Defensa de El País de la Música
De regreso a Madrid, tras un viaje, leo, en la sección «Cartas al director», en EL PAIS del sábado, día 21 del corriente, una carta de los señores Luengo en la que se muestran contrarios a El País de la Música. Como arquitecto del Montepío de Previsión Social de la Música y autor del proyecto, respondo a este ataque tan frontal, como injustificado.El País de la Música es una empresa social y cultural, de carácter fundamentalmente benéfico, en que figuran escuelas de artesanía para instrumentos españoles, escuelas de calcografía, discotecas, cintotecas, conservación y restitución de documentos musicales, cursos de música, etcétera.
Se va a ubicar en una zona calificada como edificable en el Plan General de Polop y tiene todas las aprobaciones legales correspondientes por haberse sometido a las disposiciones vigentes en el momento de su redacción.
Cuenta con la aquiescencia del municipio y del pueblo de Polop, a quien se le explicó profusamente. Tiene el apoyo de todos los sectores políticos del País Valenciano.
Interesa a los medios culturales, universidad, músicos, bandas y el mundo intelectual en general. El admirado y tristemente desaparecido Oscar Esplá, que llegó a conocerlo, nos alentaba en la tarea.
Le fue concedido el Premio Internacional Silver Hexagon (Hexágono de Plata) 1978, creado para premiar, entre otras cosas, las nuevas aportaciones arquitectónicos de interés social; no debe, pues, responder precisamente a una «época zanjada» relacionada con el Plan Badajoz.
Está planteado en función del paisaje natural, el paisaje artificial ya implantado y la idea musical.
No está ubicado en «el paisaje intacto», sino en los cotos alcanzados por la agricultura. En el Pla del Cantal, degradado al destruirse los bancales hasta la aparición de la «roca madre».
«No arrasa un bosque de pinos», que no nos alcanza, y mucho menos un «monte bajo», inexistente en las faldas del Ponoch.
No «agota, los manantiales», que, por supuesto, son inagotables (no están embalsados como el petróleo).
El proyecto busca la calidad, no el lujo.
Los aparcamientos para 3.000 coches están al pie de la montaña, antes del arranque de la ladera, para servir a un auditorio de tipo grecorromano ubicado en otro sitio, la Cova Fuma.
Las aguas de sus fuentes están bombeadas en un circuito cerrado, sin apenas desperdicio. El consumo de 370 apartamentos no tiene entidad para crear ningún problema en el suministro de agua para Benidorm.
No se emplea el nombre de Gabriel Miró para justificar, el proyecto, sino como referencia a la belleza de los parajes.
Sí se piensa en restituir y «mejorar» un paisaje con las especies naturales que se encuentran en «franca regresión».
Se pliega como un tapiz al suelo abancalado con una densidad muy baja y sin apenas levantarse sobre el terreno; no es, pues, comparable «con el destrozo de Benidorm», que, por cierto, no es «contiguo», está a más de diez kilómetros.
Se basa en serios estudios ecológicos y paisajísticos, con fe en que se puede hacer una arquitectura integrada en el entorno.
Le disgustan, pues, al autor de este proyecto todas las consideraciones que se hagan sobre él tópicas y demagógicas y sin un mínimo soporte científico. Como pueden serlo el no saber lo que es un manantial, un paisaje natural (intacto), un árbol implantado (el pino), un bosque bajo (artificial de aprove chamiento maderable), el que se confunda la «naturaleza original» con la agrícola. El que se vulga rice sobre el hormigón y se identifiquen irremisiblemente la arquitectura y el urbanismo con un «atentado medio ambiental», etcétera.
Me parece, señores Luengo, que estamos hablando en términos diferentes y posiblemente ni siquiera del mismo proyecto.
