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"El terrorismo sería inimaginable sin los medios de comunicación de masas"

¿Cómo se hace una tesis doctoral? es, aproximadamente, el título del último libro de Umberto Eco, recientemente aparecido en Italia y motivado, al parecer, por el aburrimiento que sus tareas profesorales imponen a ese lado más mecánico del método de trabajo. Metodología ha sido, al final, lo que Eco ha dado a muchos estudiantes, profesores y críticos de todo el mundo. Metodología y algo más: donde meter esas maneras de trabajo, un esqueleto coherente de conceptos, algunos particularmente felices y definitivamente acuñados, atados todos en una visión del mundo, selectiva en cuanto a los problemas planteados, y abierta -por usar uno de estos conceptos- a intuiciones agudas, a desviaciones laterales y a la confrontación práctica. Fija, sin excesos, en la atención a los fenómenos vivos y cambiantes del presente, y ágil para cambiar de tercio cuando la realidad lo reclame o la claridad lo exija. Así, puede afirmar que «el terrorismo es un fenómeno de nuestra época, de la época de los medios de comunicación de masas. Si no hubiera medios masivos, no se producirían estos actos destinados a ser noticia. La censura no sirve como medio de atajarlo, en cambio, porque en una sociedad de comunicación, los medios paralelos -desde el ciclostil a las radios piratas- son tan poderosos que no son controlables. Son generados al tiempo que los mass-media oficiales. Quiero decir que el fenómeno terrorista es simplemente irremediable». Puede afirmar, también, por ejemplo, que «es curiosa esa moda cultural que consiste en hablar constantemente mal de las modas culturales. No hay que tener miedo ante su profusión, ni siquiera ante las mediocres producciones de las supuestas modas culturales. Para que salgan flores es necesario el estiércol. Y muchas de estas producciones son simple estiércol para que puedan crecer posibles flores. En cualquier caso, a la historia hay que reducirse. Ya se verá si son flores o estiércol».Aunque afirma que en estética «terminó ya el punto de vista postromántico nacido de Benedetto Croce», da la impresión de que, en el fondo, su visión optimista del mundo actual, que es el de la comunicación, ha conseguido desproveerse de todos los maniqueísmos, de todas las valoraciones moralizantes tal como Croce, finalmente, esperaba.

Dice Umberto Eco: «Es cierto que yo empecé estudiando problemas estéticos. Escribí tres libros sobre este tipo de problemas, y a partir de ellos derivé hacia otros directamente relacionados con la comunicación de masas, y de ahí, a los grandes problemas teóricos, generales, como el establecimiento de una teoría semiológica.»

«En primer lugar, al acceder a ciertos fenómenos sobre bases estéticas tropezaba con consideraciones de otros aspectos, sociológicos, sicológicos y otros. De hecho toda la historia de la reflexión sobre el arte anterior a Croce se fija en estos aspectos. Traté, pues, de recuperar métodos que me permitieran acceder a la obra total, y hablar también de la problemática estética sin que ésta se volviera obsesiva.»

Crisis del concepto estético

«Ahora bien, en este siglo asistimos a una crisis del concepto de esteticidad. Desde Hegel se viene hablando de la muerte del arte, y así como el hablar de la muerte de Dios supone el fin ab absurdum de la teología, la ruptura de la ecuación arte igual belleza supone la muerte de la estética. Es evidente que ante un cuadro conceptualista, por ejemplo, no se puede acudir al concepto de belleza. Y en cambio, nadie puede negar que se trata de arte. Pues bien, en el momento en que el arte pone en crisis el mismo concepto de belleza, entra en crisis correlativa todo el aparato conceptual de la estética. Así, mi colega Dino Formaggio puede definir el arte como «todo aquello que los hombres han llamado arte». No necesariamente se trata, pues, de objetos bellos. Además, visto que el lenguaje común puede hablar de un bello plato de spaguetti ... »«La estética, pues, no es suficiente para comprender los fenómenos estéticos. Si Rosemberg puede construir sus cuadros a partir del cómic, muchos habrá que en lo sucesivo lean el cómic como si se trataran de Rosembergs.» Sobre la estética como elemento de poder y manipulación de las clases dominantes, dijo Umberto Eco: «El gusto evidentemente ha cambiado y cambia a lo largo de la historia. En el pasado, podía tardar cincuenta, cien años en cambiar. El tiempo actual, sin embargo, consume el gusto en mucho menos tiempo: en un mes, en tres meses. No existe un gusto de nuestra época, algo similar al gusto renacentista o al barroco. En nuestra época, el gusto es la multiplicidad. Hay quien habla de decadencia, pero épocas definitivamente decadentes, como el fin del imperio romano, estuvieron presididas por lo que éstos calificarían como un gusto espléndido... Simple y metafóricamente se podría hablar de democratización del gusto.»

«Con todo, sigue existiendo esa estructura de dominación, y en este caso es muy particular. Tomemos el ejemplo de la moda: actualmente, en esta multiplicidad del gusto, cada mujer, por ejemplo, puede elegir y compartir modos distintos de vestir, puede comprar sus ropas en una boutique, en unos almacenes, en un taller de alta costura. Y no necesita que lo que compre sea el modelo completo, sino que puede, en base a combinar unos objetos con otros, construirse su propia estética. Ahora bien, en la alta burguesía, las modas de estos vestires complejos y democráticos, que tienen sus focos de transmisión -como el Vogue-, son lanzadas por ella y luego bajan a otras capas sociales. Se trata de la misma moda, de los mismos gustos, sólo que entre el uso arriba y abajo hay una diferencia de tiempo: han pasado dos meses. Cuando las clases bajas acceden a ese gusto, el Vogue ya lanzó otro... y así sucesivamente.»

«Aparantemente, no es un modelo estético de clases, sólo el tiempo es discriminatorio: la diferencia social está precisamente en ese antes y después, en el valor semiológico legado al tiempo.»

«Por eso -concluye- la reflexión estética debe tener en cuenta todos esos aspectos tan distintos, y debe considerarse relativa. El kitsch no se relaciona con la calidad formal de los objetos sino con otros objetos precedentes.»

«Por otro lado, es injusto desde una perspectiva de arte superior -si es que se puede hablar de eso- negarse, por ejemplo, al tipo de disfrute de determinados productos artísticos por la vía del consumo. El arte tiene felizmente muchas lecturas, y una de ellas, y no seguramente de las más insanas, es la de la gente esa, simple y tranquila, el señor Pérez o el señor Rossi, que esperan y comprenden a su nivel, para escándalo del intelectual maldito, las artes más abstractas como si contaran una historia... que, seguramente, también la cuentan.»

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