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El "tai-chi", nuevo método de entrenamiento para los actores

«Conseguir el dominio del cuerpo a base de concentración mental y, al mismo - tiempo, llegar a un estado de fluidez, de movilidad, en armonía con las fuerzas cósmicas.» Este es el efecto fundamental que produce el tai-chi, según Ignacio Caliz, profesor de esta antiquísima práctica de relajación de origen chino, que ha dirigido un curso especial en el Estudio para Actores y Directores que creó José Luis Gómez y funciona desde enero con una subvención de la Dirección General de Teatro. En él se han desarrollado a partir de entonces un ciclo de seminarios de actuación y otras actividades complementarias como este curso de tai-chí.

«El tai-chí, método base de las artes marciales como el judo o el kárate, se inspira en la filosofía taoísta y tiene más de 3.000 años de existencia en China, donde se introdujo, a través del Tibet en el siglo XIII, aproximadamente», explica Ignacio Cáliz. Todavía en la actualidad millones de chinos practican diariamente una versión algo simplificada del tai-chi como gimnasia popular, y en el mundo occidental se extendió por su relación con las artes marciales.»«En España, el tai-chi es prácticamente desconocido», sólo hay censados un centenar de practicantes, «aunque, por otra parte, se empieza a utilizar como medio terapéutico, unto a técnicas de acupuntura o masaje oriental. Sin embargo, en su concepción original, el tai-chí es algo más que un sistema de defensa personal o una terapia; es una forma de integración psicofísica para lograr el control de las energías internas», señala Ignacio Cáliz.

El ejercicio de tai-chí se apoya en unas tablas que integran de cien a trescientos movimientos elementales que se encadenan a ritmo lento con la apariencia de una elegante danza oriental. Pero no es en su estética dinámica visible donde reside el poder benéfico del tai-chí sobre el mantenimiento de la salud o del equilibrio emocional, sino en las condiciones de respiración, en la actitud mental en la que deben efectuarse la serie de movimientos establecidos.

«El tai-chí es como un lago», dicen los chinos. «Algo que parece quieto y en calma pero que, en realidad, no cesa de fluir», comenta Ignacio Cáliz. «Así como el yoga, por ejemplo, exige mantener el cuerpo en un estado de absoluta quietud, el tai-chí hace compatible la relajación total y la movilidad, una conjunción óptima para quien ejerce una actividad creativa, ya sea un artista plástico, un músico... o un actor.»

Esta dimensión desconocida del tai-chí como práctica liberadora de la creatividad, como medio de alcanzar un «estado de fluidez, de disponibilidad para una creación artística espontánea basada en el control absoluto de la propia energía motriz», explica el sentido de este curso destinado a actores y actrices profesionales para quienes resulta esencial el mantenimiento y vigilancia de su forma física, de su capacidad de concentración y relajación.

Por otra parte, la introducción del método tai-chí en el trabajo de taller de actores y actrices supone un enriquecimiento de las técnicas de expresión corporal, bioenergética o gestalt

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