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Fofó fue enterrado ayer en Vallecas

El payaso Fofó.
El payaso Fofó.Alfonso Aragón Bermúdez

Un clamoroso aplauso despidió para siempre los restos mortales de Fofó en el madrileño cementerio de Vallecas. Unas 25.000 personas habían acudido ayer al cementerio, a donde llegó el cortejo fúnebre procedente de La Concepción. También en la clínica varios millares de personas habían despedido a Fofó: una legión de personalidades del mundo del espectáculo, la canción y el deporte, y el espíritu de millones de niños de este país, para los que la muerte de Fofó había sido a la noticia del día. Fofó ha muerto a consecuencia de hepatitis gravísima, coma hepático o necrosis hepática, según los términos empleados en diversos medios informativos. Esto parece ser la consecuencia de una enfermedad todavía no muy conocida: la hepatitis vírica B, transmitida a través de transfusiones de sangre.

Un tumor cerebral benigno había motivado hace cuatro meses el internamiento clínico y posterior operación de Alfonso Aragón Fofó, padre de cuatro hijos, uno de ellos conocido por Fofito, compañero de su padre en su trabajo profesional. Superada la operación que le practicó el doctor Boixados, extirpándole el tumor, se hicieron necesarias transfusiones de sangre. Se le desencadenó una hepatitis virica que hizo necesario su internamiento en la Fundación Jiménez Díaz el pasado 10 de junio. Pocas horas después pasaba a la unidad de vigilancia intensiva para fallecer a las 10 de la noche del martes.

La causa exacta de la muerte no ha sido informada. Puestos al habla con el doctor Calleja, en la clínica de La Concepción ha explicado que «estaba muy ocupado con sus consultas y que no era un tema para tratar así ... ». Respecto de la causa de la muerte por hepatitis vírica B se refirió a dudosos análisis para concluir interrumpiendo la comunicación.

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Posteriormente, al intentar conectar con el doctor Joaquín Serrano, jefe del Servicio deTransfusiones se nos explica que no estaba. Su adjunto, doctora Calabuig, estaba en su casa de alerta y allí se podría hablar con ella. Pero en casa de la doctora, tras decir que sí estaba, se precisó que «acaba de salir».

En el Servicio de Transfusiones de La Concepción explicaron que había indicaciones de tratar sólo este tema, por parte de la dirección. Al intentar conectar con el director, doctor Perianes, se nos explicó que no estaba. Eran las 7.30 de la tarde. Tampoco había nadie en secretaría, ni en intendencia... «Sólo están aquí las señoras de la limpieza».

Hepatitis B

«Es un tema muy difícil el de la hepatitis vírica -ha explicado a EL PÁIS el doctor Muelas, jefe de la sección de Virología de La Concepción-. Se produce por un virus activo que se transmite del donante al receptor. En el portador del virus no siempre hace daño. Puede producir algún efecto crónico, cirrosis hepática pero no siempre. Sin embargo en el receptor puede ser mortal. Estamos ante una reacción individual dffierente ante el mismo agente».

La hepatitis es una inflamación del hígado. Sus síntomas son fiebre elevada, astenia, anorexia, algias rematoideas, vómitos y decaimiento general. Su tratamiento se basa en reposo prolongado en la cama, un adecuado régimen alimenticio y protección hepática. Otras formas de hepatitis como las supuradas y las tóxicas ofrecen un cuadro clínico correspondiente a un síndrome tóxico-infeccioso acompañado de dolor y a veces de ictericia. En ese caso hay que recurrir al tratamiento quirúrgico.

Precisamente porque la hepatitis vírica B es transmitida a través de las transfusiones de sangre se plantea el tema del control de esas transfusiones. «Se controla a través de nuestros conocimientos científicos actuales -añade el doctor Muelas- pero continuamente están saliendo artículos nuevos en revistas médicas describiendo nuevos subtipos de hepatitis B. En el momento actual tenemos técnicas de aproximación, pero no hay certeza en la materia».

«Estamos detectando fenómenos, pero no sabemos si ahí radica el fondo de la cuestión. Podemos demostrar que el donante tiene anticuerpos contra el antígeno de superficie del virus de la hepatitis B, pero no podemos saber si eso significa enfermedad activa».

El doctor Muelas sale al paso de la posibilidad de imprudencia a falta de control en las transfusiones. «Creo que hoy no podemos saber hasta donde llega su peligrosidad. Son tales los beneficios de las transfusiones, que aunque en alguno que otro caso surja el riesgo, no va a haber por qué suprimirlas: lo que hace falta es afinar e investigar más sobre los componentes del virus de la hepatitis B, en cuyo conocimiento se avanza desde hace poco. Es necesario poner en marcha técnicas muy sensitivas para detectar los componentes en la sangre del donante que verdaderamente puedan ser peligrosos para elreceptor.».

«No hay imprudencias al menos en nuestra clínica -concluye el experto en virología- Puede darse un caso de cada 10.000 o cada 100.000. Pero no me atrevería a decirqué este ha sido el caso de Fofó. Habría que haber hecho biopsia hepática o hacer una autopsia, para saberlo. Eso lo podrían aviriguar quienes le han tratado».

Resonancia

El impacto producido por la muerte de Fofó no ha tardado en hacerse notar. Una emisora de radio murciana invitó a sus oyentes a aportar donativos para erigir un monumento público al célebre payaso. Al cabo de dos horas, ya se habían recaudado 70.000 pesetas. La propia emisora requirió la colaboración de escultores para que enviasen sus bocetos o ideas para el comunicado.

En Ubeda, cuando los niños de los colegios de EGB se despedían de sus profesores hasta septiembre, al saber la noticia de la muerte de Fofó, se rezó por él, mientras los niños lloraban.

También en Murcia, la comisión organizadora del Séptimo Certámen del Trovo ha decidido conceder a título póstumo el Arca de Plata de juglar del trovo al que fuera juglar de los niños españoles.

Argentina ha detectado expecialmente la noticia. Allí Alfonso Aragón y sus hermanos marcaron una época circense renovando una vez tras otra sus contratos. Dejaron allí grabaciones de TV, películas y discos que son muy escuchados en medios infantiles.

Los comentaristas de la prensa argentina hacen encendidos elogios de la figura del payaso español, refiriéndose al llanto de los niños. «La muerte de un payaso es la más triste de las muertes, porque es precisamente como si se apagara para siempre la sonrisa en los niños señala un articulista, mientras otro matutino de Buenos Aires afirma que los payasos no actúan solamente para los pequeños, sino para gente de todas las edades, porque en todo ser humano no deja de palpitar ni un sólo instante el sentimiento de un niño o la nostalgia y el deseo ferviente de querer serlo.

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