de que un Gobierno que actúe en congruencia con esos principios estará, por definición, defendiendo los intereses nacionales, pues no de otra, manera puede funcionarse en el mundo interdependiente de hoy en día. Y si esos son los objetivo su arco, el principal instrumento para lograrlos es la cooperación. Por eso sostengo que la política exterior es esencialmente cooperación.

Al presentar, a finales de 1979, al secretario general de la ONU el informe Un programa para la supervivencia (recomendaciones establecidas por la Comisión Norte-Sur, por él presidida), Willy Brandt manifestaba: "Es indudable que el mundo, en el año 2000, estará superurbanizado y quizá superpoblado. Además, existe el peligro de que el 40% o más de la población mundial viva todavía en la pobreza y de que el hambre de amplios sectores de la población y los peligros de la destrucción vayan en aumento, si es que antes otra guerra mundial no ha destruido los cimientos de la civilización".

Este sombrío panoráma no tiene por qué ser necesariamente así, pero es muy probable que ló sea si los Estados no modifican a tiempo. el actual rumbo, si es que todavía están a tiempo. Por eso, ante una situación así, el próximo Gobierno esparíol no puede permanecer insensible. Ni por razones ideológicas ni por razones éticas, pero, tampoco por razones pragmáticas.

O todos o ninguno

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A los posibles sectores de la opinión pública española reacios a aceptar con entusiasmo la labor de gobierno relacionada con la cooperación internacional y la ayuda al desarrollo me permitiría decirles que lo que propongo es una cuestión de justicia y de ética internacionales. Pero también de sentido común.

Porque si hay millones de personas que se mueren de hambre en el mundo es porque algo no marcha y ese algo es, sin duda, el sistema socioeconómico actual. Y no marcha nipara unos nipara otros. Hace década y media la opinión egoísta. podría haber objetado que el sistema no funciona para el Sur, para. los países que alguien ha deflominado proletarios, pero que los países ricos lo son porque el sistema -su sistema- les conviene a ellos. Sin embargo, desde la gran crisis de 1973, con su origen en el complejo tinglado del petróleo, nada se desenvuelve a satisfacción de nadie. Como ya decía Kurt Waldheim en 1975, "el sistema internacional de relaciones económicas y comerciales concebido hace-treinta años es hoy manifiestamente inadecuado para las necesidades de la comunidad mundial en su conjunto. En el pasado, la acusación contra ese sistema era que funcionaba bien para los ricos y que iba dirigido contra los pobres. Hoy ni siquiera se puede decir que funcione bien para los ricos, lo que constituye un incentivo adicional para desarrollar un nuevo orden económico".

Por eso, el mero sentido común sugiere que el próximo Gobierno de España debe ser firme partidario, en los temas de cooperación internacional y ayuda al desarrollo, de lo que podríamos denominar escuela del interés mutuo, cuyo prin )al eslogan -podría consistir en ayudemos al Sur (países subdesarrollados económicamente) para ayudarnos a nosotros mismos. Porque, a la postre, la conclusión es ésa. Quien no desee reaccionar por estricto imperativo de justicia distributiva, el imperativo categórico que impone la ineludible interdependencia económica del mundo en que vivimos, le hará comprender que el Norte rico o semirrico industrializado se hundiría si no ayuda a auparse a un Sur sumido en el subdesarrollo.

De modo que si no es por ideología, por elemental sentido común y por simple decencia colectiva hemos de contribuir a hacer frente, entre todos, al subdesarollo. En caso Contrario, como ya indicaba en los años sesenta el entonces secretario general de la ONU, U Thant, "es casi seguro que nos exponemos a una catástrofe que aniquilará hasta los países más prósperos y estables. Y no podemos permitir que la historia diga de nosotros que, cori nuestros conocimientos y técnicas, nos hemos dejado aniquilar por una catástrofe previsible y prevista desde hace tanto tiempo".

Obviamente pretendo, y no creo exagerar, presentar la imagen dramática pero- real de nuestro mundo de hoy. Como se recalca en el informe Brandt, existen en la actualidad dos frentes que desgarran el planeta. Por una parte, los países altamente industrializados se oponen en el conflicto Este-Oeste. Por la otra, en el enfrentamiento Norte-Sur se oponen los países altamente industrializados del Norte con los países en vías de desarrollo del Sur.

Así las cosas, la mira básica de la cooperación debe ser, por un lado, el contribuir a los esfuerzos de los países subdesarrollados (receptores de ayuda) por elevar su nivel de vida, esto es, por salir del subdesarrollo. Por otro lado, la cooperación debe fomentar las iniciativas tendentes al establecimiento de un nuevo orden económico internacional. Entre otras cosas, ello implica la prestación de asistencia a estos países en el más amplio sentido del término (desde aportaciones financieras para compras de bienes de equipo hasta prestación por España de asesoría técnica y entrenamiento).

Hay que decir que, en relación con otros sistemas de cooperación (Francia, Reino Unido) gozamos de ciertas ventajas no bien utilizadas hasta ahora. Por un lado, poseemos una tecnología no excesivamente sofisticada, pero de calidad más que suficiente, que se adapta perfectamente a los países susceptibles de cooperación. Por otro lado, en lo que se refiere a Africa y países árabes tenemos la ventaja, en general, de poder exhibir la ausencia de un pasado colonial inmediato, a diferencia precisamente de Londres y París. Favor al que hay que unir (tanto"en relación con Africa y mundo árabe como con Latinoamérica) el que podamos presentarnos como país económicamente no temible. Nuestra potencia económica es lo suficientemente considerable como para articular con éxito un programa de cooperación proporcinal a nuestros recursos, y, no obstante, no es tan grande como para poder -en caso de que existiera voluntad política para elloejercitar determinadas veleidades neocolonialistas.

Fórmulas para actuar

Para terminar, y de modo sintético, me gustaría exponer un catálogo de conceptos, ideas y datos:

1. El próximo Gobierno español hará lo posible por convencer a sus homónimos occidentales -en especial al norteamericanode que no todo conflicto que surge en el Sur está motivado por la URSS. Muy a menudo, esos conflictos son expresines de la miseria, la explotación, el racismo y la opresión de las libertades individuales y colectivas.

2. Los pueblos tienen derecho al desarrollo.

3. Estabilidad no es igual a in-. movilidad.

4. El desorden económico mundial daña a todos, al Norte y al Sur. Es preciso establecer, entre ambos, unas nuevas reglas del juego.

5. El Norte y el Sur han entrado juntos en la gran crisis económica que nos agobia y no podrán salir por separado. La cooperación es indispensable.

6. Conveniencia de estableceruna alianza- estratégica entre ciertós países del Norte y la mayoría de los del Sur.

7. Oportunidad de favorecer una política de transferencia de recursos del Norte al Sur, pero arbitrando los procedimientos para evitar crear una nueva relación de dependencia.

8. Los problemas Norte-Sur son los más acuciantel que los Este-Oeste. Necesidad de desvincular los unos de los otros.

9. Será preciso, no obstante, combinar adecuadamente el realismo en los temas Este-Oeste con el idealismo de los temas NorteSur.

10. El desarrollo de los países económicamente subdesarrollados constituye la nueva frontera de los países industrializados y es, a la vez, la clave de su desarrollo económico.

11. Una política de cooperación occidental contribuirá a convencer a los países del Tercer Mundo de que pueden llamar a otra puerta que no sea Moscú y puede ofrecerles una interesante vía no alineada entre los dos grandes.

12. El éxito de una política de cooperación y ayuda al desarrollo internacional dependerá, en buena medida, de una política exterior coherente, que sepa integrar simultáneamente una visión ética y realista del mundo, firmemente asentada en un consenso social y político y en una economía saneada en casa.

Emilio Menéndez del Valle es experto del PSOE en relaciones intemacionales.

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