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1.300 millones de alitas de pollo para la 50 Superbowl

La entrada media cuesta más de 6.000 dólares

SuperBowl es sinónimo de espectáculo, televisión y comida. La 50 edición del partido de fútbol americano que decide el campeón de la temporada este domingo ha invadido San Francisco. La SuperBowl de Silicon Valley, como se le llama popularmente, ha traído consigo consecuencia económicas. A los altos precios de alquiler y hospedaje que sufre la zona, se le suma la demanda de los seguidores de los Denver Broncos y los Carolina Panthers. Durante las noches de viernes, sábado y domingo los hoteles han subido la tarifa de manera extraordinaria. Resulta imposible encontrar una habitación por menos de 500 dólares. En el caso de Airbnb, un fenómeno que nació en la ciudad, los precios se han triplicado. Ticketmaster, vendedor oficial de las escasas entradas que no están en manos de los clubs o patrocinadores, ha vendido el papel que quedaba a 6008 dólares de media. Una subida notable si se tiene en cuenta que en las cinco ediciones anteriores la cifra se quedó en 4.094.

Los jugadores, en cambio, dependerán mucho de su tirón publicitario para rentabilizar su participación. Oficialmente, cada miembro del equipo ganador recibirá 102.000 dólares. Mientras que los vencidos tendrán la mitad, 51.000. El trofeo Vince Lombardi con que se reconoce a los campeones, hecho en plata por la joyería Tiffany & Co., mundialmente conocida por la película Desayuno con Diamantes, tiene un valor de 25 dólares.

El comité organizador estima que los vuelos han sufrido un alza del 250%. En total, en la zona de la Bahía de San Francisco quedarán 500 millones de dólares. La ciudad que ejerce de anfitriona ha derivado una parte especial de su presupuesto, 4,8 millones de dólares, para asegurar la limpieza y seguridad de las calles. Especialmente el tramo que va de Market a Embarcadero, el corazón del distrito financiero, que desde el martes está cortado para que los aficionados visiten la zona de fans. Los ciudadanos de la ciudad se han quejado de manera notable en redes sociales por no haber negociado mejor con el comité organizador. Mientras que sus impuestos pagarán la factura, Santa Clara, lugar donde está el Estadio Levi’s, ha conseguido que la NFL corra con los gastos.

Por delante del deporte está la comida. Para muchos el partido es una excusa para devorar aperitivos sin freno. El Consejo Nacional del Pollo ha realizado un informe en el que sostienen que se comerán 1.300 millones de alitas antes, durante y después de que pare el balón. Los productores de Guacamole también han hecho su cálculo. Se van a consumir más de 9 millones de libras de aguacate en todo Estados Unidos.

La demanda culinaria es tal que se ha hecho una excepción, las gastronetas podrán operan libremente por la ciudad, en lugar de en áreas designadas para tal fin como suele ser habitual, a fin de poder dar abasto. La decisión incluye 300 nuevas licencias temporales para este tipo de vehículos con cocina incorporada.

La cerveza, con Budweiser como patrocinador oficial, ha sufrido complicaciones para poder llenar las reservas de la ciudad. Los fabricantes y distribuidores han enviado camiones de gran tamaño con la ilusión de no agotar las existencias. Las pronunciadas pendientes de muchas de las calles de San Francisco han conseguido el efecto contrario. Hasta el momento se han registrado tres tráilers bloquearlo.

En la zona de fans, una feria creada por los patrocinadores para promocionar sus marcas y vender productos conmemorativos, las cervezas se venden a 8 dólares el vaso.

SAP, empresa de origen europeo, pero con sede en Silicon Valley, es la encargada de coordinar a los voluntarios. Como no podía ser de otra forma, lo hará con una aplicación que ayude a los más de 10.000 ayudantes a dar información, mantener la calma y cumplir con su cometido. El estadio es también un canto a la tecnología. Su construcción costó más de 2.000 millones de dólares. En su interior, más de 1.200 puntos wifi aseguran que se podrá tuitear y mandar selfies en tiempo real. Alguna de las utilidades que integran a través de Aruba, una empresa de conexión inalámbrica propiedad de HP, permite saber solo con mirar el móvil que baño es el más cercano a la localidad, qué restaurante de los más de 40 que operan en el estadio tiene menos espera y llevan la comida directamente al pasillo en que está cliente.

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