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Entrevista:

Maurice Duverger: El 'socialismo a la francesa', garantía para las libertades democráticas y la eficacia económica

Ante la visita oficial que hoy inicia a España el presidente francés, François Mitterrand, el profesor universitario, escritor, experto constitucionalista, politólogo Maurice Duverger analiza para EL PAÍS las características esenciales del socialismo galo, sus resultados y perspectivas al cabo del primer año. Mientras Raymond Aron (véase EL PAÍS de ayer) observa con severidad el socialismo a la francesa, Duverger lo valora como el instrumento capaz de desarrollar las libertades democráticas y la eficacia económica.

Pregunta. ¿Cómo definiría usted el socialismo a la francesa?Respuesta. No es una definición; existen dos clases de socialismo: el comunismo o "socialismo de lo real", que yo pongo entre comillas porque es todo lo contrario. Y la socialdemocracia, que acepta el capitalismo, pero introduce más igualdad social. Pues bien, frente a estas dos formas de socialismo, el francés ofrece dos características. En primer lugar, se desarrolla en el marco democrático occidental y se propone ampliar más las libertades. En segundo lugar, se aparta del capitalismo en un punto esencial. Este último no consigue la eficacia económica por medio de la economía de mercado, por ello, el socialismo a la francesa se dota de un sector público poderoso con la nacionalización del crédito y de una parte de la economía.

P. ¿Qué explicación justifica hoy esas nacionalizaciones?

R. El que la iniciativa privada sólo se interesa por el provecho inmediato, y no a largo plazo. Un ejemplo: los franceses exportamos tecnología, armas, ferrocarriles, tecnología nuclear. Y esto se debe a la iniciativa pública, porque este tipo de inversiones no le interesan a las empresas privadas. Por todo ello, la eficacia económica del socialismo francés hay que juzgarla más adelante, cuando todas las reformas sean operacionales. Pero conviene anotar igualmente que el socialismo a la, francesa no suprime el sector privado y se mantiene sometido a las leyes del mercado internacional. Aunque el Estado debe permanecer vigilante, con el fin de corregir posibles excesos y de favorecer la mayor igualdad social posible.

P. Un año después de la llegada al poder de los socialistas, ¿cuál es su balance?

R. Jamás, a lo largo de la historia de la República, se han hecho tantas reformas: descentralización, impuesto sobre la fortuna (aunque sólo sea un símbolo por ahora), aumento de salarios bajos, ampliación de los derechos de los trabajadores, supresión de la pena de muerte, supresión de los tribunales de excepción y de los tribunales militares, medidas sociales.

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La dificultad económica

P. ¿Y el balance económico?R. Yo diría que en ese terreno es donde el Gobierno se ha topado con una de sus dos dificultades mayores durante el primer año. Se ha manifestado muy optimista en economía. Ahora bien, el monetarismo es falso, mientras que la política de relanzamiento que practicaron los socialistas, en el origen, era la política justa. A mi entender, el Gobierno ha sido demasiado generoso, aunque no conviene olvidar que si el socialismo está hoy en el poder es porque la crisis económica fue administrada de manera egoísta por la derecha. Y Por lo que toca a la devaluación reciente, son los dirigentes actuales quienes tienen más posibilidades de contar con la colaboración de los trabajadores para soportar el bloqueo de salarios, porque los primeros gozan de la confianza de los segundos. Hay que esperar a finales de año para saber si el plan de austeridad establecido es eficaz. Si los resultados no fueran buenos, la situación de la izquierda sería difícil.

P. ¿Cuál es la otra gran dificultad para los socialistas?

R. Me refiero a lo que puede calificarse de talón de Aquiles del poder actual: los sindicatos. En todos los países socialdemócratas, el partido cuenta con un gran sindicato que encauza a los obreros. En Francia esto no es posible, porque son débiles (el 20% de afiliados de la población laboral) y porque están divididos. De las tres grandes centrales, la CGT es la correa de transmisión del partido comunista, la CFDT cobija una base izquierdista en parte y la FO defiende los intereses de los trabajado res a corto plazo. Como consecuencia de esta situación, predominan la demagogia y el exceso de ideología, que, a su vez, revelan los dos grandes defectos de nuestros sindicatos: el cretinismo de la CGT, que ahora, a la vista del plan de austeridad, aprueba el bloqueo de precios y no el de salarios, y el corporativismo general.

P. ¿Cuál es el destino del Partido Comunista francés (PCF) en el Gobierno actual?

R. El PCF actual representa en nuestro país la consecuencia de una tradición histórica francesa revolucionaria, complementada por un cierto retraso en las primeras etapas de la era industrial. Pero hoy, los problemas de la sociedad francesa son otros y el PCF ya no corresponde a las exigencias modernas. Por lo que concierne a su situación presente en el Gobierno y a su futuro, me permito recordar que en 1952 ya dije que el PCF empezaría a bajar el día que entrara en el Gobierno. Su postura no es fácil: ellos no quieren la alianza con los socialistas, pero sus electores sí. No pueden romper la alianza, pero sueñan con ello. Es bueno que estén en el Gobierno para que se encaren con las realidades y para que trabajan bien. Estimo que no van a abandonar la alianza con los socialistas, pero deben pagar el precio por ello, sobre todo la CGT.

P. ¿Qué le recetaría usted hoy al Gobierno para que mantenga su popularidad?

R. Que sea más riguroso y más equitativo a la hora de repartir los sacrificios.

El problema vasco

P. Las relaciones franco-españolas, por unas u otras razones, no son fáciles. ¿Por qué?R. Así es, en efecto, y no resulta simple explicarse. Personalmente siento el problema a dos niveles diferentes. En primer lugar, yo diría, de una manera psicológica: me siento bien con los españoles, tengo amigos españoles, voy a España y me encuentro perfectamente, pero llega un momento en que algo no funciona. El español pone nervioso al francés y viceversa. Esto es superficial, quizá, pero es así. En segundo lugar, claro, existen los problemas, como el vasco y el comunitario actualmente. Este último debe de resolverse, sin duda alguna. El grave es el vasco. Los franceses, hay que reconocerlo, manifiestan una actitud no totalmente desfavorable ante el terrorismo. Esto procede de la época de la resistencia.

Por otra parte, existe ese País Vasco español a caballo del francés. En fin, de todas maneras, yo creo que se progresa, como lo prueba el que la policía francesa ahora funciona. Y ni que decir tiene que yo, personalmente, considero escandaloso el terrorismo vasco.

Más información en página 19

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