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CRÍTICA | DEMONIOS TUS OJOS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una mirada a los límites

Pedro Aguilera vuelve a cambiar de piel en este absorbente relato sobre la transgresión de los tabúes

Ivana Baquero y Julio Perillán, en el filme.

DEMONIOS TUS OJOS

Dirección: Pedro Aguilera.

Intérpretes: Julio Perillán, Ivana Baquero, Elisabet Gelabert, Nicolás Coronado.

Género: drama. España, 2017

Duración: 97 minutos.

En el interior de un tren nocturno, un periodista entrevista a un cineasta sobre su último trabajo, la historia de un personaje enfrascado en la imposible tarea de recuperar su inocencia perdida. En la conversación se habla del miedo, un miedo que intoxica la mirada y convierte todo lo que antes parecía sencillo en complejo. ¿Cómo perdió su inocencia Oliver, el cineasta? Quizá el día en que contempló cómo se ahogaba en la piscina familiar el perro que su padre había regalado a su hermana pequeña. El cuestionario no desaprovecha la oportunidad de pinchar más hondo: el perro, ¿se ahogó u Oliver dejó que se ahogara? El título del tercer largometraje de Pedro Aguilera tarda unos segundos en aparecer, después de la inmediata respuesta del personaje: unos segundos para la incertidumbre marcan el pulso de una película que, a pesar de ser la más sujeta a una narrativa clásica en la trayectoria de su director, no parece demasiado dispuesta a ahorrarle problemas al espectador, ni ahorrárselos a sí misma.

Tras la narrativa contemplativa y austera de La influencia (2007), crónica de una depresión rematada por el imperativo de supervivencia de sus daños colaterales, y la reapropiación en clave alucinatoria de una figura hasta entonces capitalizada por el cine social en Naufragio (2011), Pedro Aguilera vuelve a cambiar de piel en la desafiante Demonios tus ojos, absorbente relato sobre la transgresión de tabúes en un universo regido por la toxicidad de la mirada y la devaluación del poder de la imagen por sobresaturación de estímulos. Como El apóstata (2015) de Federico Veiroj, la película de Aguilera parece recuperar el espíritu de cierto cine de la Transición sustentado en la confrontación de un individuo, entendido como agente provocador, con un sistema de poder (y represión) encarnado en el orden familiar. También vino a la memoria de este critico el eco de Brimstone and Treacle (1987), obra de Dennis Potter que, en su día, sacudió los cimientos morales de la BBC.

Hechizado por el vídeo casero que su hermana colgó en una web porno, el protagonista vuelve al hogar para reivindicar su propio espacio primitivo, construyendo la caverna desde la que observar (y manipular) al objeto deseado sobre un territorio de libertad individual donde no rige el tabú del incesto. Con La rama dorada de Frazer como libro de cabecera, Aguilera parece celebrar el poder de transgresión –e infección- de su problemático héroe.

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