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EL QUE APAGA LA LUZ
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Se busca suplente indiscutible

Alcácer acepta lo que otros rechazaron: formar parte de la impresionante plantilla del Barça, en cuyo banquillo tiene guardado un sitio de honor

Alcácer, en la presentación del Valencia en Mestalla el 13 de agosto.
Alcácer, en la presentación del Valencia en Mestalla el 13 de agosto.MANUEL BRUQUE (EFE)

Lleva el Barça medio verano peinando el mercado (estos latiguillos del lenguaje futbolero son tan absurdos como agradecidos) en busca de un delantero por petición expresa de su entrenador, Luis Enrique. Un delantero suplente, para más señas. Dicen los que saben que ya lo ha encontrado: Paco Alcácer es el elegido. Internacional absoluto, hasta la semana pasada era el símbolo del Valencia. Más pronto que tarde el chico hará las maletas y se irá, previo pago de 30 millones de euros, a Barcelona. Llegará allí para formar parte de una de las mejores plantillas del planeta, en cuyo banquillo tiene guardado un sitio de honor. Porque salvo lesión o circunstancia parecida no deseada, la posibilidad de que el chico consiga una plaza de titular en detrimento de Messi, Luis Suárez o Neymar es, para ser exactos, ninguna. Lo mismo ocurre en el Madrid, donde Morata podrá acumular méritos y vivir en la gloria el breve espacio de tiempo en que no estén Benzema y Cristiano. Cuando estos vuelvan no le quedará más papel que el de ser el indiscutible suplente de la llamada BBC.

Dice el refranero, tan sabio que cada quién lo utiliza a conveniencia, que más vale ser cabeza de ratón que cola de león. Pero no todo el mundo piensa igual. Alcácer era cabeza de ratón en el Valencia (léase ratón sin tono peyorativo alguno, solo como símil de un club que no vive su mejor época), cuya afición le adoraba como el mejor producto de su cantera. Pero el chico ha elegido irse y cabe pensar, uno al menos lo piensa, que no hay futbolista capaz de rechazar una oferta del mismísimo Barcelona.

Pero sucede que sí lo hay. El delantero francés Kevin Gameiro dijo “no” al equipo azulgrana, y argumentó su decisión de este modo: “Sabía que si fichaba por el Barça habría sido el cuarto atacante”. Pero no es el único caso. Parecida situación han vivido, según los rumores, Nolito, Vietto y el ucranio Yarmolenko, que fue como un libro abierto el explicar las razones de su negativa: “Por supuesto que uno puede ir a Barcelona, hacerse un selfie con Messi, colgarlo en las redes sociales, obtener millones de visitas y estar satisfecho consigo mismo. Pero yo lo que quiero es jugar”.

En los últimos años no ha habido suplente que haya sacado más partido a esa condición que el sueco Henrik Larsson, que en 2004 aterrizó en un Barça en el que, con Messi en sus inicios, Ronaldinho y Eto’o salían a exhibición por partido. Larsson venía de hartarse a marcar goles en el Celtic. Y no solo aceptó su condición de huésped honorario del banquillo sino que aseguró haber pasado las dos temporadas más felices de su vida, en las que logró 19 goles en 58 partidos. Pero Larsson llegó al Barça con 33 años, de vuelta de todo. Alcácer tiene 22.

Desde entonces, el Barça, y salvo algún experimento desfortunado (Maxi López, Afellay) siempre ha mirado a su cantera para buscar el relevo de sus grandes estrellas. Y así fueron apareciendo los Bojan, Giovanni, Tello, Cuenca o Pedro, el que más lejos llegó y que durante años fue el mejor ejemplo del aura romántica que rodeaba a aquel Barça, y que no se derrumbaba ni cambiando Unicef por Qatar. Hoy, sin embargo, la política del club ha variado. Hoy se acude al mercado a buscar lo que antes se tenía en casa. Munir, el último que ha luchado por un imposible, ya no sirve. Son nuevos tiempos en el Barça, tan respetables como los pasados, cuando tanto y tanto se presumía del amor que el club le tenía a su cantera, un ejemplo como era, porque lo era, para la humanidad deportiva. Hoy la apuesta es otra y la Masia, bien gracias.

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