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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La resistencia en Polonia

El pasado 31 de agosto, segundo aniversario del acuerdo entre los obreros del litoral báltico y el Gobierno, las violentas manifestaciones callejeras que se extendieron por la principales ciudades polacas reafirmaron una vez más la voluntad de lucha por la recuperación del sindicato Solidaridad. Los medios de información gubernamentales afirman, sin embargo, que han sido tan sólo "pequeños grupos" de aventureros", "gamberros", "adolescentes" quienes actuaron obedeciendo órdenes desde Munich, a través de la radio Europa Libre. ¿Han sido de veras "grupos pequeños" o "mucho más reducidos de lo que esperaban los adversarios del socialismo"?Las manifestaciones del 31 de agosto fueron mucho más numerosas y mejor preparadas que las del 3 de mayo último, a pesar de la propaganda del miedo, acelerada desde principios de agosto, y más violentas que las huelgas locales de quince minutos del pasado 13 de mayo.

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Después del 3 de mayo, la policía detuvo aproximadamente a 1.370 personas, pero nadie fue muerto a tiros en la calle. Esta vez fueron arrestadas alrededor de 4.100 personas y varios manifestantes perdieron la vida en las calles de Lubin, Gdansk y Wroclaw. Las sentencias rápidas y muy severas para los detenidos, en su mayoría jóvenes obreros, estudiantes y alumnos de institutos, demuestran también un mayor nerviosismo del aparato del poder.

Los que estaban en la calle simplemente dejaron de tener miedo antes que otros. Los que permanecieron en sus casas aplaudían la manifestación, mientras que ésta fue una marcha pacífica, y cuando cargaba la policía se podían oír desde las ventanas los gritos: "¡Gestapo!" y "íAbajo la Junta!". -

Toda dictadura, no solamente la militar-burocrática, menciona frecuentemente la llamada mayoría silenciosa. Si la mayoría silenciosa permanece callada, está en sus casas y no protesta públicamente, la elite del poder lo interpreta como un apoyo para ella. El equipo del general Jaruzelski quiere pensar que en el futuro serán capaces, ellos mismos o cualquier otro Gobierno compuesto por comunistas, de lograr el apoyo activo de la mayoría de los polacos.

La historia, después del año 1945, demuestra que esto es un vaticinio harto dudoso. Hoy, después de tantas experiencias dolorosas del modelo soviético del socialismo burocrático, después de miles de mentiras y abusos por parte de los políticos del POUP (Partido Obrero Unificado Polaco) y, en fin, después de la declaración del estado de guerra interna contra la inmensa mayoría de los polacos, los hombres del poder se encuentran ante un vacío social.

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El aparato gubernamental no es respetado, sus órdenes son infringidas siempre que es posible, porque, aparte de la violencia policial-militar, tiene pocos medios para poder aplicarlas fácilmente. La propaganda es fatal y nadie confía en ella. No hay dinero ni bienes materiales para poder corromper grupos importantes de trabajadores; el que hay apenas es suficiente para comprar a los funcionarios y burócratas.

Además, la elite del poder no tiene a ninguna personalidad política que goce de popularidad entre la sociedad, con autoridad moral e intelectual indiscutible.

Y, a pesar de que la policía utilice eficazmente los cañones de agua y los gases lacrimógenos (atacando muy a menudo y conscientemente a los transeúntes y no a los manifestantes), esto no demuestra que el Gobierno del general Jaruzelski tenga derecho y sea capaz de gobernar en Polonia.

Aplastar las protestas y paralizar el pensamiento crítico no es lo mismo que gobernar un Estado y de manera sabia organizar su economía. Amenazar a la nación con la fuerza militar propia y la de los aliados del Este no es lo mismo que resolver los problemas sociales de los polacos.

Es más fácil, sin embargo, mantener el poder que utilizarlo eficaz y democráticamente. Los comunistas de la Europa oriental han demostrado ya que saben tomar y mantener el poder, utilizando en la mayoría de los casos la fuerza y la trampa, pero no han sido capaces de convencer a la mayoría de sus naciones de que los partidos comunistas sepan utilizar sabiamente el poder y que tengan el derecho moral a este poder.

La paradoja polaca

A pesar de que es difícil considerar las manifestaciones del 31 de agosto como un éxito indudable de los líderes de la resistencia, tampoco son un éxito de la llamada normalización. La paradoja polaca consiste en que tanto el Gobierno como el partido comunista son demasiado débiles para gobernar con seguridad y, al mismo tiempo, los partidarios de Solidaridad son demasiado débiles para influir eficazmente en las decisiones de la elite del poder.Todos los participantes en la lucha por el futuro de Polonia son demasiado débiles para decidirla en su favor. Además, el Gobierno polaco no está capacitado para negociar los compromisos sin el visto bueno previo del Kremlin. Se mantiene, pues, un empate político, y mientras, la economía se hunde. El descenso de la renta nacional se mantiene en el nivel del 7% al 8% respecto al mal año 1981.

La sociedad, en su mayoría, permanece en una rebeldía silenciosa, sin querer invertir sus esperanzas y energías en la colaboración con la burocracia gobernante. Las emociones que dominan son una mezcla de miedo a la represión y odio rabioso hacia el aparato del poder. El miedo y el odio probablemente no se convertirán en respeto y perdón.

Entre el miedo y el odio

Lo que los generales comunistas y los funcionarios han hecho el 13 de diciembre probablemente nunca les será perdonado por la memoria nacional. Pero antes de que desaparezcan en deshonor e infamia es posible una evolución del ambiente en la sociedad. El odio apasionado ya pierde su temperatura y se convierte en un desprecio frío. El temor a las represiones -como lo demostró el 31 de agosto- también disminuye.Preveo que durante los próximos meses va a disminuir el miedo y aumentar el desprecio entre los hombres del trabajo frente a los hombres del poder.

La actividad clandestina seguirá desarrollándose, junto con su propia Prensa (incluyendo los serios trimensuales políticos como Almanaque del Estado de Guerra, Llamamiento, Crítica), con su propio sistema de comunicación, con una red de asesores y expertos proyectando una política de alternativa.

A pesar de las detenciones de los militantes de Solidaridad y a pesar del anunciado proceso de los líderes del Comité de Autodefensa Social (KOR), la clandestinidad política no desaparecerá. Muchas cosas permiten cree que si renace, incluso dentro de poco tiempo -lo que es muy dudoso- el movimiento sindical, legal Solidaridad, las formas clandestinas de oposición democrática se convertirán en algo duradero.

Jan Morawski es el seudónimo de un profesor universitario polaco.

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