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El gran asalto al oro de Beitia

La saltadora española ha cambiado su técnica de carrera y aspira a coronarse campeona

Carlos Arribas
Beitia durante la clasifiación de este jueves.
Beitia durante la clasifiación de este jueves.Lavandeira (EFE)

- "Pero tú estás loca".

Después de 25 años entrenándola, Ramón Torralbo creía que ya conocía bien a Ruth Beitia, sus manías, su cabezonería y sus pensamientos, pero aquella mañana de mayo la saltadora cántabra le sorprendió como nunca: a los 36 años le proponía una revolución técnica.

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"Me dijo que la noche anterior le había estado vueltas al tema en la cama y que allí le había llegado la inspiración", dice Torralbo. "A partir de ahora', me dijo, 'en vez de partir en carrera lanzada hasta mi marca para comenzar los apoyos finales, lo haré saliendo parada'. Después de pensarlo, le dije: 'De acuerdo, lo ensayaremos, pero con una condición: en vez de una carrera con siete apoyos, la harás con nueve". Beitia había terminado muy enfadada los Europeos en pista cubierta de Praga, una de las pocas competiciones bajo techo en la que no conseguía medalla. Ella, una atleta resolutiva y con recursos, y muy competitiva, no había sido capaz de responder a los desafíos de una pista suspendida en el aire en la que en cada salto le salía una zancada diferente.

"¿Qué me está pasando?', me pregunté", dice Beitia. "Además, coincidió que en mayo me tocó campaña electoral [renovó su escaño en el Parlamento regional por el PP] y lo tenía muy complicado para entrenar. Así que le pedí tranquilidad a Ramón... En un duermevela se me iluminó la cabeza, lo pusimos en práctica y desde el minuto cero, a tope...".

Cuando hacía salida lanzada, muchas veces sus apoyos no coincidían con la marca de esparadrapo que señalaba su talonamiento final a 49 pies de la barra, con lo que a veces se encontraba muy lejos y otras muy cerca en el momento del impulso final. "A veces arrancaba a 49 y a veces a 54 pies, y ahora son 60 ó 61, y, sobre todo, sé en cada momento dónde estoy y cómo será el apoyo siguiente y el siguiente", dice Beitia y mientras lo cuenta, se le gira la cabeza y el cuerpo como se le gira en la pista cuando traza la curva final de despegue, pues así vive y visualiza sus saltos.

"Aunque al principio tenía que ir pensando y contando los pasos, ahora me salen mecánicas las zancadas e incluso llego más rápido a las tres últimas y hasta sé que hacer con la pierna libre que antes a veces se quedaba por ahí, a su aire, y consigo el máximo rendimiento".

Aunque el verano ha sido magnífico, con triunfos y liderazgo en la Diamond League, y un mejor salto de dos metros en Roma, la prueba de fuego para la cántabra llegará hoy al mediodía (12.30), cuando emprenda su quinta final de un Mundial al aire libre. Su mejor resultado hasta el momento es el bronce de Moscú, lo que la atleta española con más medallas colgando de su cuello cree que mejorará con su primer oro mundial, por ejemplo.

Ambiciosa

"Claro que vengo a por el oro", dice Beitia, quien cuando decidió volver a competir unos meses después de anunciar su retirada tras los Juegos de Londres 2012 se encontró con que su patrocinador de siempre le dijo que nones, porque pensaban que ya era vieja para rendir bien. Finalmente, Nike confió en su resurgir. "El oro es un sobresaliente y he estudiado para sobresaliente, pero si me quedo en notable alto, en otra medalla, me quedaré tan contenta. No veo el Mundial como una última oportunidad. A mi edad tengo que ir paso a paso, agradeciendo a la vida esta segunda oportunidad que me ha dado, pero mi único sueño es el podio olímpico, la medalla que me falta. Después, aunque no pienso en retirarme, cuando lo haga será desde lo más alto".

Este sábado se encontrará con las habituales Chicherova, Kuchina y Licwinko, con las que ha competido todo el verano. También con la croata Blanka Vlasic, doble campeona mundial que regresa a lo más alto tras una larga lesión y sobre la que Beitia ya tiene un ascendente psicológico después de la lección de deportividad que le dio en Roma. Después de saltar 1,97m, Vlasic lo celebró sobre la colchoneta como una mega star, bailando y contoneándose como si ya hubiera ganado. Beitia, que aún competía, dice: "La vi así, vendiendo la piel del oso antes de cazarla y me dije, 'tú haz tu espectáculo que yo haré lo mío". Y Beitia saltó dos metros, altura con la que no pudo Vlasic. "Lo que hizo fue una falta de respeto a la competición y a las rivales", dice la cántabra. "Siempre respeto a las rivales. Lo más importante es el respeto".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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