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Crítica | I Love Dogs
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En compañía de perros

Relato coral de vidas cruzadas con apariencia de cine familiar y estructura de comedia romántica, la película está bien escrita en sus partes dialogadas

Javier Ocaña
Nina Dobrev, en 'I Love Dogs'.
Nina Dobrev, en 'I Love Dogs'.

I LOVE DOGS

Dirección: Ken Marino.

Intérpretes: Nina Dobrev, Vanessa Hudgens, Adam Pally, Eva Longoria.

Género: comedia. EE UU, 2018.

Duración: 113 minutos.

Con toda probabilidad dependerá de la (in)sensibilidad de cada espectador, pero el dispositivo sentimental de la presentación de personajes y del primer tercio de I Love Dogs, comedia romántica de Ken Marino, suena, como mínimo, discutible: un retrato coral de seres humanos de diferentes edades y condiciones sociales que establece modos de comunicación con perros y niños con exactamente los mismos modos, palabras, delicadeza, dulzura y pasión.

La impresión es que esos minutos iniciales parecen un catálogo de medidas para abrazar ese ideal social que algunos proclaman sobre la igualdad (¡de derechos!) entre personas y animales. Sin embargo, el aparente mensaje preliminar de esta comedia romántica del montón, pero en modo alguno despreciable, va derivando hacia otro bastante menos polémico: el indiscutible amparo que ejercen las mascotas en personas y núcleos familiares de todo tipo, desde el solitario hasta el hogar más abarrotado.

Relato coral de vidas cruzadas con apariencia de cine familiar y estructura de comedia romántica de escuadra y cartabón, I Love Dogs está mejor escrita en sus partes dialogadas, casi siempre ocurrentes, que en las situaciones en sí mismas, un tanto desiguales en cuanto a su efectividad, tanto para la emoción como para el humor. Sin embargo, en lo que acaba destacando la película es en el trabajo de puesta en escena de Marino, habitual actor, y bregado en la realización televisiva (Super Fun Night, la serie de Rebel Wilson), ya sea en planos largos o cortos, con la cámara en el lugar justo para que las dudosas situaciones humorísticas sean más expresivas sin que apenas se note.

Y aunque el desenlace está a punto de rebasar la barrera de lo lacrimógeno, (casi) siempre llega a tiempo una réplica, un guiño o un chiste que la aleja del precipicio de lo empalagoso y la acerca a una cierta dignidad.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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