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Salvaje atentado terrorista contra nuestro periódico

Carlos Barranco, en estado satisfactorio, salió del hospital

Carlos Barranco, con pronóstico menos grave, salió del hospital ayer mismo a mediodía, después de haber sido curado y reconocido por los doctores del Francisco Franco y un médico allegado a su familia. Aparte de pequeñas heridas superficiales en la cara, no sufre más que lesiones no graves en los ojos, por efecto de la onda expansiva, y los oídos, todas las cuales pueden quedar totalmente curadas en pocos días.Una vez reconocido, Carlos fue requerido por la policía para declarar sobre lo ocurrido. Antes de salir, se le pusieron unas gafas sobre los ojos, para evitar que la luz le molestase. En un coche de la Brigada de Información se le trasladó a la Dirección General de Seguridad, donde, a pesar de su tremendo shock y el dolor de cabeza que tenía, relató detenidamente lo ocurrido. Después fue conducido al domicilio del médico allegado a su familia, siempre acompañado por él, en un automóvil policial.

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Durante su declaración, Carlos Barranco relató cómo había abierto el embalaje del paquete-bomba y los detalles que le hicieron sospechar del mismo. Lo describió como un paquete envuelto en papel amarillo, atado y lacrado, bajo el cual apareció una caja de madera con dos cables que asomaban. La caja estalló al intentar abrirla.

La policía decidió interrogar también al destinatario de la carta-bomba. Julián García Candau, cuando Carlos Barranco aclaró que era el nombre de este redactor jefe el que figuraba en las señas.

La policía comentó con Julián García Candau marginalmente las posibles relaciones de su protagonismo como destinatario del paquete y el reciente asesinato del presidente accidental de la Federación de Judo. Rafael Martín Peña, en cuya muerte violenta se encontraron indicios de complicaciones con el mundo de la mafia. García Candau había sido jefe de deportes en EL PAIS y escribió en algunas ocasiones sobre el tema.

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