Panamá defiende su independencia
En primer lugar, deseo agradecerle el interés y la tácita simpatía con que su ilustre diario viene informando acerca de los esfuerzos de Panamá por lograr, mediante solemne tratado, el reconocimiento de sus justos derechos en la cuestión del canal interoceánico, y de la zona adyacente al mismo. Luego, y en el mismo sentido, quiero que usted me permita hacer algunos breves comentarios en torno al editorial de EL PAIS de fecha 12 de agosto de 1977.Reiteradamente, hace hincapié dicha nota editorial sobre el hecho de que existe en EEUU una corriente de opinión (minoritaria y reducida a ciertos círculos cuyos puntos de vista han,sido repetidamente derrotados en los últimos tiempos por la gran masa electoral estadounidense) que encuentra su símbolo y talante en las frases del vencido candidato Ronald Reagan y del senador Hayakawa. Pero esa nota editorial no se refiere en ningún momento al hecho importante de que los grandes diarios norteamericanos (El New York Times, el Herald Tribune y el Washington Post, entre otros) reconocen la justicia y el derecho de la causa panameña y han sido, a lo largo de las negociaciones, decididos exponentes de un criterio de concordia y de una solución al problema que sea, además, éticamente válida.
Por otra parte, pareciera ignorarse el trasfondo sociológico del momento washingtoniano. La necesidad histórica, política y práctica de «rencivar» la imagen de EEUU, de hacer que los hechos concuerden con los principales que Washington proclama y dice defender en el mundo. Sería, en verdad, materia de un largo articulo todo lo que se pudiera decir al respecto, como bien se alcanza al ilustrado criterio de usted, señor director.
En cuanto al párrafo final del referido editorial, deseo precisar el hecho de que, en el caso de la neutralidad del canal, se trata de la defensa del mismo, después del mes de diciembre de 1999, en el caso de un hipotético conflicto mundial que ponga en peligro el funcionamiento de la gran víainteroceánica. El editorial de EL PAIS no toma en cuenta una cuestión fundamental, aceptada por Washington, y que es la siguiente: EEUU podrá defender el canal en caso de un conflicto internacional, pero, en- ningún caso, esa facultad implica la de intervenir en los asuntos internos de Panamá. En esta época de alianzas militares entre los grandes bloques -y a los que España, dicho sea de paso, no es extraña- bien puede Panamá, sin que ello signifique menoscabo y vejamen de su condición soberana, tener alianzas defensivas.
Es posible que no se haya puesto de relieve, la gallarda actitud de mi pequeño país, armado únicamente de su pequeña honda jurídica y diplomática, frente al mayor Goliat de los tiempos modernos. La historia, señor director, también es espectáculo, hazaña de hombres gesta, en una palabra, y al fin de cuentas, cuestión de ética.
Embajador de Panamá
