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La última de las grandes "madames" de París comparece ante los tribunales

Madame Claude, la de la famosa película, no le llegaba «a la altura del tobillo». Quien así habla es madame Billy, la última de las legendarias propietarias de las elegantes «casas de citas» parisienses, que ahora, al final de una larga carrera, se enfrenta a la persecución de la justicia francesa. Entre sus clientes figuraban el rey Faruk y el presidente Sukarno, de Indonesia, aunque la famosa madame se ha prometido no utilizar nombres para defenderse.

Madame Billy, la última propietaria de una «casa de vicio» parisiense, dispensadora de los más variados placeres a los grandes del mundo, compareció el lunes ante un tribunal de la capital francesa para responder del delito de proxenetismo. Madame Billy, de 79 años, que ha dirigido su célebre establecimiento de la calle de Paul Valery, número 4, durante 38 años, desde 1940 a 1978, está indignada. «No entiendo que haya habido que esperar 38 años para dictar un procesamiento contra mí», declaró ante la audiencia. «Soy conocida en el mundo entero», afirma, con orgullo, la vieja dama, todavía elegante dentro de su abrigo de visón, los cabellos teñidos de rubio, un pequeño bastón entre sus manos.Ella, que ha conocido, en efecto, la tolerancia de las autoridades durante la ocupación alemana, después de las dos repúblicas que la siguieron, no niega que trabajaba en la ilegalidad desde que una ley dictada en 1946 suprimió las «casas cerradas» en Francia.

«Nuestras actividades eran bien conocidas por los servicios de la policía», afirma la célebre señora, que no oculta su opinión de haber servido bien tanto a la República como a sus bien situados amigos.

Retirada desde hace dos años, madame Billy responde por primera vez de un delito ante la justicia. El propio presidente del tribunal ha tenido la oportunidad de constatar que su, expediente judicial estaba completamente virgen. «Estoy serena, pero nunca es agradable comparecer ante la justicia por un asunto tan ridículo». Sin disimular su amargura, la última de las viejas madames de París estima que el caso judicial emprendido contra ella ha sido iniciado desde medios oficiales.

Faruk y Sukarno, entre sus clientes

Elegante en sus maneras madame Billy asegura que no ha querido responder a cuestiones indiscretas en el curso de la instrucción del sumario, y añade que no citará ningún nombre ante la audiencia con el fin de defenderse. Entre sus clientes más importantes nadie se olvida, sin embargo, en estos días del rey Faruk de Egipto y del desaparecido presidente Sukarno, de Indonesia, entre otros.La mejor defensa de madame es que ella no dirigía un burdel. «Me horroriza esa palabra», dice, aunque, se llamase como se llamase, el negocio le proporcionaba importantes beneficios.

Hace dos años, la ahora procesada se deshizo del hotelito particular donde dirigía a sus «pensionistas». «Una gran familia», dice. «Todas voluntarias, a veces de excelente familia, pero con problemas económicos». Madame Billy quiere dejar a entender que vendió su negocio gracias a un consejo. Lo cierto es que las dos propietarias actuales, que quisieron seguir sus actividades, se encuentran en estos momentos en prisión. La propia madame Billy se encuentra en libertad provisional bajo una fianza de 450.000 francos (unos ocho millones de pesetas).

Con un poco de pesar en la voz, la anciana madame concluye: «Ya no queda nada de eso en París... Y los señores se van a otros lugares...». Evocando el pasado y a una de sus antiguas colegas, madame Claude, cuyas actividades dentro de la «galantería remunerada fueron objeto de una película, madame Billy no tiene pelos en la lengua: «Ella no me llegaba ni a la altura del tobillo ».

Madame Billy puede ser condenada a una fuerte multa e incluso hasta diez años de prisión si el tribunal considera que existen circunstancias agravantes en su caso.

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