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ELECCIONES EE UU 80

La crisis económica ha colocado a Reagan en la Presidencia

Francisco G. Basterra

La llegada de Reagan a la Casa Blanca tras su aplastante victoria del martes en las; elecciones norteamericanas, es, sobre todo, consecuencia de la crisis económica que recorta el nivel de vida d los ciudadanos de este país y, en menor medida, del desencanto ante la falta de liderazgo de Carter en un mundo internacional en crisis Este es el análisis más extendido aquí cuando empiezan a posarse los efectos de la resaca electoral que ha colocado a un conservador de 69 años al frente de la nación. Estados Unidos deseaba un cambio y lo ha obtenido, aunque es probable que Reagan no logre tampoco dominar la inflación y el desempleo y se dé pronto cuenta de cuáles son los límites del poder de EE UU.

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El aspirante republicano ganó al presidente en ejercicio en todas las regiones del país y logró asimismo la mayoría de los votos de todas las capas sociales y profesionales, con exclusión de los de la minoría negra. Destruida la que debía ser base de Carter en su nativo Sur, donde el presidente en ejercicio sólo triunfó en Georgia, Reagan arrebató al presidente los Estados de Pensilvania y el de Nueva York, en el este progresista y liberal. El candidato republicano se paseó ya triunfalmente en todos los Estados que van desde el oeste del Misisipi a California.A la hora de hacer el recuento, con el 99% de los votos computados, tras la victoria de Reagan también en Arkansas, ha obtenido 44 Estados, con 489 votos electorales (necesitaba 270 para ganar) y 51 % del voto popular, frente a seis Estados para Carter y el distrito de Columbia, con 49 votos electorales, y el 41 % del voto popular. El candidato independiente, John Anderson, no triunfó en ningún Estado y obtiene el 77c del voto popular, lo que le permitirá recuperar del dinero federal lo que se gastó en la campaña.

Todos los analistas se ponen de acuerdo en señalar que han sido los temas que afectan al bolsillo de los americanos: la inflación, que asciende a un l2,7%; el paro (un 8%), el crédito más caro, las dificultades crecientes para comprar una vivienda propia y realizar el american dream (sueño americano) la invasión de coches japoneses, los culpables de la derrota de Carter. Los temas de la guerra y la paz, y la posición de América en el mundo, han jugado un papel menor, aunque también se detecta un deseo de una política internacional más firme.

Más que un voto de castigo

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Por último, la compleja negociación de los rehenes, que parecía que regresaban a casa desde Irán en la víspera del voto, aumentó la frustración de los norteamericanos ante la incapacidad de Carter de conducir una política exterior eficaz, descargada de las continuas dudas e incoherencias que han. presidido sus cuatro años de mandato. El fracaso en lograr la devolución de los 52 secuestrados quizá haya servido para ampliar el triunfo de Reagan, lo mismo que el factor Anderson, que no ha derrotado por sí solo a Carter, pero sí ha empujado al aspirante.

También hay que decir que la victoria republicana es posiblemente algo más que un voto de «castigo» contra Carter, aunque es evidente que el presidente ha perdido la Casa Blanca, y no la ha ganado Reagan por tener un mejor programa. Nadie ha dudado de la honestidad del presidente, pero, como decía ayer el New York Times en su editorial: Carter ha sido derrotado por el sentimiento generalizado de que sus mejores esfuerzos no eran suficientes para cambiar la concepción que el país tenía de é 1 y aplacar el deseo de cambio de la sociedad.

Todo cambiará en Washington

«Los americanos votaron contra Carter», añade el NYT, «no porque hubiera firmado un tratado SALT II con los soviéticos o hubiera logrado la paz de Camp David, sino porque en un tiempo de crisis económica no dio al país un sentido firme de dirección».

Todo va a cambiar ahora en Washington. Volverán a la conducción de la política internacional los hombres de la era Nixon-Kissinger. El tratado SALT II no será ratificado, y el presidente electo tratará de negociar con Breznev un nuevo acuerdo sobre limitación de armamento nuclear estratégico, en el que Estados Unidos obtenga un «margen de seguridad», o, lo que es lo mismo, la superioridad atómica que tenía en la década de los cincuenta. Los dictadores del Cono Sur latinaomericano tendrán un respiro, será dificil la repetición de nuevas «nicaraguas» y Fidel Castro tendrá que seguir esperando para la normalización de sus relaciones con Washington.

En principio no caben esperar cambios sustanciales en la relación de Estados Unidos con España, pero la llegada de una nueva Administración puede suponer un inconveniente, aunque sólo sea técnico, en el momento de renovar el Tratado de Amistad y Cooperación Hispano-norteamericano, cuya negociación debe comenzar a principios del próximo año.

En el plano interior, la libre iniciativa recibirá un impulso y Reagan tratará de gobernar con una mezcla de patriotismo y de espíritu de «frontera» del Oeste, con el objetivo de convertir en realidad su eslogan electoral: «Hagamos América grande de nuevo».

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