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Tribuna
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Carlos Marx en la maleta

Manuel Vicent

Con las prisas por coger el avión, los diputados votaron ayer el modelo económico de nuestra sociedad mientras hacían la maleta para el fin de semana. Unos metían a Carlos Marx en el sansonite entre la muda de ropa interior, otros colocaban a Lord Keynes junto al cepillo de dientes, otros envolvían a David Ricardo con los calcetines. He aquí un buen grado de civilización. Dos siglos de revoluciones sociales y de cataclismos políticos han encontrado una fórmula constitucional pasteurizada, un artículo de redacción ambigua, todo un travestí literario con el que los capitalistas pueden cabalgar cien años más y el socialismo podría gobernar desde mañana. Esta es la sangre de la historia convertida en chicle.El artículo 120 encabeza el Título VII de la Constitución sobre Economía y Hacienda. Los diputados pasaron la mañana merodeando a su alrededor cogidos por el síndrome de mañana es fiesta pensando en el puente aéreo. El grupo socialista defendió una enmienda para introducir, a manera de cuña, una línea que reconociera la iniciativa pública en la actividad económica. Bajo el pudor de este eufemismo, como quien no quiere la cosa, puede palpitar la revolución del soviet, pero ayer en la comisión la gente no estaba para nada. Fraga descubrió levemente las solapadas intenciones de este artículo que trata de transforma todo el panorama de la economía privada según sea la dulce mano que lo taña. Aunque lo cierto es que tampoco se enfadó mucho. Desde lo alto de la barbacana se limitó a escanciar la diaria ración de aceite hirviendo sobre los enanitos que escalan el lienzo del castillo. Pero esta vez lo hizo con desgana, sólo por cumplir. como para no perder la afición. El sabía muy bien que este párrafo también había pasado por el restaurante y que la digestión del consenso a media luz los dos tiene la misma fuerza que la caída de una plomada. Lo que pasa es que a Fraga le gusta ganarse el jornal luchando contra la ley de gravedad.

Y mientras en la mañana sonmolienta los diputados le peinaban un flequillo de economía socialista a la Constitución, bajo la luz pasada por los verdes cortinajes que ofrecen a la cámara un macerado color de manzana reineta, paseaba arriba y abajo por el corredor central el diputado Pérez Llorca como un profesor que vigila un examen escrito. que recibe cuitas, que atiende consultas. que agarra dulcemente por el codo al adversario y se lo lleva a estirar las piernas para hilar la última palabra, que resuelve las dudas y que no se ríe ni a la de tres. Bien, ayer la cosa estaba tocada de ala. Aunque se trataba de economía la sesión, como dijo el presidente Attard, fue poco rentable puesto que sólo fueron debatidos tres artículos. Se ha llegado ya a un punto de aburrimiento sin retorno. porque todo lo que sucede en la comisión tiene el escaso interés de una función que se retransmite en diferido. Esta es una de misterio donde un gracioso de consenso. antes de empezar, te descubre quien es el asesino. Esto parece una clase práctica de Derecho Político donde se realiza una parodia de debate constitucional. Cuanto antes terminen sus señorías, mejor.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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