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La confusión estratégica del Madrid

El gol de Turan que cerró el derbi (1-2) pone de manifiesto el desequilibrio en la plantilla

James, tras fallar una ocasión el sábado en el Bernabéu.
James, tras fallar una ocasión el sábado en el Bernabéu. Alejandro Ruesga

Dice Casillas que el público es “soberano” y el sábado en el Bernabéu la gente condenó al portero por encajar el primer gol del derbi. Pero no fue ese gol el que más lamentó el vestuario, con Carlo Ancelotti a la cabeza. El gol que reveló los problemas que afronta el equipo fue el 1-2 que convirtió Turan aprovechándose de la cadena de errores de todo el centro del campo. El gol que hizo prácticamente imposible la remontada y la Liga. Desde 1995, cuando se establecieron los tres puntos por victoria, nadie conquistó el campeonato después de perder dos veces en las primeras tres jornadas.

La estrategia de fichajes y traspasos del último verano inspiró un cambio precipitado en los planteamientos del Madrid. En Anoeta, Ancelotti ordenó al equipo hacer cosas que la temporada pasada eran excepcionales. Mandó a presionar arriba, a tener el balón y a filtrarlo entre líneas. La táctica, que supuso una modificación del modelo contragolpeador que definió al equipo ganador de la Décima, no funcionó. Pero Ancelotti insistió. Contra el Atlético, el sábado, pidió a los jugadores que adelantaran las líneas, que elaboraran más y que trataran de defender en campo contrario.

Ancelotti ha explicado en el club que el nuevo perfil de los jugadores obliga a modificar la preparación de los partidos. Con un mediocampo formado por James, Modric y Kroos ya no es tan seguro defender atrás porque ninguno de los tres tiene oficio y aptitudes para proteger a la defensa en campo propio. Sufren esperando al rival atrás ya que carecen de conocimientos defensivos. Lo mejor, por tanto, es intentar que tengan la pelota lo más lejos posible de Casillas.

Ancelotti ordenó al equipo presionar en campo contrario y alteró el signo contragolpeador

El cambio de disposición busca mejorar el funcionamiento colectivo estimulando a hombres como James, Isco, Modric o Kroos, a defender en un lugar donde se encuentren más confortables. Al presidente, Florentino Pérez, primer promotor de la nueva estrategia, la idea le seduce. Pero presenta un problema físico. Cuando el equipo aprieta, achica los espacios hacia adelante, comprime al rival, y los velocistas como Cristiano y Bale ya no encuentran lugar para correr. Bale es el que más sufre. Como lo suyo son las carreras individuales, la necesidad de asociarse le desconcierta. Su segundo tiempo ante el Atlético fue un resumen de la parálisis. El público, que lo advirtió, le dedicó un par de pitadas.

Hace dos meses, después de ganar la Champions, Ancelotti anunció que aquel era el comienzo de una dinastía. Ahora estudia soluciones para evitar que el Madrid se resquebraje. Desde hace semanas la sensación de naufragio es palpable en los empleados, los futbolistas y los técnicos. “Esto se veía venir”, decía un jugador ayer. “No hay más que ver los entrenamientos para entender que el nivel de la plantilla ha caído. Y no hay mucho margen de mejora”.

Los velocistas como Cristiano y Bale ya no encuentran tantos espacios

Bastó con el traspaso de Alonso y Di María para que arraigara un clima de derrotismo. El vasco y el argentino eran los dos futbolistas más importantes para el funcionamiento colectivo del equipo y en esto coinciden todos los veteranos con Ancelotti. Su desaparición fue observada con suficiencia desde la directiva, pero en el vestuario la gente se llevó las manos a la cabeza. Primero, porque los que se fueron eran fundamentales, y luego porque resultó evidente que James y Kroos no podrían cubrir el vacío.

“En San Sebastián hicimos 30 minutos mágicos”, observó Florentino Pérez tras la derrota (4-2) en la segunda jornada. Fue el tiempo que tardaron los jugadores en fatigarse. Más o menos lo que aguantaron contra el Atlético el sábado.

Kroos no consigue cubrir el vacío dejado por el liderazgo de Alonso cuando el equipo pierde el balón

Cuando la presión coordinada de todas las líneas se aflojó, la defensa del Madrid se replegó. Atrás sobrevino el desastre. Los técnicos consideran que el gol de Turan resumió el drama. Comenzó cuando Kroos abandonó su zona para hostigar a Griezmann en un saque de banda. En el banquillo recordaron a Alonso: él jamás habría hecho ese desplazamiento, y si lo hacía era para robar el balón o cometer falta. Griezmann se marchó y Kroos se quedó contemplando la escena. Desconectado. Por detrás, Modric, guardando el carril central, hizo lo mismo: mirar. Y más allá, James también miró.

Ancelotti apreciaba a Alonso porque en esas situaciones ordenaba a sus compañeros a gritos. Cuando el equipo no tenía el balón, el mediocentro del Bayern era un coordinador perfecto. Pero claro, Kroos no habla castellano y, aunque hablase, no tiene experiencia como stopper. Así es que Griezmann se fue de la blanda oposición de Isco, jugó para Juanfran, y este centró. Y en el medio, solos, tranquilos, sonrientes, Turan y Raúl García tuvieron tiempo para coreografiar la felicidad. Dejada, remate y gol.

La Liga estaba perdiéndose cuando al Madrid lo superó el desorden y la incompetencia. En el Bernabéu, la mayoría pitó a Casillas. Unos pocos pidieron la dimisión de Florentino Pérez.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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