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Dioses amenazados

Bolt, batido de nuevo por Blake, y Phelps, que renuncia al 200m libre desafiado por Lochte, parecen vulnerables ante los Juegos

Amaya Iríbar
Bolt, a la izquierda, ve cómo se escapa Blake, segundo por la derecha, en Kingston
Bolt, a la izquierda, ve cómo se escapa Blake, segundo por la derecha, en KingstonIVAN ALVARADO (REUTERS)

Usain Bolt y Michael Phelps eclipsaron con sus hazañas olímpicas todas las gestas deportivas de Pekín 2008. Sus triunfos, casi siempre acompañados de plusmarcas sobrehumanas, imágenes imborrables de la historia del deporte, decían que nadie podía con ellos y que tal vez nunca podrían. Esa imagen de imbatibilidad se resquebraja ahora, a menos de un mes de que empiecen los Juegos de Londres.

Un fogonazo. Los 200m jamaicanos sobre la pista azul del flamante estadio de Kingston, el templo de los hombres más rápidos del mundo, la madrugada del lunes en España. Bolt, el rey de todos ellos, sufre su segunda derrota en dos días. Esta vez el hombre que hizo pequeños a todos los velocistas en Pekín, el corredor que los volvió a dejar atrás al año siguiente en los Mundiales de Berlín, el que contaba todas esas carreras por plusmarcas mundiales, no se quedó en los tacos. Salió bien y tomó bien la curva. Pero ahí estaba Blake, su pequeño compañero de entrenamientos, más joven (22 años frente a 25), más robusto, cuya imagen responde perfectamente a ese apodo de La Bestia, para volverle a robar el foco con una marca impresionante (19,80s, la mejor del año, con 0,54m/s de viento en contra, frente a 19,83s de Bolt). Entre esos tiempos, a kilómetros de distancia, se coló el estadounidense Wallace Spearmon (19,82s en sus trials).

Luego Glenn Mills, que dirige las carreras de ambos, vino a tranquilizar a los que dicen que Bolt ya no es el mismo y que no volverá a serlo. “Aunque ahora puede estar un poco apagado, cuando llegue el momento estará en su mejor forma”, aseguró tras la carrera.

La otra imagen hay que buscarla en una piscina de Omaha o más bien en lo que sucede allí cuando los trials han terminado. Tras una semana de competición, Michael Phelps tiene la oportunidad de inscribir su nombre en ocho pruebas olímpicas, las mismas que le bañaron en oro hace cuatro años en la capital china. Pero Bob Bowman, su entrenador, da el campanazo: “Michael Phelps no nadará los 200m libre de su programa olímpico”, escribe el hombre que guía sus pasos en Baltimore.

Esa prueba no es la que perdió con Ryan Lochte al principio de la semana (fueron los 400m estilos). De hecho, ganó, aunque fuera por solo 0,05s. Pero sí es la que más disgustos ha dado al gran campeón. En Atenas 2004, su primera experiencia olímpica, solo pudo ser bronce —las otras cuatro distancias individuales que nadó fueron de oro— y el año pasado perdió el título mundial ante Lochte. Los dos mejores nadadores americanos, y los más mediáticos, pelearán en la piscina de Londres en dos pruebas: 200m y 400m estilos (también en esta es campeón del mundo Lochte).

Tal vez el tiempo del absoluto dominio de Bolt y Phelps en la pista y la piscina haya pasado. Tal vez Londres sea recordado por los duelos maravillosos que plantearon quienes, como Blake o como Lochte, pensaron que era posible batirles. La respuesta, en un mes.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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