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Reportaje:

Los conflictos fronterizos enfrentan a los países latinoamericanos

A la conflictividad social de América Latina, que tiene sus ejemplos extremos en la guerra civil de El Salvador y en la permanente actividad guerrillera de Guatemala y Colombia, se han sumado durante los últimos meses media docena de enconados litigios fronterizos que suponen una nueva amenaza para la paz casi siempre frágil de este continente. La reciente guerra entre Perú y Ecuador por un antiguo contencioso territorial puede ser sólo un anticipo de nuevos enfrentamientos de carácter nacionalista.

La mayoría de estos conflictos nacen al término de las guerras de independencia contra España, fruto de la falta de límites precisos entre las antiguas capitanías generales, que básicamente dieron origen a las naciones americanas.Este es el caso del Beagle, el de Perú-Ecuador, el de Venezuela-Guyana y el de la isla colombiana de San Andrés, que Nicaragua reclama para sí. El conflicto entre Nicaragua y Honduras tiene distinto origen: aquí no hay reclamaciones de territorio, sino el enfrentamiento entre dos sistemas políticos opuestos y la acusación nicaragüense de que el Ejército hondureño protege las incursiones armadas de los contrarrevolucionarios somocistas. Finalmente, Venezuela y Colombia se disputan las aguas del golfo de Venezuela, que encierran una gran riqueza petrolera.

No se hace referencia aquí a algunas reclamaciones históricas, como la salida al mar de Bolivia, que, por ahora, parecen esperar mejores días. Sólo se recogen los seis conflictos que semejan hoy volcanes en erupción.

Honduras-Nicaragua

Hoy es la frontera más «caliente» de América Latina. Algunos militares hondureños, alentados por medios de comunicación ultraderechistas no ocultan su proclividad a una guerra de castigo contra los sandinistas.Ambos países tienen una frontera común cercana al millar de kilómetros, trazada en gran parte en virtud de un arbitraje de Alfonso XIII a comienzos del presente siglo. Una gran parte de esta frontera no hace sino separar selvas deshabitadas a ambos lados. Los enfrentamientos han tenido por escenario la zona próxima, al Pacífico, a ambos lados del río, Guasaule.

El verano de 1979, tras el triunfo sandinista, se instalaron aquí más de 4.000 ex guardias somocistas. Los campamentos iníciales fueron desmantelados, pero la mayoría se quedó en la zona y desde aquí efectúan incursiones a territorio nicaragüense. Unas veces, para saquear y robar ganado. Otras, simplemente, para atacar a las patrullas sandinistas.

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Nicaragua asegura que desde la caída de Somoza se han producido más de cien bajas en las milicias sandinistas a manos de estas bandas. Honduras replica que una frontera tan extensa le resulta incontrolable.

Los sandinistas insisten en que el Ejército hondureño protege a los somocistas cuando éstos son perseguidos por los soldados nicaragüenses. Con fuego de fusiles y a veces de artillería, los hondureños cubren la retirada de los ex guardias después de sus incursiones.

Por su parte, el Ejército de Hónduras arremete contra Nicaragua porque las tropas del país vecino violan una y otra vez su territorio.

En lo que va de mes se han registrado un mínimo de tres encuentros armados entre fuerzas uniformadas de los dos países. Los propios partidos políticos hondureños, que están elaborando una constitución que les permita convocar elecciones a fines de año, han pedido al Gobierno del general Policarpo Paz que controle a los somocistas residentes en el país, a fin de evitar una eventual guerra que daría al traste con el proceso democrático en marcha.

La situación se ha enconado tanto que el presidente mexicano, José López Portillo, se ha ofrecido a mediar en una negociación para normalizar las relaciones.

Nicaragua-Colombia

El Gobierno sandinista planteó el pasado año una reclamación sobre la isla de San Andrés y dos islotes adyacentes, basándose en su mayor cercanía a la costa nicaragüense que a la de Colombia. La reacción del Gobierno de Julio César Turbay fue de una increíble violencia. Llegó a amenazar con la guerra. El Gobierno nicaragüense replegó velas y afirmó que en ningún caso pensaba llevar adelante su demanda por la vía de las armas.En un claro intento de reafirmar su soberanía sobre la isla, el presidente colombiano viajó poco después a San Andrés y anunció inversiones importantes para mejorar los servicios de esta isla.

Colombia-Venezuela

En este caso no son tierras lo que se disputan, sino las aguas del golfo de Venezuela, que encierran una gran riqueza petrolífera todavía no cuantificada, precisamente por tratarse de una zona en litigio. Este golfo es una continuación del mar interior de Maracaibo, de donde extrae Venezuela la mayor parte de sus hidrocarburos.Misiones de los dos países negociaron durante el pasado año un tratado para solventar sus diferencias. Al principio, cada cual exigía prácticamente todo el golfo. Después de una infinidad de reuniones, se llegó a un principio de acuerdo, consistente básicamente en el trazado de una línea equidistante.

Pero el acuerdo quedó varado en la presidencia venezolana. Luis Herrera Campins resumió hace unos días su posición en los siguientes términos: «En efecto, se alcanzó un principio de acuerdo entre las dos comisiones, pero yo he defendido siempre que no se firme el tratado mientras no exista en el pueblo venezolano un consenso sobre su texto. Y ese consenso todavía no existe». Lo que sucede es que no se sabe con exactitud dónde está el petróleo, y el cambio de un grado en el trazado, de la línea de separación puede suponer la perdida de millones de dólares.

Militares venezolanos y colombianos se han mostrado en extremo duros y, en ocasiones, han llegado a defender posiciones abiertamente belicistas para resolver lo que cada uno considera un expolio del vecino. La falta de límites favorece a Venezuela, que está explotando ya pozos petrolíferos en el golfo,

Varios políticos han llegado a proponer la exploración y explotación conjunta del petróleo submarino, pero los gobernantes temen la ira popular. La opinión pública de los dos países se encuentra enardecida contra sus vecinos, y una eventual guerra contaría seguramente con el apoyo de las mayorías.

Venezuela-Guyana

Si los sentimientos populares fueran determinantes de las guerras, un enfrentamiento entre Colombia y Venezuela seria casi inevitable por el dominio de un pequeño golfo. Con Guyana existe un contencioso territorial sobre 150.000 kilómetros cuadrados (casi la tercera parte de España), pero en este caso el tema no ha calado realmente en la opinión pública.La zona en litigio es la cuenca del río Esequibo, que el imperio británico ocupó mientras Bolívar luchaba contra los españoles. Este territorio nunca perteneció, de hecho, al Estado soberano de Venezuela, pero sí a la capitanía general que dio origen a este país. Desde la ocupación británica, el Gobierno venezolano ha mantenido su reclamación, primero ante la metrópoli, y luego, ante el Gobierno de Guyana. Venezuela, que se precia de ser el único país del mundo que nunca ha sostenido una guerra con sus vecinos, ha elegido el camino de la denuncia permanente en lugar de la amenaza bélica.

Las autoridades guyanesas han iniciado un programa de desarrollo del Esequibo qué ha merecido una airada protesta venezolana. La cancillería de Caracas ha enviado por todo el continente misiones especiales para explicar el origen de su reclamación territorial. Tarnbién esta zona del Esequibo parece propicia para el petróleo, máxime después de haberse encontrado grandes yacimientos en el delta del Orinoco.

Perú-Ecuador

La delimitación de fronteras entre estas dos naciones ya ha provocado dos guerras, siempre con desastrosos resultados para el Ejército ecuatoriano. El último enfrentamiento tuvo lugar a finales de enero, cuando cada Gobierno acusó al otro de invasión.El frágil alto el fuego alcanzado entonces no ha resuelto la vieja disputa. Perú dice que, de acuerdo al convenio firmado en Río de Janeiro en 1942, los límites están perfectamente definidos, excepto en un tramo de 72 kilómetros, que, en su opinión, deberían completarse en negociaciones bilaterales. Ecuador se niega a aceptar los límites de Río de Janeiro porque le fueron impuestos bajo la presión de las armas (un tercio del país había sido ocupado por el Ejército peruano), y exige que se renegocie toda la frontera común.

Para dificultar aún más el tema, del territorio reclamado por Ecuador extrae Perú la mayor parte de su petróleo.

Argentina-Chile

El canal del Beagle es otro punto de permanente conflicto entre Argentina y Chile desde el siglo pasado. El arbitraje papal parece condenado al fracaso, una vez que Argentina ha reiterado su oposición a que Chile tenga acceso territorial al Atlántico sur. La propuesta del Papa concedía a este país la soberanía sobre algunas pequeñas islas que tienen vertiente atlántica.Por razones estratégicas, parece probable que Argentina prefiera diferir indefinidamente un acuerdo antes de aceptar esta proposición, en tanto que Chile se niega a reconsiderar el texto. Los dos países parecen haber optado por una guerra de espionaje que ya ha provocado varias detenciones y el cierre de su frontera común.

Un general argentino ha sido sancionado por defender públicamente la guerra, y otros militares de este país no ocultan su convicción de que les bastarían unos pocos días para ocupar la vecina nación. Fuentes militares occidentales no comparten este punto de vista. Chile posee una poderosa fuerza aérea que, en caso de una guerra abierta, podría causar serios daños en un país como Argentina, que concentra a la mitad de sus habitantes en tomo a Buenos Aires.

En el conflicto del Beagle también ha surgido el petróleo como elemento distorsionador. Argentina ha descubierto importantes yacimientos de crudos pesados en el extremo sur de la costa atlántica, y parece seguro que estas bolsas petrolíferas se prolongan hasta el Beagle.

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