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Crítica | Una casa, la familia y un milagro
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La popular risa sentimental

Lo que más destaca es la complicada fusión del humor y del melodrama, sobre todo con la interpretación del padre

Javier Ocaña
Imagen de 'Una casa, la familia y un milagro'.
Imagen de 'Una casa, la familia y un milagro'.

La llamada comedia a la italiana reinó durante al menos 20 años, entre los inicios de la década de los 50 y la de los 70, cuando al menos dos decenas de autores de interés, ejerciendo su oficio al alimón en un caso insólito en la historia del cine, dieron con la fórmula mágica de la comercialidad y la calidad, asentando sus historias en la cotidianidad de la gente del pueblo, siendo tan cariñosos como sangrantes con sus criaturas, y fundiendo amor, ardor, risas y, por qué no, un ligero toque sentimental.

UNA CASA, LA FAMILIA Y UN MILAGRO

Dirección: Augusto Fornari.

Intérpretes: Valentina Chico, Marco Conidi, Liberto De Rienzo, Luigi Diberti.

Género: comedia. Italia, 2017.

Duración: 104 minutos.

Quizá agotada por un estilo cada vez más grueso y pejiguera, junto a la baja forma o la retirada de algunos de sus directores más representativos, comenzó a declinar a partir de la segunda mitad de los 70, sus películas dejaron de exportarse con la naturalidad de antaño y, al menos en España, poco se supo del espontáneo movimiento hasta hace bien poco, cuando ha ocurrido algo paradójico: el espectacular éxito mundial de una serie de grandes cineastas italianos (Paolo Sorrentino, Luca Guadagnino y Matteo Garrone), en principio ajenos al estilo, ha provocado que las distribuidoras españolas comiencen a traer el cine popular italiano que apenas llegó a España durante la década de los 90 y primera del nuevo milenio.

Y lo cierto es que cada vez que llega alguna, como es el caso de Una casa, la familia y un milagro, primer largometraje como director del hasta ahora actor Augusto Fornari, sin llegar a las cotas de los grandes años de la comedia a la italiana, al menos se ven interesantes ramalazos del cine de Monicelli, Risi, Steno, Pietrangeli, Lattuada, Germi, Comencini, Zampa, Scola y tantos otros.

Con ecos de la conflictiva situación de la alemana Good-bye Lenin! (un anciano padre sale sorprendentemente de un coma de cinco años, cuando sus sátrapas hijos acaban de vender la casa familiar, la de sus recuerdos pasados y la de su tranquilidad futura), la película de Fornari no pierde en ningún momento la simpatía del conjunto, y la puesta en escena deja muestras de gusto por el encuadre cómico, junto a, eso sí, una discutible imagen visual. Pero lo que más destaca es la complicada fusión del humor y del melodrama, sobre todo con la interpretación del padre, del excelente Luigi Diberti, siempre ajena a la comedia, y el buen trazado de personajes: en su grandeza y en su idiotez, que de todo hay en la vida, incluso en una misma persona.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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