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Londres, a los pies del Chelsea

Los hinchas ‘blues’ festejan al primer equipo de la capital británica campeón de la Copa de Europa

Los jugadores del Chelsea celebran en el autobús su victoria.
Los jugadores del Chelsea celebran en el autobús su victoria.TAL COHEN (EFE)

Miles de hinchas del Chelsea tomaron ayer las calles de Londres para celebrar el más inesperado de sus triunfos: campeones de la Copa de Europa el año en el que nadie lo esperaba, el año en el que solo habían podido ser quintos en la Liga inglesa con un equipo que muchos consideraban de viejas glorias, más cerca de la jubilación que de la victoria. El golpe de Estado del vestuario contra el técnico portugués André Villas-Boas, que cometió el error de enfrentarse a la vieja guardia, acabó siendo la medicina más adecuada: su número dos, el italo-suizo Roberto di Matteo, no solo recuperó a las veteranos, sino también el estilo de los últimos años: cerrojo y contraataque.

Los hinchas rivales afean ahora el triunfo del Chelsea y advierten contra la vuelta al fútbol italiano del catenaccio. Pero a los blues eso les importa muy poco: lo que cuenta es el resultado y, en una temporada que parecía una calamidad, han ganado la Champions y la Copa de Inglaterra. Entre los barcos y la honra, los barcos.

Abramóvich, el dueño, se enfrenta ahora a la continuidad, que no quería, de Di Matteo

Muchos aficionados, que acudieron a primera hora de la tarde a las puertas de Stamford Bridge y las calles adyacentes para acompañar los dos autobuses descubiertos en los que se paseó la plantilla por el Oeste de la capital londinense, zona blue por excelencia, lanzaban a los jugadores tallos de apio. Rememoraban así una vieja tradición de oscuros orígenes que fue prohibida en el estadio en 2007 por razones de seguridad.

A esos eufóricos aficionados poco les importaba que hasta algunos comentaristas ingleses aceptaran no ya que el Bayern pudo ganar fácilmente la final si hubiera tenido más acierto en el remate, sino que lo mismo le pasó antes al Barcelona en las semifinales y al Nápoles en los octavos, cuando salió goleado de Stamford Bridge en un partido que bien pudo haber acabado en empate. O que el Benfica sufriera una severísima expulsión a la media hora del partido de vuelta y, aun así, estuviera a un milímetro de la clasificación. O que dos de las estrellas rivales, Messi y Robben, fallaran sendos penaltis que podrían haber sido decisivos. ¡Qué más da! Han ganado. Y eso es lo único que cuenta ahora. La victoria europea era la gran obsesión del dueño del club, el oligarca ruso Roman Abramóvich. Le ha costado muchos años y, sobre todo, muchos millones. Pero la ha conseguido. Para él, sin embargo, el triunfo tiene una parte algo más turbia: va a ser difícil que resista la presión para que mantenga al frente de la plantilla a Di Matteo, al que él prefería sustituir por un entrenador con más prestigio, capaz de engarzar un equipo que no solo gane, sino que también seduzca.

El Tottenham, rival capitalino, se queda de rebote fuera de la próxima Copa de Europa

Bruce Buck, el presidente de la entidad, declaró que la continuidad de Di Matteo es una de las opciones “más serias” a tener en cuenta y que la decisión se anunciará “más pronto que tarde”.

Los seguidores del Chelsea no solo celebraron la victoria y el haberse convertido en el primer equipo de Londres que consigue el máximo galardón europeo. Hay otras capitales europeas, como Roma, París, Moscú o Berlín, que no lo han conseguido. También celebraron que uno de los rivales locales, el Tottenham, se ha quedado fuera de la próxima Champions a pesar de haber sido el cuarto en la Liga. Y que el Arsenal, otro adversario capitalino, se tenga que jugar la clasificación en la fase previa pese a haber quedado el tercero porque ha de ceder al campeón la plaza que le clasifica automáticamente. Pocas veces tan poco fútbol ha dado tantos resultados.

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