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FOTOGRAFÍA

Cindy Sherman, películas que duran un instante

The Broad revisa la obra de la fotógrafa americana a través de su relación con el cine

Untitled #70, 1980
Untitled #70, 1980© Cindy Sherman. Cortesía de la artista y Metro Pictures

Imitación a la vida, es el título del melodrama más conocido del director de cine Douglas Sirk. Descrito por Rainer Werner Fassbinder como: “Una gran y disparatada película sobre la vida y la muerte. Y sobre América”, narra la crisis de identidad de una joven adolescente, prácticamente blanca, que reniega de sus orígenes negros. Es también el título que la camaleónica Cindy Sherman (Nueva Jersey, 1954) ha elegido para su última exposición, Imitación a la vida. que a través de 120 obras recorre una trayectoria de ya más de cuatro décadas, durante las cuales la fotógrafa ha sido tanto sujeto como objeto de su propio trabajo. Una inquietante y provocadora geografía de mujeres solitarias (y algún que otro hombre); de identidades enmascaradas que irremediablemente quedan al descubierto y rezuman la ansiedad, la fuerza, la confusión, y el miedo reprimido que subyacen a la comedia social. Una invitación a ser crítico con aquello que la cultura de masas admite por normal.

La muestra se exhibe en el museo The Broad, en Los Ángeles, capital mundial de la industria del cine, y enfatiza la relación de Sherman con este medio. “Crecí viendo la televisión (Dimensión desconocida y Alfred Hitchcock presenta se encontraban entre sus series favoritas). Creo que me han influenciado más las películas que el arte”, reconocía la artista en una entrevista con la directora de cine Sofia Coppola, que se reproduce en el catálogo que acompaña a la exposición. “Durante más 40 años, la obra de Sherman se ha enmarcado dentro del debate de la identidad y de la representación, y haciéndolo, ha maniobrado a través del contexto de distintos medios de masas, el cine entre otros. Sus tipologías de ficción se han convertido desde entonces en una imitación a la vida”, asegura Kaiser, comisario de la exposición. “Toda su obra está permeada por un impulso cinemático“.

Untitled Film Still #47, 1979
Untitled Film Still #47, 1979© Cindy Sherman. Cortesía de la artista y de Metro Pictures

Quiso dedicarse a la pintura, pero en el camino descubrió que la cámara era una buena herramienta para contar mentiras. Mientras algunos la utilizaban para documentar la realidad, Sherman consideraba que era más interesante mostrar aquello que quizás nunca se llegue a ver; mostrar aquello que esconde la imaginación del creador y agita la del espectador. “La fotografía puede hacer que la gente crea cualquier cosa”, destacaba la artista en documental Nobody is here but me. La imitación abría más caminos a la imaginación de lo que lo hacía la documentación y se convirtió en algo esencial en su carrera. De esta forma, prefirió que sus mujeres no fueran mujeres, sino imágenes de mujeres que desafían a los estereotipos. Mujeres que invitan al espectador a imaginar su historia, a imaginar qué les va a ocurrir o qué les ha ocurrido. Así, procura no poner título a sus obras, evitando cualquier interferencia en las conclusiones a las que llega el observador.

En el mismo documental, la actriz Jamie Lee Curtis relata el impacto que tuvo en ella Untitled Film Stills, la serie que catapultó a Sherman a la fama. “Conseguía crear toda una película en un solo instante. Una película que nunca veríamos, pero de la que conocíamos a la protagonista, y sabíamos que le había pasado en ese momento. Y de la que teníamos muy pocas dudas sobre lo que habíamos visto. Nos explicaba en un instante, lo mismo que la gente de Hollywood hacía en dos horas y por lo que cobraban millones de dolares”.

Sin título #92, 1981
Sin título #92, 1981© Cindy Sherman. Cortesía de la artista y de Metro Pictures

Es en la soledad de su estudio, ayudada por pelucas, prótesis, maquillaje y otro tipo de atrezo, donde, normalmente, la fotógrafa se transmuta en una innumerable gama de personajes; actrices de películas de serie B de los años cincuenta, adolescentes soñadoras, Madame Pompadour, payasos, viudas con recursos, o divas envejecidas, entre otros muchos. Estrellas fugaces, que en sus escasos minutos de gloria nos hablan del artificio de la representación. Y ¿quién es Cindy Sherman?, uno se acaba preguntando después de ver este universo de caracteres. Búsquenla. No la encontraran. Frente al espejo, la artista va elaborando un personaje que aún no conoce. Llegado el momento en que no se reconoce a sí misma dispara el obturador. Múltiples disparos, que luego serán retocados digitalmente, la conducirán a una fantasía. Fantasía, que niega que tenga nada que ver con ella. “Sherman nos recuerda que somos una invención y que nuestra identidad no depende solo de cómo nos vemos nosotros, sino, en gran parte, de cómo nos ven los demás”, señala Kaiser.

“Cuando era niña me encantaba disfrazarme y maquillarme”, cuenta la artista a Sofia Coppola. “Tendía a lo grotesco. No pretendía ser la bailarina, ni la novia o cualquiera de esas cosas que gustan a las niñas. Me convertía en la bruja fea o en una viejecita”. Esa tendencia volvió a renacer en ella cuando, a mediados de los 80, comenzó a experimentar el éxito. “Aparte de que siempre me han encantado las películas de terror. Comencé a pensar que había nuevos ricos que siempre querían tener encima del sofá aquello que estuviese de moda en ese momento. Quería hacer algo para desafiarlos”, explica la artista. De ahí nacieron algunas de sus series más inquietantes y grotescas.

Sin título #122, 1983
Sin título #122, 1983© Cindy Sherman. Cortesía de la artista y de Metro Pictures

El humor y la muerte son dos importantes elementos en la obra de la fotógrafa. “Utiliza el humor para tocar el tema de la inevitable decadencia física. Sus obras sobre cuentos de hadas y desastres de los años 80 se centran en esta abyecta realidad física. La estrategia de utilizar el humor para referirse a temas macabros está presente en toda su obra, lo mismo cuando la utiliza para criticar la idealización de la belleza y el estatus en su serie sobre la moda, como en la forma en la que aborda la representación histórica con sus retratos”, destaca Kaiser.

Calificada por la prensa como la artista americana más importante de los últimos tiempos, o como una indiscutible piedra angular de la fotografía posmoderna, su infinita capacidad camaleónica sigue sorprendiendo a aquellos, que ya hace años, vaticinaron que su fondo de armario pronto quedaría vacío. Catalogada en varias ocasiones como una artista feminista, Sherman ha recalcado la ausencia de toda teoría en sus obras y su tendencia a trabajar por intuición. Confiesa sentirse sorprendida por cómo algunas veces la crítica es capaz de extender las intenciones de su propia obra para que encajen en teorías ajenas.

Y en la ególatra era del selfie parece inevitable establecer relaciones: “Cindy Sherman ha estado fotografiándose a ella misma como innumerables distintos caracteres durante más de 40 años, pero su obra no debe asociarse al selfie, ya que va mucho más allá de la instantánea narcisista; su obra trata de transparentar los clichés ampliamente establecidos en nuestra cultura, como los patrones de belleza, o el artificio que subyace a la historia de la representación”.

Cindy Sherman: Imitation of Life. The Broad Museum. Los Ángeles. Hasta el 2 de octubre

 

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