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Balance de la campaña electoral

La campaña del PCE, a la busca del voto socialista

Siguiendo la regla, según la cual Tu rival es tu próximo, el Partido Comunista de España (PCE) ha mirado constantemente, a lo largo de la campaña electoral, a su vecino socialista, e incluso a la hora de las expectativas postelectorales, no puede dejar de observar al PSOE para hacer sus planes. Esta obviedad -la izquierda mira a la izquierda- es pariente de otra evidencia: el PCE trata de ser un partido eurocomunista, pero la amplia masa de votos que necesitaría para hacer esa política la tiene el PSOE.A la izquierda del PCE hay una serie de no despreciable fuerza y a menudo moderados, lo que haría muy difícil el intento de captar sus votos, aparte de que no son muchos, ni tampoco tienen el carácter eurocomunista. De todos modos, ocasiones ha habido en la campaña del PCE en que sus candidatos han tratado de captarlos.

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Pero los comunistas se han centrado sobre todo en la caza del voto que fue socialista. Para el PCE, la dirección del PSOE intenta sacar del juego a los comunistas y su sindicato, CCOO, y establecer una situación socialdemócrata basada en el bipartidismo derecha-Partido Socialista. Esto, para los comunistas, significaría renovar la situación Cánovas-Sagasta de la Restauración, hace un siglo; es decir, más que una alternancia de poderes, un turno en el pesebre, que no alcanzaría a lograr cambios reales en la sociedad española.

No es que el PCE rechace, al menos por ahora, la situación socialdemócrata. La cuestión es quien la gestiona. Y opinan los dirigentes comunistas que la deben gestionar todas las fuerzas democráticas importantes, es decir, la derecha por un lado, pactando con la totalidad de la izquierda, por otro. Para ello, el PCE necesita el suficiente número de parlamentarios como para obligar a pactar al PSOE. Esos votos, que sólo en la izquierda socialista puede encontrar el PCE, son los que han buscado constantemente, con descaro, los comunistas, hasta llegar a decir que para ayudar al PSOE socialista hay que votar comunista, porque Felipe González y sus hombres están dividiendo a la clase obrera y vendiendo su partido a la socialdemocracia alemana.

Así, la campaña del PCE se ha caracterizado por estar llena de ataques a los socialistas, a veces en tono furibundo, para tratar de descalificarlos como opción de izquierda.

Si el PCE no crece

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Lo cierto, si se confirman las previsiones realizadas hasta ahora, es que el PCE puede obtener en estas elecciones un resultado sensiblemente igual al de las pasadas. Si esto es así, puede tener importantes consecuencias para los comunistas, tanto a nivel interno de su partido como en su situación política. Incluso dirigentes del PCE admiten que un resultado tal traería consecuencias negativas en todos los ámbitos.

Para después de las elecciones, el PCE se plantea tres posibilidades. La primera, entrar en la mayoría gobernante, lo que no implica tener ministros, aunque sí posibilidad de controlar de algún modo el cumplimiento del programa. Las otras dos opciones -coalición UCD-PSOE marginando al PCE o, no probable, Gobierno UCD-CD- implicarían el pase de los comunistas a la oposición, constructiva y vigilante en el primer caso, pura y dura en el segundo.

Todo parece indicar que, en una u otra forma, el PCE va a quedar en la oposición al Gobierno. A primera vista, no es mala esta situación. En la sede del PCE se afirma que el partido, entonces, queda con las manos libres para hacer su política, y sobre todo su crítica a la izquierda que ha pactado con la derecha, desde los campos sindical y municipal, y esperar tranquilamente las próximas elecciones, mientras los socialistas se desgastan.

Pero esto no está claro. Es cierto que el PCE cuenta con el sindicato hoy por hoy hegemónico, las CCOO, pero no es menos cierto que esto puede no durar siempre. Si el sindicato no cuenta con un partido lo suficientemente fuerte como para defender sus intereses a nivel político, tarde o temprano puede comenzar a tener problemas. No en vano cuando la derecha analiza la situación dice que CCOO y el PCE tienen su papel en el ámbito sindical, y no en el político.

Con un PSOE ascendente, gobernante incluso, cuestiones tales como la polémica sobre el patrimonio sindical, la legislación laboral, el sistema de representación sindical, se inclinarían obviamente en favor de la Unión General de Trabajadores, mientras a las CCOO podrían ponérsele todo tipo de dificultades. No sólo están en ello los intereses socialistas, sino también, aunque por otras razones, los de la derecha y las fuerzas económicas en general. Tres cuartos de lo mismo puede ocurrir en los municipios.

Renovar es la cuestión

A nivel interno, la dirección comunista puede verse obligada a oír las quejas de su propia base, y especialmente de los sectores más afectados por la situación. Si el PCE no consigue sumar a sus votos fieles y militantes los de masas más amplias y menos politizadas, es señal de que hay algo en su imagen electoral que falla.

Y esto que falla no sería otra cosa que la insuficiencia de la renovación del partido. No obstante, la renovación existe. Un claro ejemplo de ella es la irresistible ascensión de los hombres de CCOO en las listas del partido, propiciada por la misma dirección del PCE, que trata de ponerse ella misma a la cabeza del movimiento renovador, mientras a la vez coloca sus hombres en él.

La cuestión es que estas elecciones pueden revelar que la renovación debe cambiar de ritmo. ¿Implica esto abrir la sucesión? Unos lo admiten y otros, sobre todo a nivel dirigente, no. Se dice que en un partido comunista no puede darse un golpe de Estado, ni se ganan votos vendiendo como un jabón a un líder con mejor cara que Santiago Carrillo. Pero, de cualquier forma, hay que preguntarse hasta dónde llegará la renovación.

De cualquier manera, el próximo congreso del PCE no se plantea hasta dentro de dos años. De aquí a entonces se pondrán de manifiesto las consecuencias que estas elecciones van a tener para el PCE y hasta qué punto pasarán a dominar el partido nuevos hombres y nuevos sectores.

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