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"La religiosa" historia de una prohibición

Denis Diderot escribió La religieuse en 1760. Tenía 47 años. La novela está inspirada en un hecho real, que Diderot utilizó para gastar uno de sus más inspirados bromazos a su amigo el marqués de Croismare, con la complicidad de Melchior Grimm. Diderot sabía que esta obra era impublicable y la guardó. No hacía un año aún que el Parlamento de París había vuelto a condenar La enciclopedia.

La religieuse se publicó, finalme te, en 1796, doce años después de muerte de su autor. Para much críticos fue un cuento licencioso más.En diciembre de 1965, al enterarse de que Jacques Rivette había finalizado el rodaje de La religiosa, un consejero municipal, el «centrista» Fréderic-Dupont, escribía una carta al prefecto de policlía que hacía referencia a las reacciones que, sin duda alguna, provocaría en gran parte de la población un proyecto que podía considerarse como un atentado al honor y a la consideración de las religiosas francesas».

Días más tarde el prefecto Papon respondía en el Bulletin Municipal Officiel diciendo que el productor ya había sido avisado en numerosas ocasiones de que si realizaba dicho filme corría el riesgo de que fuera prohibido íntegramente y de que «el ministro de Información está dispuesto a utilizar plenamente los poderes que le corresponden en materia de control cinematográfico», declaración que el propio ministro Alain Peyrefitte confirmaría días más tarde.

La Asociación Francesa de Críticos de Cine protestó contra esta serie de amenazas previas al estreno de la película. El productor, Georges de Reauregard, se defendió decirando que el guión original de trescientas páginas había sido modificado ya dos veces a petición del Comité de Censura Previa y que dicho Comité había aprobado la tercera versión del guión. No importaba. La película fue totalmente prohibida en abril de 1976 por el secretario de Estado, Yvon Bourges. En julio del año siguiente el ministro Georges Gorse la autorizaba. El escándalo sirvió de lanzamiento publicitario a la película. Un periodista parisiense escribía que la novela de Diderot en que se basaba el filme de Rivette era «una ,fabulación sin fundamento histórico». Sin embargo, algunos libros que se conservan en la Biblioteca Nacional de París atestiguan todo lo contrario. Según la Historia de la Abadía Real de Longchamp, de Gaston Duchesne (París, 1905) y el opúsculo anónimo Notas secretas sobre la abadía de Longchamp (París, 1768), la casa donde fue recluida Suzanne Simonin, que, en realidad, se llamaba Suzanne Saulier, se asemejaba más a un prostíbulo que a un convento. Hasta tal punto que en 1584, Gregorio XIII, a cuyos oídos habían llegado noticias de las fiestas y orgías de Longchamp, escribió una carta al obispo de París, Pierre de Condi, pidiéndole cuentas de dichos escándalos. El bueno de Diderot se había quedado corto.

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