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La URSS, los fosfatos de Marruecos y Bu-Craa

Los acuerdos firmados por España, Marruecos y Mauritania en Madrid en noviembre de 1975, que entrañaron la repartición de la antigua colonia hispana entre los dos países africanos, conllevan una serie de compensaciones económicas para los españoles entre las que se pueden citar la participación en un 35 % del capital de la compañía mixta hispano-marroquí que explota el yacimiento de Bu-Craa.Es cierto que la explotación de Bu-Craa se ve parcialmente desorganizada como consecuencia de los reiterados ataques del Polisario que han inutilizado la cinta transportadora instalada por España a lo largo de cien kilómetros para llevar el mineral hasta la playa de El Aaiún, pero este hecho no parece preocupar demasiado a los marroquíes, que disponen de reservas de fosfatos mucho más importantes en su propio territorio. Las instalaciones de Bu-Craa pueden quedar paralizadas o trabajar a ritmo lento como ahora, lo importante para Marruecos es que el control de las mismas lo ha convertido en el principal productor y exportador mundial de fosfatos: dos tercios de las reservas mundiales conocidas se encuentran en sus manos.

No es seguramente una simple coincidencia que la anexión del Sahara por Rabat al término de sinuosas transacciones con el Gobierno español, con el vacío político creado en Madrid por la agonía del general Franco, aprovechadopor Hassan II al organizar la movilización de más de 300.000 marroquíes en la marcha verde, tuviera lugar en el contexto de un alza mundial del precio del fósfato, a nivelesjamás alcanzados.

En 1974 Marruecos produjo 19,7, millones de toneladas de fósfatos, y las perspectivas de extracción para 1975 hechas por la institución estatal Office Cherifien des Phosphates se referían a veintiún millones. En función de tales cifras se calculó la entrada en divisas y su incidencia beneficiosa sobre el presupuesto del reino. Hasta que ocurrió una verdadera catástrofe debido a una modificación de la coyuntura mundial en el mercado fosfatero.

En 1975 sólo se extranjeron catorce millones de toneladas, lo que significaba retroceder a la producción de 1971. En 1976 la producción se elevó a quince millones y el año pasado a poco más de esa misma cifra. Si la anterior curva de extracción se mantiene, Marruecos no llegará a igualar la producción de 1974 hasta dentro de cinco o seis años.

En este marco es de señalar la negociación iniciada por Marruecos y la URSS con el propósito de explotar conjuntamente los yacimientos de fosfatos del primer país, a excepción de los de Bu-Craa, por razones políticas.

Sin embargo, las implicaciones políticas de esa cooperación son evidentes. La URSS, dando prueba de un riguroso pragmatismo que no ha sorprendido en esta parte de Africa, no ha vacilado en ofertar a Marruecos la tecnología y los capitales necesarios para valorizar el yacimiento de Meskala, a un centenar de kilómetros del antiguo puerto de Mogador, cuyas reservas se cifran en cerca de 10.000 millones de metros cúbicos de mineral.

La Unión Soviética realizará las infraestructuras necesarias al tranporte del mineral hacia la costa probablemente por vía férrea, así como las instalaciones portuarias de almacenado y embarque. La evaluación de las inversiones que necesita ese proyecto se elevan a más de mil millones de dólares, que el Gobierno de Moscú facilitará en los términos de un crédito de veinte años con un interés no superior al 2,5%

El reforzamiento de las relaciones económicas con Marruecos no ha disminuido el nivel de la fraternidad política. existente entre la URSS y Argelia.En el sector constituido por los movimientos de liberación presentes en la capital argelína han surgido síntomas de inquietud que, para un diplomático soviético, no serían más que las «reacciones primarias» de quienes no conocen los complejos mecanismos de la política soviética. La frase no por conocida deja de ser menos significativa. En el caso de Marruecos el interés mostrado por Moscú concierne, sobre todo, a su importante posición geográfica y estratégica.

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