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El Rey recibe al Cuerpo General de Policía y a la Policía Armada

Representaciones del Cuerpo General de Policía y fuerzas de la Policía Armada cumplimentaron ayer al Rey en el palacio de La Zarzuela, con motivo de celebrarse hoy la festividad de los Santos Angeles Custodios, patrono de la policía.Las comisiones fueron acompañadas por el ministro de Gobernación, subsecretario de Orden Público, director general de Seguridad, generales inspectores y subinspectores de la Policía Armada, y altos cargos de la Dirección General de Seguridad.

El director general de Seguridad, Emilio Rodríguez Román, pronunció un discurso en el que dijo, entre otras cosas: «Quiero deciros y proclamaros que el alto espíritu profesional de estos hombres, su celo en estricto cumplimiento de sus deberes, su vocación de lealtad y de sacrificio alcanzan cotas que no admiten parangón ni comparaciones ajenas. Y que prestan sus cometidos, callados, abogados disciplinados, y aun en las circunstancias más complejas y difíciles, bajo el estímulo, sin otras exigencias, de la satisfacción interna de saber que cumplen con sus obligaciones conforme a los dictados de su propia conciencia y porque, en definitiva, a ello se comprometen bajo su propia dignidad cuando juran sus compromisos corporativos o sus banderas».

«Es cierto, señor -dijo más adelante- que en ocasiones estos compromisos o sus servicios han sido pagados con la moneda amarga y dolorosa de la muerte entre sus filas, y mucho más amarga y dolorosa cuando este sacrificio se produce, como se ha producido, en acciones alevosas y cobardes, pero puedo aseguraros, Majestad, que nuestro espíritu se robustece con el holocausto de nuestros mejores compañeros, cuyo ejemplo impulsa nuestros afanes para continuar, sin treguas ni descanso, en el fiel cumplimiento de nuestras funciones policiales, por arriesgadas que sean.»

«En el momento de cambio y reforma que vivimos -continuó- la policía española sabe desempeñar sus cometidos desde la serenidad y la sujeción a la legalidad, sin que nuestra moral se merme, aunque nos duela, por las campañas insidiosas contra nuestras corporaciones, o sin escuchar las voces de quienes nos reclaman a la represalia, a la respuesta violenta.»

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