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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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El tabaco

Yo no tenía un tambor de hojalata, como Günter Grass, para burlarme de la temporada cósmica de Hitler, pero tenía una espada de madera para burlarme del tamborileo imperial de Franco. A menos enemigo, menos instrumento. Mi amigo Luis Tessier me inició en el tabaco.Bueno, me inició en el anís, que debíamos andar ambos por los ocho años y e¡ Movimiento Nacional por los tres o cuatro. La señora Landelina nos vendía cigarrillos de anís a cinco céntimos. Un anís áspero nos perfumaba toda la tarde la garganta, porque no había otros cinco céntimos para otro cigarrillo de anís.

Con la cosa de comprarme tebeos de Roberto Alcázar, con lo que sisaba de la lejía, y Abecés viejos para leer las terceritas de Pemán, nunca me quedó para tabaco-tabaco, que eran entonces las recias labores nacionales de Tabacalera Española, SA, de la que ya habían expulsado a Carmen la Cigarrera, por líbera.

La pasión de la lectura me libró del vicio del tabaco, pero esta campana que se mueve ahora a nivel de Estado español (otra jurispollez que ya no hay quien mueva) me hace pensar que yo debí haber leído menos a Pemán y haber fumado más, hasta ennegrecerme los pulmones como los de mi cuñado Tomás, que fue fogonero y, por otra parte, los tiene muy limpios. Nos salvaron del rojo, nos salvaron del maquis, nos salvaron del moro, del masón, del ateo, del bolchevique, del menchevique, del librepensador, y ahora nos van a salvar del tabaco.

Yo, que no fumo, como me parece que vengo explicando, estoy casi seguro de que el tabaco da cáncer, pero pienso que -como dirían Eugenio d'Ors o Pepe Jiménez Lozano, cada uno en su orden de cosas- el tabaco da cáncer al canceroso. Mayormente.

Lo que me cabrea, en fin, es que siempre nos tengan que salvar de algo, y que quienes nos salvan sean siempre los mismos. Si todo el nuovo Estado del franquismo fue un estanco de vender pólizas para el certificado de adhesión al Movimiento y vender labores nacionales para estimular la tisis de posguerra, ¿por qué ahora la televisión, heredera de aquel Estado/estanco, nos va a salvar del tabaco?

Que lo hubieran dicho antes, si el tabaco es malo. El invierno pasado me lo contaba el doctor Olaizola, mi querido amigo, que es un genio de la cosa de garganta:

-En Estados Unidos ya no hay un solo médico que fume.

Mi señora, que es una santa, ha ido a una curandera a preguntarle por el remedio para mis matinales y vagas dolencias:-

Lo de ese señor es de tráquea -ha dicho la médium, poniendo la mirada en la tercera dimensión.

Pero yo de la tráquea perfecto, querido Olaizola, esta temporada, con permiso de la bruja, de modo que empiezo a fumar en cuanto acabe esta columna, no por nada, sino porque no quiero que Televisión Española y de las Jons, como dicen mis compadres Tip y Coll, me salve de más cosas.

Empezaré por el cigarro de anís, en memoria lírica de Luis Tessier, que debe andar por Asturias con un bar, y luego me paso a la picadura, el caldo, los celtas o lo que sea. Esta campaña antitabáquica y antialcohólica de TVE y de los padres procesales en general es escandalosa porque resulta que nos dan y nos quitan el caramelo cuando quieren, nos llevan como a niños y ahora han decidido que las centrales nuclares no son malas, que fumarse una central nuclear no hace daño, que lo que hace daño es fumarse un celta.

Aparte el aspecto erótico de la cuestión, porque a mí me van las jais que fuman, ese. sabor a camionero de Santurce, ese aliento a gigante de la ruta que te echa la folklórica y la finolis, la progre y la estrecha, la liberada y la reprimida, en cuanto le aplicas el primero de tomillo.

Para quienes sólo tenemos, en nuestra natural limitación, experiencias heterosexuales, el sabor a hombre sólo es asequible mediante relación prematrimonial con fumadora. «Como tú no fumas, te molestará besarme», dicen ellas, con su última coquetería, que es la del tabaco. «Nada, tía, pásame el cáncer, que a mi Sánchez de León no me salva de nada. Que no me dejo, vamos.» Ahora, después de cuarenta años, nos dicen que es malo el tabaco y que fue mala la guerra civil. Pero tanto la guerra civil como el tabaco son los monopolios de que ellos han vivido. Mañana vuelvo a fumar. Aunque sea anís.

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