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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La ocultación de la población activa de catorce a quince años

Recientemente, el Ministerio de Economía ha presentado a la Prensa los datos de la encuesta de población activa correspondientes al segundo trimestre de 1980, pero depurados de las cifras de población con edades de catorce y quince años. La razón alegada para llevar a cabo esta exclusión es que el Estatuto de los Trabajadores fija en dieciséis años la edad mínima laboral. Los jóvenes de catorce y quince años que trabajan lo hacen de forma ilegal desde la entrada en vigor del Estatuto, y, al parecer, la mejor manera de acabar con esta ilegalidad es que no se conozca su existencia.Puesto que su supresión tiene como consecuencia una reducción de la tasa de paro y una elevación de la tasa de actividad, es de sospechar que en el futuro tampoco podremos conocer la situación laboral de este estrato de población. Los contribuyentes, sin embargo, no financiamos las actividades del Instituto Nacional de Estadística para, que éste obtenga estadísticas consoladoras para nuestros ministros, sino para que todos podamos conocer mejor la realidad social y económica de nuestro país, y, obviamente, no se debe ocultar a la opinión pública la existencia de trabajadores de estas edades, simplemente porque no tienen cabida en el marco jurídico-laboral.

Para los interesados en conocer la realidad social, las características laborales de los jóvenes de catorce y quince años son, desde luego, interesantes. La encuesta de población activa del primer trimestre de 1980 cifra en 207.700 los jóvenes incluidos en este estrato de edad que tienen necesidad de trabajar. De ellos, 110.800 tenían trabajo en dicho trimestre (105.200 con carácter estable) y 96.900 lo estaban buscando activamente.

En primer lugar, estas cifras ponen de manifiesto que el 15% de los jóvenes de este país de catorce y quince años de edad tienen necesidad de trabajar. Sus padres no pueden permitirse el lujo de que prosigan sus estudios u obtengan una mayor formación técnica al margen de la que puedan obtener en su trabajo. Una buena parte de ellos están, por tanto, condenados a engrosar las filas del peonaje sin especializar para toda su vida. Situación lamentable, pero que hay que conocer a la hora de hablar de la igualdad de oportunidades.

En segundo lugar, las cifras ponen de manifiesto que el 95% de ellos han conseguido un empleo con carácter continuo y trabajan, por lo menos, un tercio de la jornada laboral normal. Sería interesante saber cuántos de ellos trabajan en la propia actividad familiar o lo hacen por cuenta ajena, pero este detalle no se ha facilitado. Sería interesante porque reflejaría la intensidad del fenómeno de las explotaciones familiares. Este tipo de empresas puede permanecer en el mercado gracias a que al recurrir al empleo familiar puede reducir los costes salariales, que deben, en cambio, pagar las empresas no familiares.

Este artículo no pretende, en absoluto, defender la existencia de esta fuerza laboral de temprana edad. Están quitando puestos de trabajo de mayores de dieciséis años, y precisamente lo que busca el Estatuto de los Trabajadores es dar prioridad a los mayores de dieciséis años a la hora de obtener empleo. Ahora bien, una cosa es que, como consecuencia de la inserción de la norma laboral en la vida real, vaya desapareciendo esta fuerza laboral y otra cosa es que se suprima su cómputo estadístico por decreto.

Precisamente el que la encuesta de población siga reflejando esta situación, legalmente anormal, servirá para denunciar el incumplimiento de este aspecto del Estatuto de los Trabajadores. Lo que no puede tolerarse es que desde las poltronas ministeriales se sigan queriendo manipular las estadísticas. ¿O es que por ser irreal la tasa de paro se va a conseguir que este último sea menos explosivo?

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