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El Deportivo retira a Manuel Pablo

El futbolista más veterano de la Liga asume la petición de su club para colgar las botas y desempeñar una nueva tarea en su organigrama

Manuel Pablo pugna con Figo durante el Teresa Herrera de 2001
Manuel Pablo pugna con Figo durante el Teresa Herrera de 2001LALO R. VILLAR

No quería dejarlo. Tiene más de 40 años y era el fútbolista más veterano de la Primera División, pero aún le sobraba cuerda para liderar las pruebas físicas respecto al resto de sus compañeros. “Creo mucho en el entrenamiento”, sostiene Manuel Pablo García (Arucas, Las Palmas, 1976). El Deportivo anunció ayer, minutos antes de que el equipo regresase al trabajo, que su capitán colgaba las botas para iniciar una nueva etapa en el club en el que lleva 18 años. Su misión, informó la entidad, será “gestionar las relaciones entre la plantilla, el cuerpo técnico y la dirección deportiva”.

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Creo mucho en el entrenamiento
La eterna sonrisa de Manuel Pablo

Sin mayor pompa se marcha un clásico que en los albores del siglo XXI estaba catalogado como el mejor lateral derecho de Europa, un jugador por el que el entonces presidente Lendoiro rechazó una oferta multimillonaria del Real Madrid y que al poco tiempo sufrió una espeluznante lesión que hubiese retirado a cualquiera. No ocurrió con este motorcito canario, que no recuperó el elevadísimo nivel que tenía, pero encontró cuerda para regresar de manera efímera a la selección y disputar más de 300 partidos más con el Deportivo. “Ha sido complicado convencerle de que lo mejor era que desempeñase otro tipo de funciones en el club”, reconoce el técnico Gaizka Garitano.

La idea de Manuel Pablo era seguir en activo. Así lo dejó entrever tras el último partido de la pasada campaña. Entonces sus compañeros se quedaron sobre el círculo central del estadio de Riazor como esperando un guiño, una confirmación que no llegó. “Donde estoy más cómodo es sobre el campo, pero estoy a disposición de lo que decida el club”, explicó después. Le quedan dos años por cumplir de un contrato firmado en enero de 2013 y que Lendoiro justificó como compensación a su actitud de no forzar un traspaso al Real Madrid. “Reconozco que Manuel es al único al que le he hecho una jugada”, apuntó entonces el dirigente.

En aquel episodio en verano de 2001, Manuel Pablo planteó la salida como una buena operación para todos. El presidente se negó porque pensó que con el Mundial de Corea y Japón por delante podría revalorizar aún más a un futbolista por el que también había preguntado el Inter. Al mes siguiente llegó el dramático choque con Giovanella que le quebró la tibia y el peroné. “Intenté volver a ser el mismo, pero no lo conseguía, no sé el motivo”. Con todo, le sobró para competir en la máxima categoría. Ahora mira hacia atrás y recuerda el trance de la lesión más con la miel de haberse superado para volver a ofrecer rendimiento que con la hiel de lo que pudo haber sido y no fue.

Lesión de Manuel Pablo en septiembre de 2011

Con Manuel Pablo se va un tímido extremadamente competitivo, un futbolista que ha transitado entre varias generaciones, que debutó en el primer equipo de Las Palmas en 1994, cuando los amarillos estaban en Segunda B, tras descollar en las categorías inferiores junto a su inseparable, su hermano, Juan Carlos Valerón. “Hemos compartido tanto…”. Cuatro años después llegó al Deportivo como supuesta carabina en la operación que llevó al Turu Flores al club gallego.

En una prórroga que parecía eterna, Manuel Pablo flirteó con la retirada hace año y medio. Entonces apenas participaba en un equipo que peleaba por mantener la categoría en Primera y le ofrecieron integrarse en el equipo técnico de Víctor Fernández como segundo entrenador. Declinó esa opción, peleó por tener minutos y los encontró al final de la temporada cuando Víctor Sánchez del Amo regresó al club como entrenador.

Decidió seguir un año más de corto. Ahora sabemos que aquel partido del pasado mes de mayo ante el Real Madrid, cuando todavía le ganó alguna carrera a Gareth Bale, había sido el último. “Sólo soy un tío al que le gusta competir”, deja como epitafio de sus galopadas por la banda.

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