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Tribuna:
Tribuna
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Un monumento sociológico: el FOESSA

En la época de aguda crisis de editores (y lectores) en que prosperan toda suerte de refritos, fascículos, manualillos y demás boliche bibliográfico, resulta reconfortante el apetitoso resultado de una obra de la cochura del FOESSA III (Estudios sociológicos sobre la situación social de España. 1975). El ordinal se refiere a que hubo otros dos foessas, en 1966 y 1970, y es la serie y el incremento en información de cada uno de los informes lo que en verdad resulta estimulante. El último es un librote de cerca de 1.500 páginas de tamaño holandesa y letra menuda, que contiene una extraordinaria riqueza de datos y comentarios sobre la realidad social española de los últimos años.Con todas las críticas que pueda merecer (y en seguida van unas cuantas de urgencia), conviene advertir que quizá no haya otro país en el mundo que cuente con una serie tan enjundiosa de estudios de conjunto sobre su respectiva situación social: desde el consumo al trabajo, pasando por la educación o los movimientos de población y las actitudes políticas o religiosas. Estructuralmente este hecho apenas tiene explicación, o no la tiene de manera sociológica plena. Hay que acudir a los factores personales. aleatorios casi, que posibilitaron la constitución de FOESSA en la primera primavera de Fraga, hace una docena de años. En esa aventura hay un nombre egregio que conviene ahora identificar con todo lo bueno que se ha foessado en la última década: Francisco Guijarro.

Un informe que son varios

Lo primero que hay que decir es que, en la mejor tradición de las otras investigaciones con la misma marca editorial, este volumen ha sido ejecutado por no-catedráticos. De los cientos de personas que en él han intervenido hay incluso muy pocos profesores de Universidad. Este es un hecho peculiar de la joven sociología española: se ha realizado en buena parte fuera de la Universidad. En otros países este hecho resultaría incomprensible. No en el nuestro.

Afortunadamente no se ha repetido en este informe la barbaridad de hacerlo por un solo equipo, como en los anteriores. En su día yo señalé la conveniencia de que en los próximos foessas se recurriera al expediente plural de varios equipos, pues es tedioso contemplar la multiforme realidad social con un solo ojo. En efecto, se ha pasado a que distintas personas se encarguen de analizar los diversos capítulos o sectores de la vida social, con un indudable enriquecimiento de nuevas y varias perspectivas. La cosa tiene también sus inconvenientes. El coste es el primero. El FOESSA II de 1970 costó unos cuatro millones de pesetas. ¿Cuántos ha costado esta tercera salida?

Más grave es el tiempo. Este informe tenía que haber salido hace dos años, ya que la encuesta fue llevada a cabo en 1973. La situación social hay que referirla a una fecha inmediata con los ultimísimos datos. Llama la atención, por ejemplo, en el informe de 1976, la ausencia de análisis de los riquísimos datos del Censo de 1970, publicado entre 1971 y 1974.

Otro casi inevitable inconveniente del carácter plural del presente volumen es que los árboles no dejan ver el bosque; el lector no especializado encuentra demasiadas repeticiones y aun contradicciones según pasa de uno a otro capítulo (en realidad, son libros bastante independientes). El libro sólo forma un conjunto por su encuadernación. De ahí lo dificil que es acometer con él una lectura crítica general.

A veces da la impresión de que el análisis se ha realizado desde los intereses de cada sector (la Sanidad por los médicos, la Religión por los sacerdotes), no tanto desde la sociología. Esta es una consecuencia del no academicismo que antes señalaba. Tiene ventajas e inconvenientes.

El hecho de coser o pegar los distintos estudios conlleva la natural repetición de muchos datos o ideas básicos, que a veces no coinciden. Son varias las clasificaciones que se hacen de la población activa o de otros factores demográficos o económicos, lo cual despista más que ayuda al lector. Con todo, estas observaciones son de detalle, comparadas con la excepcional riqueza informativa que contiene el informe en cuestión.

Por las razones vistas, este tercer informe de la serie de los foessas (hay incluso un foessita, que es el resumen dei anterior y es el que en verdad conoce más gente) aparece titulado pluralmente como Estudios... Conviene advertir que tal cambio de nomenclatura se realiza en el título pero no siempre en el contenido. Tal alteración le recuerda a uno la del primer Plan de Desarrollo Económico... y Social, en el que la última coletilla fue añadida una vez impreso el volumen correspondiente. Quiero decir con esto que el FOESSA III es, una vez más, un informe sociológico, muy útil por lo descriptivo e informativo, que de alguna manera se sitúa en la línea de los anteriores informes de 1966 y 1970.

Esta observación debe hacerse aun en contra del empeño de algunos autores del FOESSA III de borrar las huellas de los informes precedentes y de ocultar su carácter descriptivo con pesadas especulaciones esotéricas (que quiere decir para unos pocos). No es malo lo descriptivo, precisamente en un tipo de informe que quiere ser un instrumento de conocimiento de la realidad para los no-sociológicos más que un trabajo académico. Por otro lado, a nivel verbal o especulativo se puede rechazar el tono descriptivo, la orientación empírica cuantitativa, el análisis de tipo funcionalista, pero más dificil es construir un discurso analítico, cualitativo, conflictivista.

En el FOESSA III el primer rechazo es patente, como lo es la general incapacidad para conseguir el efecto contrario deseado. Por muchas declaraciones en contra que hagan sus autores, la verdad es que predomina el nivel descriptivo-cuantitativo; lo cual no es tan malo cuando así se reconoce. A mi entender, la sociología no es para la academia, sino al revés, y en último término la sociología es para la sociedad. Esta última relación es precisamente la clave del éxito de los foessas.

Otro rasgo inevitable en este informe es que se prueban (o falsean a veces) hipótesis y conclusiones avanzadas en los informes anteriores, pero desgraciadamente sin que en muchos casos se haga explícita tal continuidad. Hay un complejo de Adán en los investigadores sociales españoles que nos lleva a dar como nuevo o insólito lo que no es sino coronación de esfuerzos previos. No se trata de fomentar la copia mimética. La verdad es que los autores de los anteriores foessas (entre los que me cuento) han publicado después docenas de libros que han avanzado o completado o rechazado- las conclusiones sugeridas en esos informes. Toda esta línea de investigaciones aparece bastante desconocida para los autores del presente informe

Notables ausencias

No es muy correcto criticar una obra por lo que no contiene. Pero el precepto hermenéutico no se aplica tanto en obras de gran envergadura en las que las ausencias pueden y deben interpretarse en el contexto de los propósitos del autor/editor. En nuestro caso, vale la pena recalcar la carencia del factor regional en el análisis de la situación social española: ni las regiones o nacionalidades son un capítulo del estudio, ni la región es una variable importante y sistemática; -cada -capítulo la trata a su modo, si la trata, y casi nunca tomando en consideración las regiones históricas.

Otro gran ausente es el análisis de la estructura del poder, ni siquiera tratado en los largos capítulos sobre la estructura de clases o las actitudes políticas. Quizá pesara aquí la tradición de que en el anterior informe ese capítulo (bien medroso e imperfecto) fue censurado; qué digo censurado, fue literalmente arrancado de los ejemplares editados por quien tenía el poder para hacerlo. Pero éste no hubiera sido el caso en este informe de 1976, en general mucho más osado en términos de crítica al sistema establecido. La propia encuesta realizada para este informe da cuenta de que para el público los grupos sociales más poderosos son -Por este orden- los militares, los Bancos, la Iglesia, los Sindicatos, los empresarios y el Opus Dei. Pues bien, de esos grupos apenas se dice nada en el informe tan voluminoso y tan presumiblemente crítico. Tan evidente olvido o escamoteo no puede sino confundir un poco al lector.

En mi opinión, el capítulo más interesante y novedoso es el realizado por M. Gómez-Reino, et alii de DATA. No se tome mi evaluación como sentimentalismo por la vinculación que he tenido con ese equipo. Tal personal relación lo que sí me permitirá es aportar algunas apresuradas ideas críticas a su trabajo. La primera y fundamental es que en él se vuelve a caer en la inveterada ingenuidad de los sociólogos (yo he sido un pecador más) de acabar creyendo que larealidad política es la que se deriva de las escalas de los cuestionarios y de las reacciones de los entrevistados en la peculiar situación española, en la que no ha sido dable preguntar todo. Así resulta el bonito resultado de que los obreros aparecen como los autoritarios y los universitarios como los progresivos y liberales. Lo que pasa es que los obreros se mueven con desconfianza, fatalismo, a veces miedo y hasta en ocasiones su miaja de coña, ante estas sofisticaciones de los cuestionarios sociológicos. En este caso simplemente no entran en las antinomias reformismo/ no-reformismo o liberalismo /autoritarismo, porque esas escalas no traducen las verdaderas antinomias que los obreros respiran. En la desconfiada duda tienden a halagar al entrevistador, no saben bien qué tienen que decir (como saben los universitarios) y el resultado es que aparecen más autoritarios o conservadores, cuando en realidad su actitud es la desconfianza, el fatalismo, la ignorancia. Con ello no descubrimos el autoritarismo de la clase trabajadora, sino el autoritarismo de la clase sociológica, que es mucho más cierto.

Una recomendación

Es curioso que al medir en este informe las actitudes políticas de los españoles no aparezca en las clasificaciones el posible juicio negativo sobre el sistema político (no incluido en el factor reformista, que se presenta en el texto como el más radical), o la posible aceptación del Partido Comunista (y no digamos los situados a su izquierda). Tales ausencias -explicables en términos de censura- comprometen el análisis. No es imaginable que no haya personas antifranquistas o simpatizantes del comunismo porque esas rúbricas desaparezcan de los cuestionarios.

A pesar de su voluminoso aspecto, la riqueza de datos de este informe está en parte por explotar. Cada lector podrá sacar nuevas conclusiones. Para los que quieran saber más sobre el país en que les ha tocado vivir la lectura de esta obra es una ayuda imprescindible, como suele decirse en las propagandas de las enciclopedias. Con todas las críticas que puedan hacérseles, no me cabe la menor duda de que el FOESSA III va a ser mucho más útil que los anteriores.

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