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La otra final de Zubizarreta

El director deportivo azulgrana repasa sus ‘aventuras’ en un trofeo que ganó con ambos equipos

Jordi Quixano
Zubizarreta se abraza a Urtubi tras ganar la Copa de 1984
Zubizarreta se abraza a Urtubi tras ganar la Copa de 1984Manuel Escalera

Ya no se pone los guantes, pero hoy volverá a jugar una final de Copa. Quizá otra aventura de las suyas. Ha celebrado un título entre patadas de Maradona, otro en medio de un desafío al presidente Núñez, en uno le tumbaron con una pedrada e, incluso, disputó el duelo en dos actos porque la lluvia así lo exigió. Ahora, Andoni Zubizarreta (Aretxabaleta, Guipúzcoa; 1961), portero con el Athletic de Clemente y el dream team de Cruyff, lo mira desde la barrera como director deportivo azulgrana y atiende expectante al partido de sus dos equipos —“pero también siento mío el Valencia, el Alavés, el Aretxabaleta”, dice—, que se baten de nuevo en la final.

Una Copa y muchas patadas. Con rencillas como la brutal entrada de Goikoetxea a Maradona y los idearios opuestos de Menotti y Clemente, la final de 1984 en el Bernabéu acabó en una batalla campal. Maradona soltaba coces, Goiko replicaba y ambos equipos se animaron a pelear. Valía el gol de Endika, el triunfo del Athletic (1-0). “Pero no disfrutamos bien de la alegría del doblete [ganaron la Liga la semana anterior] por la tensión”, recuerda Zubizarreta.

No disfrutamos bien de la alegría del doblete por la tensión” Andoni Zubizarreta, exjugador

Eran dos modelos antagónicos de fútbol. Mientras el Barça fichaba a El Pelusa y Schuster, el Athletic mantenía su política inflexible. “Pero las diferencias presupuestarias”, intercede, “no eran tan abismales como ahora”. Pasados los días y expuestas unas sanciones que se aligeraron porque la mayoría se cumplieron en verano, el Athletic descendió en gabarra. Una muesca copera de Zubi.

“Si hoy hemos perdido, mañana ganaremos”. Partía como favorito el Athletic ante el Atlético en la final de 1985 porque venía de ganar dos Ligas y en la última quedó tercero. “Pero hubo un penalti confuso”, remarca Zubizarreta, “donde la pelota toca el larguero”. Una pena máxima que pitó el colegiado y que Hugo Sánchez no perdonó. Tampoco lo hizo en el segundo tiempo con otro remate tras un contragolpe. De nada sirvió el empuje del Athletic, el tanto de Julio Salinas (2-1).

Aunque en el césped apenas hubo conflicto, sí se dio en el fondo sur, donde los hinchas del Athletic lanzaron objetos al campo. “No lo recuerdo”, admite Zubi; “pero sí el cántico de nuestra gente: ‘Si hoy hemos perdido, mañana ganaremos’; el equipo estaba en buena dinámica”. Zubi se marchó al Barça en 1986 y el Athletic no jugó otra final hasta 2009.

El trofeo del Motín. Llegaba el Barça crispado a la final del 88 ante la Real, sobre todo porque acababa de perder en los cuartos de la UEFA ante el Leverkusen, con el equipo irritado porque Hacienda reclamaba pagos de los derechos de imagen y el club se lavaba las manos, con un enfado de la afición, que apenas presentó 5.000 hinchas en el Bernabéu. “Un curso negro”, dice Zubi. Aunque Alexanco marcó gol (1-0) en un rechazo y rompió el molde.

“Pero era un momento depresivo”, expone; “a Roberto y a mí nos hicieron el antidoping y nos quedamos en Madrid. Cuando llegamos al bar, donde había periodistas, nos ofrecieron un gran aplauso… Quizá ese fue el mayor reconocimiento”. Duró poco porque el equipo, días más tarde, se reunió en una habitación de hotel para reclamar la dimisión del presidente. El Motín del Hesperia. Al final, se resolvieron de forma individual los problemas económicos y, ya en verano, llegó Cruyff.

La semilla de Cruyff. Aunque logró la Recopa del 89 frente al Sampdoria, el Barça del año siguiente no fue competitivo en la Liga y se daba por descontado el despido de Cruyff en caso de perder la final copera ante el Madrid. “Temíamos el cambio”, aclara; “pero a veces se nos olvida que la Copa nos ha dado muchos balones de oxígeno”. Como en ese año, tras la expulsión de Hierro y los goles de Amor y Salinas (2-0).

En la vuelta de honor, noté una pedrada en la cabeza. Cuando abrí los ojos, vi a mi padre en el vestuario" Andoni Zubizarreta, exjugador

Pero la celebración, de nuevo, fue accidentada. “En la vuelta de honor, noté una pedrada en la cabeza. Cuando abrí los ojos, vi a mi padre en el vestuario. En una final de Copa, acabé sumando puntos”. Para el Madrid, la clave fue el árbitro. “Seguro que va a pasar unas vacaciones muy felices en la Costa Brava”, soltó Schuster. Poco le importó al Barça, recobrada la fe en Cruyff y en un modelo que marcaría el futuro del club.

Dos actos para un partido. Cinco años más tarde, Zubi volvió a disputar una final de Copa con el Valencia. O dos en una, porque la lluvia inundó en un santiamén el campo y se pospuso tres días el duelo ante el Depor. “Nunca había visto llover tanto en un momento”, señala Zubi. Al minuto de la reanudación, con el uno a uno, Alfredo aprovechó un despiste del Valencia y marcó la red definitiva (2-1). “Cuando volví al vestuario estaba lúcido porque no me había cansado en 12 minutos. Y pensé: ‘¿Qué ha pasado? Fue raro”. Fue el triunfo del Depor, pero no el adiós de Zubi a la Copa.

Desde el asiento. Zubizarreta ha disputado otras dos finales de Copa como director deportivo del Barça. La primera, el año pasado en Mestalla ante el Madrid. La de hoy, en el Calderón contra el Athletic. “Tiene parte emocional porque tengo un millón de vivencias con ese equipo. Y, como no sabes cuándo volverá a pasar, disfrutemos mientras dure”. Pero la táctica es para el técnico. Y las paradas, para Pinto. “Ahora lo que puedo hacer es dar una palmada, soltar una frase, ayudar a que el ambiente sea mejor… Y a partir de ahí, que el juego continúe”.

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