El cine directo y las dificultades administrativas
En muy poco tiempo el cine político, enmarcado en la tendencia de cine verité, ha pasado a ocupar un. puesto relevante en la cinematografía mundial, lo que, en definitiva, puede ser expresado como la recuperación de su ,Puesto.A finales del siglo XIX, con los inicios del cinematógrafo, los hermanos Lumiére presentaron a los inexpertos espectadores varias películas de corta duración. La llegada de un tren, Obreros saliendo de una fábrica y El regador regado, entre otras. Aquellos rollos de celuloideno sólo mostraban y demostraban las posibilidades del cine, sino que sentaban las bases del cine directo, documental o verité, una manera más de utilizar el cine como medio de comunicación de masas. En el último festival internacional de Cannes se exhibieron varias películas en las que la realidad objetiva, o pretendidamente objetiva. era centro y eje de sus temas. Desde un amplio filme sobre Jean Paul Sartre a una larga biografía de Edward Münch, pasando por Chile: el golpe de Estado, segunda parte de la trilogía de Patricio Guzmán sobre el último año de la presidencia de Salvador Allende, Hollywood on trial, documental sobre la «caza de brujas» del senador McCarthy, Exhibition 2, película sobre Sylvie Bourdon, conocida actriz de películas eróticas o Arriba España, de José Berzosa y Ramón Chao. Una aparente amalgama de títulos y ternas unidos por el denominador común de la «política», entendida en su concepto más amplio.
El desarrollo de este tipo de cine en España se ha visto frustrado por el monopolio informativo de NODO, monopolio que ha finalizado recientemente. Por otra parte, y a diferencia de otros países, la televisión-adoptó una postura igualmente inquisitorial por lo que respecta a la promoción y potenciación de directores y reportajes cinematográficos. Si se piensa que la televisión alemana produjo, entre otras muchas, Películas como Crónica de Ana Magdalena Bach, de Jean Marie Straub, se comprenderá la distancia inmensa que existen entre los criterios de una televisión encaminada al apoyo de los expermentos cinematográficos, como una de sus facetas creativas, y la que insiste en los reportajes triunfalistas de cualquier inauguración pantanera al uso.
Con todo se han realizado algunas películas perfectamente clasificables en el cine directo. Dentro de breves fechas se proyectará en Madrid, Canciones para después de una guerra, de Basilio Martín Patiño. El desencanto, de Jaime Chávarri está en cartel y se preveen las proyecciones de Holliywood on trial. El jardín gris e incluso Attica, de Cinda Firestone.
Quizá uno de los frenos más notables para el surgimiento de este tipo de cine sea la anacrónica normativa legal que impide, entre otras cosas, el acogerse a la protección de la cuota de pantalla de las películas exhibidas en 16 milímetros, formato perfectamente aceptado en Los países del Mercado Común. Es decir, no se prohibe la proyección de filmes en este formato, pero no se concede la protección habitual quince por ciento de la recaudación. Con ello se obstruye la realización de películas en dicho formato mucho más haratas y sencillas de realizar.
