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Una huelga irrespomable

La huelga mantenida por los controladores franceses ha evidenciado, una vez más, la inadecuación de los esquemas profesionales, laborales y sindicales de dicho estamento en el vecino país. No es la primera vez -y no parece vaya a ser la última- que los encargados de tutelar la navegación aérea sobre Francia provocan, merced a su posición estratégica, un auténtico caos en los aeropuertos y cielos de Europa. En esta ocasión, sin erribargo, han ido más lejos, consiguiendo la internacionalización -al menos en sus consecuencias- de un conflicto laboral que sólo a ellos atañe, perjudicando, entre otros, a los miles de trabajadores emigrantes del continente europeo. La coincidencia de las fechas veraniegas en que los contingentes de turistas son renovados ha bloqueado a más de medio millón de personas, a ambos lados del Mediterráneo, por mor de una huelga que sólo puede ser calificada de irresponsable y salvaje. En esta cadena de despropósitos no han faltado quienes, además, han creído ver una agresión contra los intereses turísticos españoles, olvidando que ni Francia es competidor de este país en ese campo, ni todo el conjunto de países mediterráneos concurrentes con España en la materia sería capaz de acoger un eventual desvío masivo de turistas, con destino originario a los enclaves españoles. Sin tener tampoco en cuenta que son precisamente los propios franceses quie nes se han visto retenidos -aquí o allá-, sin poder reintegrarse a sus lugares de residencia o iniciar sus vacaciones. Ciertas proclividades al nacionalismo narcisista fuerzan a intuir conspiraciones externas por todas partes y sirven para proporcionar a los responsables de un sector excesivamente aficionado al catastrofismo excusas y pretextos para ocultar que ésta es la mejor campaña de su exigua historia. Han sido los turistas en primer lugar, y las compañías charter muy especialmente, las auténticas víctimas de una situación provocada por no más de 2.000 personas, cuyas reivindicaciones, acaso justas, parecen desproporcionadas frente a los efectos de la huelga.

Pero lo más sorprendente ha sido la manifiesta contradicción evidenciada entre las informaciones facilitadas por la Subsecretaría española de Aviación Civil, respecto al desarrollo del conflicto, y las ofrecidas por el portavoz del Ministerio francés de Transportes y demás estamentos relacionados con la huelga, en París.

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