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Reportaje:Un año de socialismo a la francesa / 4

Grenoble, una ciudad piloto para el cambio de sociedad en Francia

Grenoble, desde hace más de veinte años, es una ciudad modelo del hexágono galo, el laboratorio del futuro. Aquí nació la nueva izquierda, y en esta ciudad son protagonistas especiales la investigación atómica, los 30.000 estudiantes que pueblan su universidad y los centros culturales que ofrecen todas las posibilidades de creación. La municipalidad socialista ha prefabricado ya el difícil ensamblaje de los dos elementos aportados por la sociedad de consumo: la cantidad y la calidad. En Grenoble, el socialismo a la francesa se ha convertido en un anticipo del futuro.

El hotelero de Grenoble se extraña cuando se le pide un taxi: "Esta es la ciudad de los autobuses, de las calles peatonales. Nosotros ya vivimos en el futuro". El ministro de Cultura, Jack Lang, dijo en público lo mismo, pero de otra manera: "Grenoble, ciudad piloto, ciudad faro".El responsable del Centro Dramático de los Alpes, A. Champesme, retoca más aún la imagen universal, y francesa en particular, de esta aglomeración de 170.000 habitantes: "Esta es una ciudad nueva porque no tiene historia, sino historias. Aquí se han hecho todas las experiencias culturales, políticas, nucleares, urbanas. Aquí se crea, lo creado es recuperado inmediatamente y se vuelve a crear otra vez.

Pierre Frappat, profesor de economía, elector de la izquierda en mayo de 1981, como el 60% de la ciudad, autor de Grenoble, el mito herido, considerado como el mejor libro sobre el lugar, recuerda lo que, de un cuarto de siglo a esta parte, testimonian otros libros, artículos, estudios: "Grenoble es la ciudad que prefigura la Francia de mañana".

Todos los ciudadanos de esta capital de los Alpes Franceses se sienten orgullosos, y celosos también. Cultural, política, atómica, socialmente, "Grenoble es la Brasilia de Francia.

El diputado y alcalde de la ciudad, Hubert Dudebout, en 1977, tras una serie de atentados, advirtió: "En la medida en que Grenoble se anticipa con frecuencia, cabe pensar que se está ensayando el terrorismo aquí antes de extenderlo al resto de Francia".

El primer año del mitterrandismo en Grenoble es el escaparate que ya ofrece la muestra del futuro del socialismo a la francesa. Champesme, el responsable cultural en el Centro Dramático de los Alpes, comunista íntegro: "En un año no se han producido grandes cambios. En lo nuestro, en lo cultural quiero decir, la población no ha modificado en nada su comportamiento. Sigue viniendo al teatro y participando ampliamente como antes. No hemos ganado ni un espectador. Eso sí, las subvenciones han aumentado el 30%, y eso es importante, como lo es el que se nos respeta más".

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¿Qué piensa usted del mitterrandismo? "Tiene un aspecto positivo, puesto que conlleva logros sociales, mejoras de orden moral. Pero, por otra parte, me parece negativo. Con la política que se lleva a cabo, en cierta medida, se está preparando el terreno a los otros, que volverán en avalancha. Se ha creado el riesgo de cambio de sociedad, pero no se ha cambiado de sociedad. Al fin y al cabo, la derecha podía haber hecho todo lo que está haciendo la izquierda. Los socialistas, en suma, no tienen una política y no saben muy bien lo que hacer. A mi juicio, se impone una radicalización. Pero los electores socialistas no la desean y, por anadidura, el ejemplo de los países del Este comunista no arregla las cosas. Sin radicalización no veo claro el futuro del poder socialista.

En esta ciudad no hay burguesía, ni proletarios, es decir, hay cuadros y empleados, lo que también puede ser un presagio.

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Pont de Claix es uno de los pueblos nuevos de las inmediaciones de Grenoble. El alcalde, Michel Couetoux, comunista, se queja, porque entre sus 9.000 administrados hay 318 parados, y el año pasado había 250. La política social es avanzada: cada día, el municipio invita a comer a seiscientas personas necesitadas.

A otros se les ayuda en metálico. Couetoux, como él mismo advierte, recita el discurso oficial del Partido Comunista: "Para mí, como alcalde, lo primero que ha cambiado es la relación con la Administración, ahora hay posibilidades de negociación y antes se rechazaban. Pero, un año después, los sindicatos y los obreros se plantean preguntas. No se sabe cómo se van a emplear las nacionalizaciones. Hay fuerzas sociales que se oponen al cambio, y esto sólo puede superarse con conflictos sociales. Nuestros problemas con los socialistas han cambiado porque gobernamos juntos, pero seguimos pensando de manera diferente sobre las libertades.

Michel Belakoski es ingeniero del Centro de Estudios Nuclares de este paraíso del saber electrónico que es Grenoble, en el que 7.000 personas trabajan en la electrónica y la informática. El socialista Belakoski considera que, con el cambio, se ha producido algo fundamental, "antes, existía una ruptura entre lo político y lo científico. Ahora se trata de ver cómo la ciencia puede jugar un papel en la sociedad. Realizar esto no es fácil. Aún vivimos demasiado pendientes de lo que se hace en Estados Unidos, pero se ha iniciado el proceso de mentalización, y Grenoble puede ser el polo de concentración del esfuerzo necesario para encarar el desafío que representan los americanos y los japoneses en el sector de la microelectrónica".

¿Cómo vive el socialismo a la francesa esta ciudad? "Para los más, el cambio es demasiado lento, consideran que el personal responsable no ha sido reemplazado. Hay satisfación porque la izquierda está en el poder, pero la gente se pregunta si el Gobierno sabe realmente lo que quiere hacer. Sobre todo, los que no son militantes (el Partido Socialista tiene 200.000 militantes en todo el país) son muy críticos: ni ven resultados ni están persuadidos de que los habrá. Inquieta la incoherencia del Gobierno, aunque se aprecia la sinceridad de algunos ministros, como Delors y Rocard. Pero la resistencia de los franceses, su individualismo, me inquietan cara al futuro, me angustian".

Falta la movilización

Frappat, el profesor de Economía, votante de Mitterrand: "En primer lugar hay que recordar que la victoria de la izquierda fue preparada con dificultades. Me refiero al conflicto serio entre los comunistas y los socialistas y también, al que originaron las dos sensibilidades del Partido Socialista: la mitterrandista y la rocardiana. Esto deja huellas que no se han superado hoy. Y de aquí procede, en gran parte, la falta de movilización del electorado de la izquierda. Yo, personalmente, estaba muy contento el día 10 de mayo de 1981, pero después no he encontrado la manera de traducir en hechos esa euforia. Actualmente me encuentro decepcionado, porque continúo siendo un espectador, como antes. No existe un proyecto político movilizador"

En las elecciones cantonales del pasado mes de marzo, la administración local de izquierdas grenoblesa patinó. Los dos tercios de la ciudad votaron para elegir a tres consejeros generales, y los tres fueron a parar a manos de la oposición.

El líder del neogaullismo, Alain Caignon, consejero general, es contundente: "Nuestra decepción es total. Todo lo que temíamos se está confirmando. La economía se degrada fatalmente. Las municipales del año próximo serán una prueba decisiva. Grenoble es un escaparate de lo que va a ocurrir en Francia. Hace dieciocho años nació aquí la nueva izquierda, y esas municipales anunciarán el declive definitivo del poder socialista".

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