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Crítica | 'Mike y Dave buscan rollo serio'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Caminos de la nueva fama

En un mundo con fenómenos editoriales como el de los libros de youtubers no debería extrañar que un anuncio de Craiglist inspire una producción de Hollywood

Un espantoso collage, en el que el rostro de dos hermanos afines al desenfreno gañán se insertaba sobre la hortera ilustración de dos centauros, acompañaba a un texto publicado en la desaliñada web de anuncios clasificados Craiglist. Mike y Dave Stangle solicitaban la compañía de dos chicas formales que les sirviesen de parejas-tapadera para asistir a la boda de su hermana, guardando las formas ante la sancionadora mirada paterna. Inevitablemente, el espíritu cenutrio de esos dos sujetos emergía en su escueta redacción: los Stangle solicitaban chicas lo suficientemente atractivas como para que sus tías les concediesen su aprobación, pero no tan atractivas como para que alguno de sus tíos se sintiese tentado a emprender algún avance lúbrico. Los extraños caminos de la fama moderna hicieron que el anuncio se convirtiese en viral, atrajese a los medios y garantizase tal visibilidad a los Stangle que un contrato editorial y una propuesta para convertir su experiencia en película acabaron cruzándose en su camino.

MIKE Y DAVE BUSCAN ROLLO SERIO

Dirección: Jake Szymanski.

Intérpretes: Adam Levine, Zac Efron, Anna Kendrick, Aubrey Plaza.

Género: comedia. Estados Unidos, 2016.

Duración: 98 minutos.

En un presente en el que asistimos a fenómenos editoriales tan pintorescos como el de los libros de youtubers a nadie debería extrañarle que un anuncio de Craiglist acabe inspirando una producción de Hollywood: a fin de cuentas, ha habido películas basadas en atracciones de parque temático, colecciones de cromos y juguetes. Y algunas no han sido precisamente malas. Lo desalentador es que Mike y Dave buscan rollo serio no supone ninguna mutación estimable en el subgénero de la comedia lúbrica adolescente, sino la pura reiteración de sus más grimosas constantes. Quizá lo más significativo aquí es que la zafiedad se sirve sin la más mínima distancia posmoderna, propugnando un retorno a las raíces que ni siquiera olvida la conservadora moralina final. Como si la idea de Edén para los Stangle fuera vivir, para siempre, en una comedia infame.

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