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“Europa respeta mucho más el concepto de autor que Japón”

Fumio Obata, artista y autor de novela gráfica, analiza para Ka-Boom los abismos entre el viejo continente y su país de origen

Fumio Obata, autor de cómic japonés y jurado del Festival de Gijón 2016.
Fumio Obata, autor de cómic japonés y jurado del Festival de Gijón 2016.Eva Pernas

Entre dos aguas. Como la obra inmortal de Paco de Lucía se ve Fumio Obata (Tokio, 1975). Este artista y autor de tebeo vive una experiencia vital como hay pocas en el mundo de las viñetas. Ha experimentado su cultura materna, el manga japonés, y ha viajado a Europa, actualmente reside en Londres, para formarse en la capital del cómic del Viejo Continente: Angulema.

Obata aprovechó su condición de jurado en el Festival Internacional de Cine de Gijón para charlar con Ka-BOOM sobre este choque cultural que experimenta en primera persona, su pasado como animador para televisión y grupos musicales tan míticos como Duran Duran y la obra a la que está dedicando todas sus fuerzas: una novela gráfica de más de 200 páginas sobre la tragedia de Fukushima.

Pregunta. ¿Cómo lleva usted lo de ser a medias europeo, a medias japonés?

Respuesta. Es muy confuso [risas]. Para empezar, cuando hablamos de arte en general, lo primero de lo que hay que hablar es de qué quiere el público. El público reacciona de manera distinta según su contexto cultural. Lo que les importa a nivel espiritual, emocional e histórico varían si estamos hablando de un público japonés y europeo. Y esta variación se incrementa a medida que subes de edad, digamos que a partir de 25 años. Es el público a partir de este rango el que más me interesa.

El éxito del manga se explica porque han apelado a los adolescentes como el público principal. Y las inquietudes de un adolescente en Europa son más similares a las de un adolescente en Japón que si comparamos a dos adultos. Pero a todo esto hay que añadirle algo que Ghibli supo hacer genialmente. Y es conectar la nostalgia japonesa con el mundo, una manera de sentir muy determinada. Ghibli acertó de pleno con esto, pero también tuvo suerte. Porque todo es cada vez más global.

P. Es que Japón ha exportado su cultura de manera más personal. Sus películas se sienten intimistas, no blockbusters sin alma.

R. Sí. Intimistas y espirituales.

Pero volviendo a la pregunta, ¿cómo todo esto se aplica a mí como individuo? ¿Este choque cultural? Potencialmente, podría estar trabajando para Ghibli. Es una firma que ha tratado muy bien a gente como yo, a animadores e ilustradores. Pero no puedo hacer lo que hacen ellos. Es una cuestión de ego [risas]. Quiero hacer algo diferente. Ni manga ni anime. Quiero encontrar mi manera de contar las cosas, de expresar sentimientos. Algo que me sea propio solo a mí. Por eso mis esfuerzos viraron de la cultura del tebeo y la animación japonesa al enfoque europeo.

Imagen de 'Casualmente', cómic de Fumio Obata publicado en España por ECC Comics.
Imagen de 'Casualmente', cómic de Fumio Obata publicado en España por ECC Comics.

P. ¿Porque es un arte más individualista?

R. Sí, ¡sí! Justo por eso. Europa respeta mucho más la figura del autor. La industria del cómic francés tiene espacio para lo mainstream, evidentemente, pero también para lo avant-garde. Esto me resultó inspirador. Pero mezclar dos formas de entender el cómic dentro de mí... ¡Es muy confuso! [risas].

P. ¿Por qué se mudó a Reino Unido?

R. Pues no fue mi elección. No era un adolescente particularmente feliz en Japón. Y a mis padres siempre les había gustado Reino Unido. Eran de esa generación que arrastraba la derrota de Japón y el pensar, como vencidos, que todo lo cercano a lo yanqui molaba. Ellos descubrieron que Japón no me hacía feliz, así que cuando decidieron mudarse, yo no puse problemas. Fue algo genial para mí. Pero no fue algo elegido por mí. Y hay algo que me gusta de Gran Bretaña. Aún no sé qué es. Porque tampoco es que tengan la misma cultura del tebeo que tiene Francia, por ejemplo. Muchos de mis contemporáneos japoneses, gente que se mudó a UK en la misma época, se han vuelto a Japón. Después de 10 o 15 años se hace demasiado... Los que se quedan es porque se han casado. No es mi caso. Realmente, no sé por qué me quedo. No estoy cómodo en Europa, es otra cosa. No lo puedo explicar. Tal vez sea por el fútbol [risas]. Su liga es mucho mejor que la japonesa.

P. ¿Cómo logró trabajar para Duran Duran?

R. Pues fue pura suerte. Acaba de terminar el máster y necesitaba un trabajo. Los conocí justo cuando necesitaban a alguien para hacer una animación. Estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Necesitas nombres así en tu currículum para que te tomen en serio. Así que hice algo muy rápido para ellos, porque no tenía tiempo para pensarlo mucho. Pero esto me permitió entrar en Channel 4 y empezar a trabajar como animador. Además, siempre me interesó cómo la animación y la música interactúan. Aún me interesa mucho.

P. Y de ahí a estudiar tebeo en Angulema. ¿Cómo fue su estadía?

R. Fue un cambio grande, sí. Me di cuenta de que me estaba convirtiendo en un don nadie en la animación. A ver si me explico... La animación es una industria enorme. Y un animador es solo un engranaje. Yo quería contar mis propias historias, pero en animación es demasiado complejo. Necesitas un equipo enorme. En los tebeos sin embargo tienes el control. Y yo sabía que llevaba el tebeo en la sangre.

Angulema fue más de lo que esperaba. Conocí a muchos de los grandes nombres del cómic francés. Básicamente, fui una esponja. Pero no era suficiente. Necesitaba más. Podía haberme quedado más, pero me fui a los 13 meses.

P. Leyendo sus cómic, el estilo artístico me resultó muy original. No está dentro del canon europeo ni del canon japonés. ¿Cree que ha encontrado su estilo?

Una página del cómic 'Butterfly girl' de Fumio Obata.
Una página del cómic 'Butterfly girl' de Fumio Obata.

R. No, aún no. No he encontrado nada [risas]. Lo puedo, y debo, hacer mucho mejor. Creo que es sobre todo en mi forma de hacer viñetas que sigo siendo muy japonés. Es lo más difícil de hacer cómic. La gente no se da cuenta de lo difícil que es.

P. ¿Se refiere a la división que representan las viñetas, no? A que cada una representa un instante congelado del espacio-tiempo independiente de las adyacentes pero que tienen que funcionar a la vez como página.

R. Imagina que tienes dos páginas frente a ti. Digamos que entre las dos tienes unas siete u ocho viñetas. La clave es que cada una en sí misma tiene que ser una pequeña pieza de arte pero tiene que funcionar en conjunto con las otras siete. Es decir, si miras de cerca a cada una, funciona como una unidad. Pero si te alejas un par de metros conforman un bello conjunto. Esto es muy difícil de hacer. Pero es fascinante.

P. ¿Qué diferencias ve entre la forma de disponer viñetas entre el cómic europeo y los mangas?

R. Los mangas son demasiado cinematográficos. Demasiado. Se han olvidado de la belleza. El problema es que representan escenas tridimensionales en un espacio bidimensional. Los mangas es como leer un storyboard de una película. En todos los sentidos. Desde los ángulos de la cámara hasta la composición. Cuando descubrí el cómic francés de los 90 vi la diferencia meridianamente clara. El cómic francés es consciente de que el tebeo no debe trabajar la perspectiva, sino la belleza de un arte bidimensional. Cuando volví a leer manga después, me di cuenta de que todos eran iguales. Storyboards pensados para hacer una película, sin que importe si es de animación o de imagen real.

Lo que sí sigo respetando son las historias de los manga. Son fascinantes y originales. ¿Por qué? Porque el público japonés es muy crítico con las historias. Exigen constantes ideas buenas en términos narrativos. Y eso hace que los creadores centren todo su esfuerzo en lograr la originalidad narrativa. Y eso hace que otras facetas de la obra se descubren. 

P. ¿Cree que el lenguaje de cómic aún está por inventar?

R. No. No podemos decir que conozcamos cómi funciona el lenguaje en cómic. El cine tiene una historia más larga. La música y la pintura, ya no digamos. El cómic aún es joven. Y es un poco extraño, porque la base son dibujos y palabras, dos cosas bien antiguas. El problema es la cantidad de ilustraciones que tienes en un cómic. Quiero decir, Picasso y todos los grandes maestros han demostrado que una imagen puede hacerse infinitamente hermosa. Pero en cómic tienes que hacer cientos y cientos de ilustraciones y ser genial en todos.

P. ¿Qué me puede contar del cómic que prepara sobre Fukushima?

R. Que es muchísimo trabajo. He hecho miles de fotografías, he hablado con parte de la gente a la que quiero entrevistar. Sería más fácil si lo hiciera desde Japón, porque tengo unas semanas limitadas cada vez que viajo a Japón para hacer las fotos y las entrevistas que necesito. Pero en realidad me ha venido bien tener que ir y venir, porque me ha dado tiempo a pensar en cómo llevarlo a cabo. Hay una responsabilidad de informar bien sobre los hechos. Pero a la vez es un cómic, con lo que las imágenes y las palabras se tienen que complementar para contar la información. Creo que al fin sé cómo hacerlo. Será un cómic largo, de 200 páginas. O tal vez más.

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