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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La estadística española: la gran sacrificada

El aparato estadístico español está montado a través de un macroorganismo, el Instituto Nacional de Estadística, y una serie de servicios dependientes de los Ministerios Económicos, que obtienen sus propios datos e informaciones y colaboran con el INE, completando el marco de la estadística española. Una de las columnas que sustentaban el régimen político de la autocracia era la organización sindical. Esta organización disponía de servicios estadísticos. a ni vel de cada organismo sindical, técnicamente dependientes del Servicio Sindical de Estadística, que centralizaba toda la función de la estadística sindical.El Servicio Sindical de Estadística elaboraba algunas estadísticas, muy pocas, para atender necesidades internas de la organización que lo financiaba. Básicamente, su función consistía en obtener datos de las empresas pertenecientes a los distintos sindicatos nacionales, depurar y elaborar la información obtenida y difundirla y facilitarla al superior organismo estadístico del país: el Instituto Nacional de Estadística. En realidad, legal y prácticamente, el Servicio Sindical de Estadística era y sigue siendo, a pesar de todo, un organismo colaborador del INE, al que aporta buena parte de la estadística económica de que dispone el país.

Estadístico sindical

Corrida organizada por Adelpha. Toros de Miguel Hiquero: en general, terciados, mansos sin casta ni fuerza. Manuel Vidrié: palmas y saludos. Dámaso Gómez: palmas y saludos. Aviso, pitos. Curro Vázquez: aviso, vuelta protestada. Silencio. Simón: palmas y saludos. Silencio.

El personal técnico de dicho servicio se reclutó siempre entre titulados superiores, que hubieron de pasar una oposición, bajo los condicionantes típicos de estas pruebas, en la Administración pública española. La preparación exigida y la titulación es perfectamente homologable con la vigente en el cuerpo de estadísticos facultativos del INE.

La aportación de la estadística sindical al acervo de la estadística española ha sido cuantiosa. Los economistas españoles saben muy bien que dicha contribución ha permitido conocer, en la for ma actual, las características y estructura de la economía es pañola. La elaboración de casi el 70% de las estadísticas de pro ducción industrial, por encargo del INE, ha sido tarea que, inclu so hoy, no ha podido suspender se, sin correr el riesgo de dejar desmantelado el pobre y raquítico aparato estadístico español. Sin la aportación del Servicio Sindical de Estadística -a menos que hubiese sido sustituido por otro organismo competente o por el propio INE- no hubiera sido posible elaborar la Contabilidad Nacional de España, ni las tablas input-output, ni las Contabilida des Regionales, ni los estudios de Renta Provincial, ni ningún rno delo econométrico basado en da tos cuantitativos reales de la eco nomía española. El Servicio Sin dical de Estadística no puede ser suprimido si no es sustituido por otro organismo estadístico que cubra sus funciones.

El decreto por el que se transfieren los servicios de la AISS (antigua organización sindical) a la Administración pública previene el pase del Servicio Sindical de Estadística al Ministerio de Economía. Según nos consta, el Ministerio de Economía tiene, o tuvo, el proyecto de crear un organismo autónomo que absorbiera al antiguo Servicio de Estadística, al que podía agregarse algún otro organismo de la AISS. ¿Por qué no los Consejos Económicos Interprovinciales, transferidos también al Ministerio de Economía? Parece que el proyecto choca con la oposición frontal de alguno o algunos de los cuerpos de láncionarios del INE.

Defender los intereses de los funcionarios nos parece justo y loable. Pero no entendemos cómo los intereses personales y privados pueden prevalecer sobre los intereses colectivos. Los funcionarios del INE saben bien que la estadística española es incompleta, tardía y poco fiable. Que hay que realizar un esfuerzo considerable para desarrollar un plan estadístico que dote al país de los datos coyunturales imprescindibles, corno el índice de producción industrial, el índice de ventas al por menor y un índice actualizado de salarios. Que la futura planificación económica va a exigir disponer de tablas input-output actualizadas con la nueva estructura impuesta por el coste energético. Que el régimen de autonomías regionales necesita una base estadística socioeconómica de la que ahora se carece. Y que todo esto lo pueden y lo saben hacer los estadísticos y los economistas sindicales, que están deseosos de ganarse su salario con su esfuerzo y aportando a la colectividad sus conocimientos y su trabajo. Pues bien, hablemos claro, se rechaza toda esta colaboración, que el país necesita y paga, porque reconocer derechos a otros funcionarios, que otro día cometieron el error de orientarse a otra rama de la Administración, o crear un organismo que debería ser útil y eficaz, cuyo personal cobra ya de Hacienda, molesta o no satisface a determinados funcionarios. En mi opinión, tal actitud tendría sólo una salida. Mostrar una alternativa eficaz, que no grave más al sobrecargado gasto público y que satisfaga las necesidades estadísticas del país. En ese caso los estadísticos y los economistas sindicales deberían ser empleados en otras funciones apropiadas a su preparación y capacidades. España no puede permitirse el lujo de dilapidar recursos humanos y financieros, cuando tan necesitada está del esfuerzo y colaboración de todos. No se caiga de nuevo en el error de crear españoles de varias ciases. Tampoco se puede ofender la dignidad humana pagando un trabajo no realizado.

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